domingo, 28 de enero de 2018

Visita del Papa a Perú, Enero 18, 18


Nota: En algunos casos las palabras del Papa están dentro de la narración que hacen los periodistas, pero no presentan el discurso entero.

 

Índice de Documentos de la visita del Papa a Perú y un discurso en Chile:

1.      Duro mensaje de Francisco: "La política está enferma"

2.      Misa en la Base Aérea Las Palmas con su mensaje sobre la política y sobre la situación de los habitantes en las grandes ciudades y el desafío de suscitar la Esperanza.

3.      Mensaje del Papa en Trujillo. Los golpes de la Naturaleza que afectan a la población y la violencia que la golpea.

4.      Homilía del Papa Francisco en Iquique Chile sobre la alegría del Evangelio y la plena devoción a María.

5.      El Papa y la defensa de la Amazonía, los pueblos originarios y la selva.

6.      Condena al "virus de la corrupción" en un país arrasado por ella
7.      Frases  muy claras y fuertes del Papa en su visita a Perú.

8.      Otras frases importantes del Papa en su mensaje a Chile y Perú

9.      Mensaje del Papa en el avión de regreso a Italia sobre el caso del Obispo acusado de encubridor.
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1.      Duro mensaje de Francisco: "La política está enferma"

No descuidemos porque si caemos en manos de personas que sólo entienden el lenguaje de la corrupción, estamos fritos", advirtió. Y reitero: "La política está enferma, está muy enferma y hay excepciones, pero en general, está más enferma que sana".
Y después preguntó a los obispos: "¿Qué pasa en Perú que todos los presidentes van presos?" y citó a (Ollanta) Humala y "hasta hace poco" (Alberto) Fujimori.
(Este mensaje fue dicho en su reunión con los Obispos de Perú)


