La
Jornada
4
de octubre del 2017
Bernardo Barranco V.
Los frentes de confrontación
se aben aún más. El papa Francisco enfrenta una atmósfera cada vez más
contaminada que frenan sus reformas. A los escándalos financieros, los reclamos
por la pederastia y las reformas prometidas a la curia parecen empantanadas.
Unos son torbellinos heredados, en otros a Bergoglio le ha faltado pasar a los
hechos. Pasar de las palabras y buenas intenciones a las acciones contundentes.
Ahora enfrenta al ala más tradicionalista de la Iglesia, que no sólo le
reprocha ser modernista, sino le acusa de ser hereje. El Papa argentino encara
un movimiento telúrico conservador dentro de la Iglesia que pretende desmoronar
los vientos de cambios que anunció al inicio de su pontificado. El epicentro se
ubica en las entrañas de la ultraderecha católica más añeja e ilustrada.
La afrenta contra Francisco tiene
su origen en un documento contestatario. La Correctio filialis (corrección
filial), es una carta de 25 páginas firmada originalmente por 40 sacerdotes
católicos y laicos intelectuales conservadores de 11 países. Fue enviada a
Francisco el 11 de agosto y por el hecho de que no ha recibido ninguna
respuesta por parte del Papa, se hizo pública el 24 de septiembre. “Santo
Padre, con profunda aflicción, pero impulsados por la fidelidad a Nuestro Señor
Jesucristo, por el amor a la Iglesia y al papado y por la devoción filial hacia
usted, nos vemos obligados a dirigir una corrección a Su Santidad, a causa de
la propagación de herejías ocasionada por la Exhortación apostólica Amoris
laetitia y por otras palabras, hechos y omisiones de Su Santidad”. Así
comienza la carta firmada por ahora por 62 prelados y eruditos laicos que
contiene la formulación de siete cargos de herejía al papa Francisco. Hay una
clara ambigüedad en la carta; por un lado se asumen muy eclesiales y
respetuosos con el pontífice y, por otro, son muy severos detractores.
El texto sostiene las serias
implicaciones para el futuro de la Iglesia, incluso hace referencia provocar un
posible cisma, acusa al Papa del riesgo de difundir algunas
herejías contenidas en la exhortación, así como en actos y omisiones
posteriores de Francisco. En particular, el Papa es acusado de siete herejías
dictadas, a decir de los firmantes hay una deriva modernista que se propone a
la Iglesia en materia de matrimonio, divorcio y eucaristía. Planteamientos bajo
la influencia de la doctrina luterana y del relativismo actual.
Los nuevos fariseos
tradicionalistas acusan a Francisco de graves y peligrosos errores doctrinales
contenidos en la exhortación apostólica posinodal Amoris laetitia,sobre
todo del estatus eclesial de los divorciados vueltos a casar. Otra de las
acusaciones formuladas contra Francisco es la apertura a los luteranos.
Critican que el Papa tuvo el valor de decir 500 años después que hubo
corrupción en la Iglesia, había apego al dinero y al poder en franca analogía a
las actitudes de numerosos clérigos y prominentes actores de la curia actual.
Francisco es acusado por los
inquisidores contemporáneos de provocar un escándalo para la Iglesia y
para el mundo, en materia de fe y moral, fruto de las ideas de reforma que
Francisco enarbola. Entre los firmantes destacan miembros lefebvristas, el obispo
Bernard Fellay, superior de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X,
históricamente su postura ha estado en contra del Concilio, contra los últimos
papas desde Paulo VI (1897-1978). Otros están cerca del movimiento Tradición,
Familia, Propiedad, que apoyaron en su tiempo a las cruentas dictaduras
sudamericanas. Así como discípulos del católico tradicionalista estadunidense
Michael Novak, teólogo de la cultura que opta por el capitalismo como el
sistema ideal para el desarrollo del cristianismo. ¿Por qué no aparece el
Yunque mexicano? Se le extraña entre los firmantes, ¿por qué no se atrevió
Norberto Rivera a firmar la Correctio, ya que está más cerca
de ella que del pensamiento del actual Papa?
Para Sandro Maggister, vaticanista
crítico de Francisco, el texto es: “Un paso que no tiene igual en la historia
moderna de la Iglesia. Porque es al lejano año de 1333 que se remonta el último
precedente análogo, es decir, una corrección pública dirigida al Papa
a causa de las herejías sostenidas por él, luego efectivamente rechazadas por
el Papa de entonces, Juan XXII”.
La herejía en la tradición
cristiana es la desviación y la concepción religiosa que se apartan, se separan
o agreden el depósito común de la fe. Son las ideas religiosas contrarias a los
dogmas de la doctrina religiosa que deben ser rechazadas por las autoridades
eclesiásticas. Ahora es la ultraderecha católica que se erige en autoridad.
Cuestiona la infalibilidad del Papa y sus planteamientos, calificándolos de
herejes, y le exige corregir sus posturas. Es un atrevimiento que pocas veces
se ha visto en la historia moderna de la Iglesia. Esta derecha
ultraconservadora es en su mayoría antimoderna y percibe las reformas del Papa
como una amenaza. Para ella, Francisco es un Papa acechante que busca nuevas mediaciones
con la cultura moderna. Los gestos y actitudes pastorales de Bergoglio se han
constituido, para los ultraconservadores, en provocaciones a la tradición del
catolicismo. Por tanto, este Papa latinoamericano requiere ser neutralizado y
acotado. Para ello los tradicionalistas católicos están dispuestos aliarse con
la curia damnificada por el Papa, con aquellos episcopados contrarios a
Francisco y con los intelectuales conservadores europeos que reprochan el
populismo tercermundista del pontífice. Con este documento le declara la guerra
al pontífice argentino, ante el beneplácito de los actores curiales que están
viendo perder sus privilegios y estatus.