domingo, 28 de febrero de 2016

Reflexiones sobre la venida del Papa a México; P. Teódulo Guzmán, sj; Feb. 2016

REFLEXIONES ANALITICAS DE LA PALABRA Y LOS SIGNOS DEL PAPA FRANCISCO DURANTE SU VISITA EL PUEBLO DE MEXICO.
José Teódulo Guzmán A., S J

Empiezo diciendo que la visita fue al pueblo de México y no precisamente a sus gobernantes.
En el discurso papal encuentro dos vertientes principales: la eclesial y la social. La segunda muy vinculada a la primera. Y una tercera referida a la espiritualidad ignaciana.

1.- La vertiente eclesial: El papa Francisco retoma y profundiza los lineamientos trazados por el Concilio Vaticano II, principalmente en dos de sus documentos principales, Lumen Gentium y Gaudium et Spes, con alguna referencia al documento sobre Ecumenismo.
El papa evoca la presencia y actividad de la Iglesia como pueblo que peregrina en el mundo al servicio de toda la humanidad y no tanto como jerarquía que dictamina lo que debe creer y hacer la feligresía. Y al igual que la Lumen Gentium, el papa Francisco coloca como sujeto principal de la actividad del pueblo cristiano, en primer plano, a todo el pueblo de Dios y después a la jerarquía.  Al mismo tiempo, mientras tiene palabras de aliento, de consuelo y de exhortación paternal para el pueblo (jóvenes, indígenas, familias, encarcelados, etc.). fustiga claramente con pronunciamientos severos al alto clero, arzobispos y obispos. Claramente les dice que no se consideren príncipes de la iglesia sino servidores del pueblo de Dios. Y después, en Morelia, bajita la mano, les dice a los religiosos(as), sacerdotes y seminaristas, que le echen ganas al servicio pastoral con el pueblo, principalmente con los pobres y marginalizados, y que no se estanquen en la inercia ni en la rutina, ni se refugien en las sacristías; que salgan a la intemperie para comprender lo que experimentan y padecen sus feligreses.

2.- La vertiente social: Es obvio que retoma ls grandes directrices de Gaudium et Spes, principalmente en lo referente a la dignidad de la persona, los derechos humanos (claramente  reiteraen varios momentos el NO al descarte de cualquier ser humano y a la primacía del dinero.
El papa ha subrayado en varios contextos de su visita “la riqueza de la persona humana: “Ustedes son la riqueza de esta nación, pero hay que transformarla en esperanza” ha dicho a los jóvenes. Y ha recalcado que todos tienen derecho al trabajo, a ser apreciados como personas, a ser tenidos en cuenta y no ser desvalorizados.
Ha sido notoria también su insistencia en el diálogo para eliminar la violencia y construir la paz y el futuro con justicia y dignidad. No dejarse instrumentalizar por los criminales y los traficantes de la muerte.

3.- Finalmente, aparecen, en alguna forma, como telón de fondo, remembranzas de la espiritualidad ignaciana, cuando el papa Francisco insiste en la centralidad de Jesucristo como camino de luz y de salvación. Recordemos que para San Ignacio la figura y la praxis de Jesucristo son fundamentales.  Asimismo, cuando evoca las consecuencias de caer en la triple tentación del desierto que enmarcó el inicio de la vida pública de Jesús. Este cuadro nos trae a la memoria la meditación de Las Dos Banderas, en los Ejercicios Ignacianos. También las referencias que hace el papa al discernimiento.
Y finalmente, la opción por los pobres, y la misión del cristiano y de los jerarcas de la iglesia, que exige la vinculación intrínseca entre la evangelización y la promoción de la justicia, proclamada por la Congregación General 32 de la Compañía de Jesús.