2.      Misa en la Base Aérea Las Palmas con su mensaje sobre la política y sobre la situación de los habitantes en las grandes ciudades y el desafío de suscitar la Esperanza.
Ante una multitud de 1,3 millones de fieles que lo esperó desde la noche anterior, el Papa Francisco presidió una Misa en la Base Aérea Las Palmas con quienes meditó sobre la importancia de hacer presente a Jesús en medio del lugar en el que se encuentren.
A continuación, el texto completo de la homilía del Santo Padre:
«Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícales el mensaje que te digo» (Jn 3,2). Con estas palabras, el Señor se dirigía a Jonás poniéndolo en movimiento hacia esa gran ciudad que estaba a punto de ser destruida por sus muchos males.
También vemos a Jesús en el Evangelio de camino hacia Galilea para predicar su buena noticia (cf. Mc 1,14). Ambas lecturas nos revelan a Dios en movimiento de cara a las ciudades de ayer y de hoy.
El Señor se pone en camino: va a Nínive, a Galilea, a Lima, a Trujillo, a Puerto Maldonado. Aquí viene el Señor. Se pone en movimiento para entrar en nuestra historia personal y concreta.
Lo hemos celebrado hace poco: el Emmanuel, el Dios que quiere estar siempre con nosotros. Sí, aquí en Lima, o donde estés viviendo, en la vida cotidiana del trabajo rutinario, en la educación esperanzadora de los hijos, entre tus anhelos y desvelos; en la intimidad del hogar y en el ruido ensordecedor de nuestras calles.
Es allí, en medio de los caminos polvorientos de la historia, donde el Señor viene a tu encuentro. Algunas veces nos puede pasar lo mismo que a Jonás. Nuestras ciudades, con las situaciones de dolor e injusticia que a diario se repiten, nos pueden generar la tentación de huir, de escondernos, de zafar.
Y razones, ni a Jonás ni a nosotros nos faltan. Mirando la ciudad podríamos comenzar a constatar que existen «ciudadanos que consiguen los medios adecuados para el desarrollo de la vida personal y familiar —y eso nos alegra—, el problema está es que son muchísimos los “no ciudadanos”, “los ciudadanos a media” o los “sobrantes urbanos”»[1] que están al borde de nuestros caminos, que van a vivir a las márgenes de nuestras ciudades sin condiciones necesarias para llevar una vida digna y duele constatar que muchas veces entre estos «sobrantes humanos» se encuentran rostros de tantos niños y adolescentes. Se encuentra el rostro del futuro.
Y al ver estas cosas en nuestras ciudades, en nuestros barrios —que podrían ser un espacio de encuentro y solidaridad y de alegría— se termina provocando lo que podemos llamar el síndrome de Jonás: un espacio de huida y desconfianza (cf. Jon 1,3).
Un espacio para la indiferencia, que nos transforma en anónimos y sordos ante los demás, nos convierte en seres impersonales de corazón cauterizado y, con esta actitud, lastimamos el alma del pueblo. De este pueblo noble. Como nos lo señalaba Benedicto XVI, «la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. […] Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana».[2]
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. A diferencia de Jonás, Jesús, frente a un acontecimiento doloroso e injusto como fue el arresto de Juan, entra en la ciudad, entra en Galilea y comienza desde ese pequeño pueblo a sembrar lo que sería el inicio de la mayor esperanza: El Reino de Dios está cerca, Dios está entre nosotros.
Y el Evangelio mismo nos muestra la alegría y el efecto en cadena que esto produce: comenzó con Simón y Andrés, después Santiago y Juan (cf. Mc 1,14-20) y, desde esos días, pasando por Santa Rosa de Lima, Santo Toribio, San Martín de Porres, San Juan Macías, San Francisco Solano, ha llegado hasta nosotros anunciado por esa nube de testigos que han creído en Él. Ha llegado hasta Lima, hasta nosotros para comprometerse nuevamente como un renovado antídoto contra la globalización de la indiferencia.
Porque ante este Amor, no se puede permanecer indiferente. Jesús invitó a sus discípulos a vivir hoy lo que tiene sabor a eternidad: el amor a Dios y al prójimo; y lo hace de la única manera que lo puede hacer, a la manera divina: suscitando la ternura y el amor de misericordia, suscitando la compasión y abriendo sus ojos para que aprendan a mirar la realidad a la manera divina.
Los invita a generar nuevos lazos, nuevas alianzas portadoras de eternidad. Jesús camina la ciudad lo hace con sus discípulos y comienza a ver, a escuchar, a prestar atención a aquellos que habían sucumbido bajo el manto de la indiferencia, lapidados por el grave pecado de la corrupción.
Comienza a develar muchas situaciones que asfixiaban la esperanza de su pueblo suscitando una nueva esperanza. Llama a sus discípulos y los invita a ir con Él, los invita a caminar la ciudad, pero les cambia el ritmo, les enseña a mirar lo que hasta ahora pasaban por alto, les señala nuevas urgencias.
Conviértanse, les dice: el Reino de los Cielos es encontrar en Jesús a Dios que se mezcla vitalmente con su pueblo, se implica e implica a otros a no tener miedo de hacer de esta historia, una historia de salvación (cf. Mc 1,15.21 y ss.).
Jesús sigue caminando por nuestras calles, sigue al igual que ayer golpeando puertas, golpeando corazones para volver a encender la esperanza y los anhelos: que la degradación sea superada por la fraternidad, la injusticia vencida por la solidaridad y la violencia callada con las armas de la paz. Jesús sigue invitando y quiere ungirnos con su Espíritu para que también nosotros salgamos a ungir con esa unción, capaz de sanar la esperanza herida y renovar nuestra mirada.
Jesús sigue caminando y despierta la esperanza que nos libra de conexiones vacías y de análisis impersonales e invita a involucrarnos como fermento allí donde estemos, donde nos toque vivir, en ese rinconcito de todos los días.
El Reino de los cielos está entre ustedes —nos dice— está allí donde nos animemos a tener un poco de ternura y compasión, donde no tengamos miedo a generar espacios para que los ciegos vean, los paralíticos caminen, los leprosos sean purificados y los sordos oigan (cf. Lc 7,22) y así todos aquellos que dábamos por perdidos gocen de la Resurrección. Dios no se cansa ni se cansará de caminar para llegar a sus hijos. A cada uno ¿Cómo encenderemos la esperanza si faltan profetas? ¿Cómo encararemos el futuro si nos falta unidad? ¿Cómo llegará Jesús a tantos rincones, si faltan audaces y valientes testigos?
Hoy el Señor te invita a caminar con Él la ciudad, te invita a caminar con Él tu ciudad. Te invita a que seas su discípulo misionero, y así te vuelvas parte de ese gran susurro que quiere seguir resonando en los distintos rincones de nuestra vida: ¡Alégrate, el Señor está contigo!
[1] Exhort. ap. Evangelii gaudium, 74.
[2] Carta enc. Spe salvi, 38.


3. Mensaje del Papa en Trujillo. Los golpes de la Naturaleza que afectan a la población y la violencia que la golpea.
Así como ellos enfrentaron la tempestad sobre el mar, a ustedes les tocó enfrentar el duro golpe del Niño Costero, cuyas consecuencias dolorosas todavía están presentes en tantas familia", señaló. 
Además, no desaprovechó la oportunidad para señalar que una de las "tormentas" que también azota a Trujillo es el alto índice de criminalidad producto del sicariato. 
"Esas 'tormentas' se llaman violencia organizada como el sicariato y la inseguridad que esto genera", dijo el jefe del Vaticano en su homilía en Huanchaco. 

 

 

4.Homilía del Papa Francisco en Iquique Chile sobre la alegría del Evangelio y la plena devoción a María.

«Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en la ciudad de Caná de Galilea» (Jn 2,11).
Así termina el Evangelio que hemos escuchado, y que nos muestra la primera aparición pública de Jesús: nada más y nada menos que en una fiesta. No podría ser de otra forma, ya que el Evangelio es una constante invitación a la alegría. Desde el inicio el Ángel le dice a María:
«Alégrate» (Lc 1,28). Alégrense, le dijo a los pastores; alégrate, le dijo a Isabel, mujer anciana y estéril...; alégrate, le hizo sentir Jesús al ladrón, porque hoy estarás conmigo en el paraíso (cf. Lc 23,43).
El mensaje del Evangelio es fuente de gozo: «Les he dicho estas cosas para que mi alegría esté en ustedes, y esa alegría sea plena» (Jn 15,11). Una alegría que se contagia de generación en generación y de la cual somos herederos.
¡Cómo saben ustedes de esto, queridos hermanos del norte chileno! ¡Cómo saben vivir la fe y la vida en clima de fiesta! Vengo como peregrino a celebrar con ustedes esta manera hermosa de vivir la fe. Sus fiestas patronales, sus bailes religiosos —que se prolongan hasta por una semana—, su música, sus vestidos hacen de esta zona un santuario de piedad popular. Porque no es una fiesta que queda encerrada dentro del templo, sino que logran vestir a todo el poblado de fiesta. Ustedes saben celebrar cantando y danzando «la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante de Dios. Así llegan a engendrar actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción».[1] Cobran vida las palabras del profeta Isaías: «Entonces el desierto será un vergel y el vergel parecerá un bosque» (32,15). Esta tierra, abrazada por el desierto más seco del mundo, logra vestirse de fiesta.
En este clima de fiesta, el Evangelio nos presenta la acción de María para que la alegría prevalezca. Ella está atenta a todo lo que pasa a su alrededor y, como buena Madre, no se queda quieta y así logra darse cuenta de que en la fiesta, en la alegría compartida, algo estaba sucediendo: había algo que estaba por «aguar» la fiesta. Y acercándose a su Hijo, las únicas palabras que le escuchamos decir son: «no tienen vino» (Jn 2,3).
Y así María anda por nuestros poblados, calles, plazas, casas, hospitales. María es la Virgen de la Tirana; la Virgen Ayquina en Calama; la Virgen de las Peñas en Arica, que anda por todos nuestros entuertos familiares, esos que parecen ahogarnos el corazón para acercarse al oído de Jesús y decirle: mira, «no tienen vino».
Y luego no se queda callada, se acerca a los que servían en la fiesta y les dice: «Hagan todo lo que Él les diga» (Jn 2,5). María, mujer de pocas palabras, pero bien concretas, también se acerca a cada uno de nosotros a decirnos tan sólo: «Hagan todo lo que Él les diga». Y de este modo se desata el primer milagro de Jesús: hacer sentir a sus amigos que ellos también son parte del milagro.
Porque Cristo «vino a este mundo no para hacer una obra solo, sino con nosotros, con todos nosotros, para ser la cabeza de un gran cuerpo cuyas células vivas, libres y activas, somos nosotros».[2]