4.- Y por último, los signos con que el papa rubrica sus palabras son de cercanía afectuosa, solidaridad paternal y atención comprensiva cuando es aclamado por las multitudes o tocado por niños, enfermos e indígenas. Tal pareciera que se asemeja al Jesús de los evangelios sinópticos, cundo narran que la gente se agolpaba en los lugares por donde pasaba Jesús, para tocar al menos la orla de su manto y así encontrar la curación de sus enfermedades y dolencias.

Yo diría que por fin tenemos un pontífice que sabe conmoverse y sentir profundamente los gozos y esperanzas, las carencias y dolencias del pueblo creyente.    

TRIBUNA, EL PAÍS. Francisco en un país conservador; 17 de febrero del 2016

En ninguna otra visita el papa Francisco habló tan fuerte y claro a los obispos, como en México
En ninguna otra visita el papa Francisco habló tan fuerte y claro a los obispos, como en México. Tampoco en ninguna otra visita el pontífice ha hablado sin ambages de la corrupción, el narcotráfico y la violencia, como en México. Frente a los políticos que fueron a sacar raja política de su presencia, como a las masas acostumbradas a adorar al icono papal más que a su catequesis.
Francisco ha visitado uno de los países católicos más conservadores del mundo. Junto con el colombiano, el episcopado mexicano es el más retrógrado y elitista de América Latina. Por eso Juan Pablo II visitó el país cinco veces y por eso los católicos se sienten aún más cómodos con él. Bergoglio tuvo que pensar dos veces si quería ir a México. La presión e invitación corrió por cortesía del gobierno mexicano. Sabía que aunque pudiera tener discursos incómodos sería mejor para darle respiro a la coyuntura social y política que ahoga a la Presidencia.
Pero el Papa lo sabía bien. ¿A qué iba a México si el episcopado apenas lo tolera? ¿a qué ir a México si los obispos mexicanos, en general, van muchos pasos atrás que Francisco prácticamente en todas las dimensiones pastorales que hoy impulsa el papado? Pero el gobierno insistió. Querían aprovechar lo que de cualquier forma genera el fenómeno papal en México. Los números ya se han publicado. Millones de pesos invertidos en promocionar a los gobernadores anfitriones, millones de pesos obtenidos por la comercialización de la visita, un gobierno federal que hizo comunicación política para su beneficio a costa de la figura papal.
Pero Bergoglio, como buen jesuita, no sólo no es corto en las artes de la estrategia y tácticas políticas, sino que, como decía San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús: “hay que entrar con la de ellos para salir con la nuestra”. Estos días en Argentina he recogido multitud de testimonios de quienes trabajaron con Bergoglio, tanto en su faceta de provincial de los jesuitas como de obispo y Arzobispo. Todos alaban su claridad política para incomodar a los poderosos, sean caciques o políticos profesionales. Y todos aseguran que cuando los políticos van, él ya regresó.
¿Quién utilizó mejor la visita para sus propósitos? ¿el gobierno o el Papa?. Seguro que cada parte hará las cuentas y verá los rendimientos. Pero Bergoglio aprovechó la presión del gobierno mexicano para escoger lugares políticamente calientes y desde ahí construir un discurso de empoderamiento civil resucitando aspectos clave de la teología de la liberación pero con lenguaje pontificio nuevo, simple, de la calle, el necesario para movilizar a unas bases católicas adormecidas por la alienación religiosa.
Francisco proviene de una iglesia entregada a la dictadura argentina y cómplice de la peor violación a los derechos humanos en la historia de ese país. Sabe lo que es una iglesia política aliada al poder político. Él lo vivió desde una iglesia que no se hizo cómplice de los militares pero que tampoco se alineó a la iglesia militante de la teología de la liberación que se articuló social y políticamente para enfrentar por cualquier medio a la dictadura. Hoy personificado en Francisco se ha puesto más del lado de esa iglesia de base alejada de los intereses políticos y ocupada de la agenda de los excluidos y la defensa a ultranza de la dignidad de las personas y los derechos humanos.
Si México fue clave para Juan Pablo II para reafirmar un catolicismo no comprometido socialmente, espiritualizado y aliado al poder político cuyo emblema fue Marcial Maciel, hoy Francisco vio en México la oportunidad de revertir ese proceso y relanzar un catolicismo preocupado por la justicia, los empobrecidos, los oprimidos, justo en un país acostumbrado a que la religión cumple el papel de opio del pueblo.
Francisco en sus discursos y homilías en México ha recuperado la esencia de la teología de la liberación: la fe cristiana tiene que ser un instrumento de liberación de los pueblos. ¿Liberación de qué? De la injusticia estructural, de la impunidad, de la corrupción, de la violencia, del narcotráfico. Para este papado los cristianos tienen que complementar el templo con la calle, el rezo con el compromiso social, la convicción de fe con la autoafirmación ciudadana mejorando la polis. El papa ha creído que México era la oportunidad adecuada para espabilar a los católicos dormidos en el sueño de la indiferencia social y la dejadez política. Ha sido la ocasión propicia para evidenciar que los obispos deberían oler más a pueblo y no a campos de golf.
En Buenos Aires todos recuerdan a Bergoglio en el metro, en el bus urbano, en las villas miseria, sin coche y sin secretaria, viviendo en un cuarto sencillo. En México no estamos acostumbrados a ver a los obispos así, salvo las excepciones de Samuel Ruiz, Sergio Méndez Arceo, Pepe Llaguno, Arturo Lona, Sergio Obeso y ahora, Raúl Vera. Pocos, excluidos, atacados y vistos como bichos raros en el episcopado. Pero esa iglesia comprometida socialmente siempre ha existido en México, periférica, pero hoy reconocida e impulsada. En un encuentro de Francisco con los jesuitas mexicanos, que no pertenecía a la agenda pública, él les dijo: “sigan trabajando, por la dignidad, por la dignidad de Jesús. Que no termine negociado en la cruz para que vivan mejor los que lo crucifican”.
No sabemos si esta visita papal hará que México siga siendo esencialmente conservador. Él se va , pero se quedan los jesuitas y muchas congregaciones religiosas que han apostado, no ahora, sino desde el Concilio Vaticano II, por unir fe y justicia. Francisco ha movido las entrañas de nuestra sociedad y de la jerarquía católica. Veremos pronto sus consecuencias.
* Juan Luis Hernández es politólogo, Director del Departamento de Ciencias Sociales de la universidad jesuita en Puebla.