El milagro comienza cuando los servidores acercan los barriles con agua que estaban destinados a la purificación. Así también cada uno de nosotros puede comenzar el milagro, es más, cada uno de nosotros está invitado a ser parte del milagro para otros.
Hermanos, Iquique es tierra de sueños —eso significa el nombre en aymara—; tierra que ha sabido albergar a gente de distintos pueblos y culturas que han tenido que dejar a los suyos, marcharse. Una marcha siempre basada en la esperanza por obtener una vida mejor, pero sabemos que va siempre acompañada de mochilas cargadas con miedo e incertidumbre por lo que vendrá.
Iquique es una zona de inmigrantes que nos recuerda la grandeza de hombres y mujeres; de familias enteras que, ante la adversidad, no se dan por vencidas y se abren paso buscando vida. Ellos —
especialmente los que tienen que dejar su tierra porque no encuentran lo mínimo necesario para vivir— son ícono de la Sagrada Familia que tuvo que atravesar desiertos para poder seguir con vida.
Esta tierra es tierra de sueños, pero busquemos que siga siendo también tierra de hospitalidad. Hospitalidad festiva, porque sabemos bien que no hay alegría cristiana cuando se cierran puertas; no hay alegría cristiana cuando se les hace sentir a los demás que sobran o que entre nosotros no tienen lugar (cf. Lc 16,19-31).
Como María en Caná, busquemos aprender a estar atentos en nuestras plazas y poblados, y reconocer a aquellos que tienen la vida «aguada»; que han perdido —o les han robado— las razones para celebrar. Y no tengamos miedo de alzar nuestras voces para decir: «no tienen vino». El clamor del pueblo de Dios, el clamor del pobre, que tiene forma de oración y ensancha el corazón y nos enseña a estar atentos. 
Estemos atentos a todas las situaciones de injusticia y a las nuevas formas de explotación que exponen a tantos hermanos a perder la alegría de la fiesta. Estemos atentos frente a la precarización del trabajo que destruye vidas y hogares. Estemos atentos a los que se aprovechan de la irregularidad de muchos inmigrantes porque no conocen el idioma o no tienen los papeles en «regla». Estemos atentos a la falta de techo, tierra y trabajo de tantas familias. Y como María digamos con fe: no tienen vino.
Como los servidores de la fiesta aportemos lo que tengamos, por poco que parezca. Al igual que ellos, no tengamos miedo a «dar una mano», y que nuestra solidaridad y nuestro compromiso con la justicia sean parte del baile o la canción que podamos entonarle a nuestro Señor.
Aprovechemos también a aprender y a dejarnos impregnar por los valores, la sabiduría y la fe que los inmigrantes traen consigo. Sin cerrarnos a esas «tinajas» llenas de sabiduría e historia que traen quienes siguen arribando a estas tierras. No nos privemos de todo lo bueno que tienen para aportar. Y dejemos a Jesús que termine el milagro, transformando nuestras comunidades y nuestros corazones en signo vivo de su presencia, que es alegre y festiva porque hemos experimentado que Dios-está-con-nosotros, porque hemos aprendido a hospedarlo en medio nuestro. Alegría y fiesta contagiosa que nos lleva a no dejar a nadie fuera del anuncio de esta Buena Nueva.
Que María, bajo las distintas advocaciones de esta bendecida tierra del norte, siga susurrando al oído de su Hijo Jesús: «no tienen vino», y en nosotros sigan haciéndose carne sus palabras: «hagan todo lo que Él les diga».


5. El Papa y la defensa de la Amazonía, los pueblos originarios y la selva.
El papa Francisco clama contra la deforestación y la trata de personas en plena selva amazónica
Los indígenas peruanos piden a Francisco que les ayude a salvar sus pueblos y la selva.

El Papa más ecologista de la historia, que ha dedicado su encíclica Laudato Si a la necesidad de salvar el planeta, arrancó su visita a Perú con una inédita reunión con grupos indígenas en plena selva amazónica, en Puerto Maldonado. Allí, varios representantes de estos pueblos, ataviados a la manera tradicional, reclamaron en tono dramático al Papa que les defienda, que impida que la minería y la industria maderera o petrolera arrasen con la selva y acaben con ellos. Francisco recogió el guante y clamó contra la deforestación, la minería ilegal y la trata de personas, auténtica plaga de estas zonas selváticas donde el Estado no llega, o la esterilización masiva sin consentimiento, que llegó a su cénit durante el Gobierno de Alberto Fujimori.
La cita con los indígenas era una de las más esperadas en el viaje del Papa. Después de abandonar Chile, uno de los viajes más complicados de sus cinco años de papado, donde le persiguió el escándalo de los abusos sexuales y su apoyo a un obispo acusado de encubridor, y quedó en evidencia la crisis de la iglesia chilena porque el Papa no logró llenar casi ninguno de sus actos y apenas había gente por las calles, en Perú el giro ha sido de 180 grados. Desde su aterrizaje, el Papa comprobó que Perú es un país donde el catolicismo está mucho más fuerte que en Chile. A cada paso se ven masas y entusiasmo desbordado, y el Papa sonríe mucho más. Así, de los problemas internos de la Iglesia pasó al discurso que más le interesa, el de la defensa de la lucha contra el cambio climático, el cuidado de la amazonía, y la protección de los pueblos originarios.
Ahí se siente mucho más cómodo y los indígenas agradecieron mucho sus palabras, que fueron muy directas. Algunos representantes de los pueblos de la amazonía expusieron en forma cruda frente al Papa y por tanto con una audiencia global cómo están siendo aniquilados, explotados, esclavizados en algunos casos y sobre todo cómo su territorio natural está siendo destruido sin freno. "Somos los supervivientes. Nuestros hermanos sufren por la tala de árboles, los buscadores de oro, de petróleo, de gas. Le pedimos que nos defienda. Los foráneos nos ven débiles y nos quitan el territorio. Podemos desaparecer. Queremos que nuestros hijos se eduquen pero no que la escuela borre nuestras religiones y nuestra cultura, nuestra sabiduría ancestral. Tenemos miedo. La tierra, los animales, los peces se están muriendo", clamaron varios indígenas.
Francisco cierra una reunión con miembros de grupos indígenas peruanos en Puerto Maldonado. Reuters
Al encuentro asistieron además obispos de nueve países de la Amazonía, entre ellos el cardenal de Sao Paulo, Claudio Hummes, como anticipo del sínodo panamazónico que se realizará en 2019 por iniciativa del Papa. Al final del encuentro, el apu (jefe) de la etnia awajún Santiago Manuin colocó en la cabeza una corona de plumas al Santo Padre, que solo reciben los sabios o líderes en su región. Manuin es uno de los sobrevivientes de un enfrentamiento ocurrido entre pueblos indígenas y la Policía Nacional el 5 de junio de 2009, en Bagua, selva norte, cuando los agentes dispararon para terminar con el bloqueo de una carretera durante una huelga.
El Papa no redujo ese dramatismo que plantearon los indígenas. "Nunca han estado tan amenazados en sus territorios como ahora", admitió. "La Amazonía es tierra disputada desde varios frentes: por una parte, el neo-extractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que apuntan su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales. Por otra, la perversión de ciertas políticas que promueven la 'conservación' de la naturaleza sin tener en cuenta al ser humano y, en concreto, a ustedes hermanos amazónicos que habitan en ellas", aseguró Francisco, que ha sido muy criticado por los conservadores precisamente por ese discurso contra los grandes grupos capitalistas.
"Para algunos ustedes son un obstáculo. En realidad son un grito a la conciencia, memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar de la casa común". Francisco no evitó ninguno de los temas sensibles que sufre esta zona, una de las más pobres de Latinoamérica, alejada de cualquier protección del Estado. Explicó que había visto un cartel contra la trata en el aeropuerto, y recordó que este es un problema especialmente grave en la zona, donde el uso de "mano de obra esclava y los abusos sexuales claman al cielo. No miremos para otra parte". Entre 2014 y 2016, las autoridades peruanas registraron 5.114 víctimas de trata.
El Papa también clamó contra la esterilización forzada de las mujeres indígenas, uno de los delitos por los que se procesó a Fujimori, ahora indultado por Pedro Pablo Kuczynski, que acompaña al Papa en todos sus actos y trata de usar su viaje para calmar la revuelta política peruana. "No nos dejemos atrapar por colonialismos disfrazados de progreso", dijo como rechazo a planes de control de natalidad de algunos organismos internacionales. El Papa mantiene la tradicional oposición de la Iglesia tanto a los anticonceptivos como al aborto.
El Papa asiste a una reunión con niños del Hogar Principito, en la ciudad peruana de Puerto Maldonado. AFP
Deforestación, trata y minería ilegal
La elección de esta zona para arrancar su viaje peruano no es casual. En 2017, Tambopata, la provincia de la que es capital Puerto Maldonado, tuvo la más alta tasa de homicidios del país, 29,5 por cada 100.000 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística, tres veces más que el promedio del país. A Puerto Maldonado llegan trabajadores de la minería ilegal, y también menores de edad y adultas reclutadas con la promesa de un trabajo como azafatas de restaurante que terminan engañadas como trabajadoras sexuales en los 'prostibares' de los campamentos de la minería ilegal. Algunas mujeres que intentan escapar, luego son castigadas con violación colectiva, a otras las asesinan. Además, hay bandas de extorsionadores que cobran cupos a los mineros ilegales, y cuando no pagan, los matan y desaparecen.
Según la Amazon Conservation Association, desde 2012, más de 4.400 hectáreas de bosque han sido deforestadas por la minería ilegal en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional de Tambopata, el principal territorio de biodiversidad de la región Madre de Dios. En su recorrido en Puerto Maldonado,
Francisco además visitó el hogar El Principito, un albergue autogestionado con los ingresos generados por tres empresas sociales creadas por iniciativa del sacerdote suizo Xavier Arbex hace 21 años. Una heladería, un lodge ecoturístico y una librería papelería financia el hogar que acoge a 100 niños que han sido declarados en abandono por jueces de menores, y que pasaron por maltrato físico o psicológico. Los niños reprodujeron delante del Papa unas escenas en las que los indígenas son esclavizados por hombres blancos pero después llegan los misioneros para ayudarlos. El viaje de Francisco entra por tanto en una fase mucho más cómoda que la chilena, aunque en Perú también hay escándalos por abusos sexuales dentro de la Iglesia que Francisco tendrá que afrontar.