ANTES QUE SEA TARDE, J. A. Pagola; 3er dom. de Cuaresma.

Había pasado ya bastante tiempo desde que Jesús se había presentado en su pueblo de Nazaret como Profeta, enviado por el Espíritu de Dios para anunciar a los pobres la Buena Noticia. Sigue repitiendo incansable su mensaje: Dios está ya cerca, abriéndose camino para hacer un mundo más humano para todos.
Pero es realista. Jesús sabe bien que Dios no puede cambiar el mundo sin que nosotros cambiemos. Por eso se esfuerza en despertar en la gente la conversión: "Convertíos y creed en esta Buena Noticia". Ese empeño de Dios en hacer un mundo más humano será posible si respondemos acogiendo su proyecto.
Va pasando el tiempo y Jesús ve que la gente no reacciona a su llamada como sería su deseo. Son muchos los que vienen a escucharlo, pero no acaban de abrirse al "Reino de Dios". Jesús va a insistir. Es urgente cambiar antes que sea tarde.
En cierta ocasión cuenta una pequeña parábola. Un propietario de un terreno tiene plantada una higuera en medio de su viña. Año tras año, viene a buscar fruto en ella y no lo encuentra. Su decisión parece la más sensata: la higuera no da fruto y está ocupando inútilmente un terreno, lo más razonable es cortarla.
Pero el encargado de la viña reacciona de manera inesperada. ¿Por qué no dejarla todavía? Él conoce aquella higuera, la ha visto crecer, la ha cuidado, no la quiere ver morir. Él mismo le dedicará más tiempo y más cuidados, a ver si da fruto.
El relato se interrumpe bruscamente. La parábola queda abierta. El dueño de la viña y su encargado desaparecen de escena. Es la higuera la que decidirá su suerte final. Mientras tanto, recibirá más cuidados que nunca de ese viñador que nos hace pensar en Jesús, "el que ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido".
Lo que necesitamos hoy en la Iglesia no es solo introducir pequeñas reformas, promover el "aggiornamento" o cuidar la adaptación a nuestros tiempos. Necesitamos una conversión a nivel más profundo, un "corazón nuevo", una respuesta responsable y decidida a la llamada de Jesús a entrar en la dinámica del Reino de Dios.
Hemos de reaccionar antes que sea tarde. Jesús está vivo en medio de nosotros. Como el encargado de la viña, él cuida de nuestras comunidades cristianas, cada vez más frágiles y vulnerables. Él nos alimenta con su Evangelio, nos sostiene con su Espíritu.
Hemos de mirar el futuro con esperanza, al mismo tiempo que vamos creando ese clima nuevo de conversión y renovación que necesitamos tanto y que los decretos del Concilio Vaticano no han podido hasta hora consolidar en la Iglesia.