6. Condena al "virus de la corrupción" en un país arrasado por ella
En pleno palacio presidencial, epicentro de una política peruana devorada por la corrupción, hasta el punto de que todos sus expresidentes están procesados o investigados y uno de ellos, el último, Ollanta Humala, en la cárcel, el Papa Francisco clamó contra ese mal que hunde la credibilidad de los líderes del Continente, en especial la de Pedro Pablo Kuczynski, que le escuchaba atento y le aplaudió. También estaba allí Keiko Fujimori, líder de la oposición y también investigada por el caso Odebrecht, aunque por asuntos muy diferentes. "Estemos atentos a ese virus social de la corrupción que tanto daño hace a nuestros pueblos latinoamericanos y las democracias de este bendito continente. Es un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados", aseguró el Pontífice. El Papa llega a Lima en plena crisis política, menos de un mes después de que Kuczynski indultara al autócrata Alberto Fujimori, condenado a 25 años por corrupción de los que ha cumplido 12, a cambio de que una decena de diputados fieles salvara al presidente de una destitución que tenía casi segura por su implicación en el escándalo del caso Odebrecht.
En ese contexto, Kuczynski trata de usar la visita del Papa para calmar las aguas peruanas y volver a un ambiente tranquilo que le permita seguir en la presidencia pese a que ha perdido definitivamente el apoyo de los antifujimoristas. El Papa hizo una llamada a la unidad, como es habitual, pero también dejó caer esa advertencia sobre la corrupción.
Francisco también tuvo un mensaje contra las políticas liberales, defendidas con firmeza por el ex banquero de inversión Kuczynski. Llamó a “defender la esperanza, lo que significa impulsar y desarrollar una economía integral alternativa al modelo de desarrollo ya caduco que sigue provocando degradación humana y ambiental”.
También criticó la minería, una de las bases de la economía peruana y la gran especialidad del presidente en el mundo privado. El cálculo oficial del crecimiento de la economía peruana bordea el 2% para 2017, y la economía se sustenta desde hace casi 15 años en los precios internacionales de los minerales. Además, desde 2014, se ha incrementado la cantidad de comunidades de la selva norte afectadas en su salud debido a los constantes derrames de petróleo del Oleoducto Norperuano operado por la estatal PetroPerú. Asimismo, la minería ilegal se ha incrementado con la complicidad u omisión de algunos gobiernos regionales, y la falta de fiscalización del Gobierno Central. El producto de la extracción ilegal termina siendo comprado por empresas legales.
“La degradación del medio ambiente no se puede separar de la degradación moral de nuestras comunidades, no podemos pensarlas como dos distintas. La minería informal se ha vuelto un peligro que destruye la vida de las personas, los ríos son devastados con toda la vida que ellos poseen


7. Frases  muy claras y fuertes del Papa en su visita a Perú.
Estas fueron las mejores frases planteadas por el Santo Padre.
(1). Corrupción. El mensaje más duro del viaje llegó durante la mañana en una charla que mantuvo con los obispos en el arzobispado. Denunció, como ya hizo el viernes en su mensaje en Palacio de Gobierno, la corrupción en Latinoamérica, y aseguró que la política en muchos países de la región "está muy enferma".
(2). Citó el caso de la constructora brasileña Odebrecht, en la que han estado implicado gobiernos de varios países de América Latina y aseguró que "es solo una parte chiquita". "No descuidemos porque si caemos en manos de personas que solo entienden el lenguaje de la corrupción, estamos fritos".
(3). Y reiteró: "La política está enferma, está muy enferma y hay excepciones, pero en general, está más enferma que sana".
(4). Después preguntó a los obispos: "¿Qué pasa en Perú que todos los presidentes van presos?" y citó a (Ollanta) Humala y "hasta hace poco" a (Alberto) Fujimori.
(5). La visita a Perú se clausuró con una misa en la que el papa habló de las ciudades, donde existen "las situaciones de dolor e injusticia que a diario se repiten" y que "nos pueden generar la tentación de huir, de escondernos".
(6). Pobreza y desigualdad. El papa denunció que en la ciudad existen personas que "consiguen los medios adecuados para el desarrollo de la vida personal y familiar", mientras que "son muchísimos los no ciudadanos", "los ciudadanos a medias o los sobrantes urbanos".
(7). De estas personas, "que están al borde de nuestros caminos", Francisco señaló que van a vivir "a las márgenes de nuestras ciudades sin condiciones necesarias para llevar una vida digna". "Duele constatar, agregó, que muchas veces entre estos sobrantes humanos se encuentran rostros de tantos niños y adolescentes".
(8). Lamentó que las ciudades y nuestros barrios "que podrían ser un espacio de encuentro y solidaridad, de alegría" se "transformen en un espacio de huida y desconfianza".
(9). Criticó además que sean "un espacio para la indiferencia, que nos transforma en anónimos y sordos ante los demás, nos convierte en seres impersonales de corazón cauterizado y, con esta actitud, lastimamos el alma del pueblo".
(10). Llamó entonces a que "la degradación sea superada por la fraternidad, la injusticia vencida por la solidaridad y la violencia callada con las armas de la paz".
(11). Instó a los jóvenes peruanos que "que descubran en la sabiduría de sus abuelos, de sus ancianos, el ADN que guió a sus grandes santos". "No se desarraiguen", insistió, y a los abuelos y ancianos les exhortó a "transmitir a las jóvenes generaciones las raíces de su pueblo y la sabiduría del camino para llegar al cielo".
(12). "A todos los invito a no tener miedo a ser los santos del siglo XXI", exclamó. Se despidió pidiendo a los peruanos que "cuidasen la esperanza" y que la mejor manera de cuidar la esperanza "es permanecer unidos, para que todos estos motivos que la sostienen, crezcan cada día más". (EFE).

8. Otras frases importantes del Papa en su mensaje a Chile y Perú

a)      Abusos Sexuales: El primer gran mensaje que Francisco pronunció en su viaje fue ante las autoridades de Chile. Pidió públicamente perdón por los casos de abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes en el país.
FRANCISCO
“Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas”.
b)      Mensaje a los privados de libertad: Nunca antes un Papa había visitado una cárcel de mujeres, por lo que este encuentro fue muy significativo. El mensaje que allí pronunció también lo fue: la dignidad es intocable.
FRANCISCO
“Ser privado de libertad no es lo mismo que estar privado de dignidad. No, no es lo mismo. La dignidad no se toca, a nadie, se cuida”.
c)      Denuncia de la plaga de los feminicidios: En Perú hizo una valiente denuncia del feminicidio y la violencia machista. Un drama silencioso al que quiso darle voz.
FRANCISCO
“Quiero invitarlos a luchar contra una plaga que afecta a nuestro continente americano: los numerosos casos de feminicidio. Y son muchas las situaciones de violencia que quedan silenciadas detrás de tantas paredes”.
d)      Denuncia de la cultura del descarte que afecta especialmente a los Indígenas: Primero en Temuco y después en la Amazonia, el Papa denunció la dura cultura del descarte que literalmente “se ceba” con los indígenas.
FRANCISCO
“Es algo que hay que decirlo con fuerza; no son tierra de nadie. Esta tierra tiene nombre, tiene rostros: los tiene a ustedes.¡Esta no es una tierra huérfana, es la tierra de la Madre! Y si hay madre, hay hijos, hay familia, hay comunidad".
e)      No descartar a las ancianas y ancianos: En ese mismo lugar no faltaron críticas a la cultura del descarte. A los jóvenes pidió escuchar a los ancianos. Y puso este ejemplo.
FRANCISCO
“Allí saliendo, cuando hice el recorrido, hay una abuela de 97. ¿Vamos a descartar a la abuela? ¿Qué les parece? ¡No! Porque la abuela es la sabiduría de un pueblo. ¡Un aplauso a la abuela de 97 años!”
f)       Defensa de los jóvenes de los Pueblos originarios: Lo mismo les dijo a los más pequeños en su visita al hogar “El Principito”, en Perú. Les pidió que lucharan por sus orígenes con orgullo.
FRANCISCO
“El mundo los necesita a ustedes, jóvenes de los pueblos originarios, y los necesita tal y como son. No disfrazados, sino como son ustedes” tal y como son. No se conformen con ser el vagón de cola, nunca hay que ser el vagón de cola. Los necesitamos como motor”.
g)      La importancia del Sacramento del Matrimonio: Durante el vuelo a Iquique, en Chile, realizó un gesto que estaba fuera de programa. Casó a esta pareja de asistentes de vuelo.
“Nos dijo: este es el sacramento que hace falta en el mundo. El sacramento del matrimonio. Ojalá que esto motive a las parejas del mundo a tomar el sacramento del matrimonio. Por eso lo hago”.


9. Mensaje del Papa en el avión de regreso a Italia sobre el caso del Obispo acusado de encubridor.
El Papa aseguró también que confía en el obispo chileno Juan Barros, al que algunas víctimas acusan de haber encubierto los abusos del sacerdote condenado Fernando Karadima.
FRANCISCO “En el caso de Barros, se vio, se estudió… Y no hay evidencias. Eso es lo que quise decir. No tengo evidencias para condenar. Y ahí, si yo condenara sin evidencias, o sin certeza moral, cometería yo un delito de mal juez. Lo mejor, el que cree que es así, aportar las evidencias rápido. Si creen que es así honestamente. Yo en este momento no creo que sea así, porque no las hay. Pero tengo el corazón abierto a recibirlas”.
El Papa pidió disculpas a las víctimas de abusos por haberles pedido en unas rápidas declaraciones que demostraran con pruebas que Barros había encubierto. Dice que no pide pruebas, que son imposibles en estos casos, sino evidencias.
FRANCISCO
“De esto tengo que pedir excusas, porque la palabra prueba ha herido, ha herido a muchos abusados. “¡Pero es que tengo que buscar un certificado!” Es una palabra que traduce un principio legal. Y ha herido. Pero les pido perdón. Les he herido sin darme cuenta”.