José Antonio Pagola

3er Domingo de Cuaresma; Fernando Fernández Font, sj; 28 de febrero del 2016

Éxodo 31-8. 13-15; Salmo 102; 1ª Corintios 101-6. 10-12; Lucas 131-9

Estamos ya en el 3er domingo de cuaresma; y en nuestros oídos sigue resonando la invitación, quizá la más radical, de todo este tiempo: “Conviértanse –dice el Señor- porque ya está cerca el Reino de los cielos”. “Convertirse” o “conversión” implica dar un giro en la vida, hacer un cambio. Pero, ¿qué tipo de cambio tenemos que realizar, hacia dónde tenemos que dar vuelta?
El primero, según la liturgia de este domingo, es a dar fruto. En la higuera estéril del Evangelio estamos representados todos. Es una higuera frondosa, grande, que incluso da sombra; pero no basta. La higuera está llamada a “dar más”; su vocación, su esencia, es dar frutos y frutos abundantes; pero eso no está pasando. De alguna manera, el personaje que le propone al viñador que ya se arranque esa higuera para no que no esté ocupando un lugar, es Dios mismo: urge dar fruto. Pero el Viñador, que en realidad es Cristo mismo, pide una nueva oportunidad: “Señor, déjala todavía este año”.
Es el Señor Jesús quien se convierte en abogado de nuestra causa: Él no nos arranca, no nos quita la vida, no nos descarta; sino que se compromete con cada uno y le ofrece a Dios hacerse solidario con nosotros para que seamos capaces de dar fruto: él mismo aflojará la tierra, le echará abono, la regará…; es decir, hará todo lo posible para que podamos dar frutos. Pide un ciclo completo, un año, para verificar si somos o no capaces de eso y, entonces, según los resultados, nos arrancará o no.
Sin embargo, el “ciclo” representa toda nuestra vida; la paciencia de Dios es infinita. Es justo lo que dice el Salmo: “El Señor es compasivo y misericordioso…”: nos perdona, nos cura, nos rescata; “Es lento para enojarse y generoso para perdonar”. Siempre estará aguardando a que “nos convirtamos” y comencemos a ser realmente productivos: no sólo se trata de dar sombra, sino frutos; no sólo no hacer el mal, sino realizar el bien. Y ahí está la maravilla de Dios: Él mismo, en la persona de Jesús, se compromete a poner las condiciones que nos permitirán realizar nuestra esencia, nuestra vocación. Él nos da una oportunidad más y se compromete con nosotros; pero es obvio que somos nosotros quienes tendremos que responder; que convertirnos.
Pero, ¿hacia dónde? ¿Qué tenemos que hacer? La Primera Lectura lo dice con toda claridad, en una narración maravillosa. Dios atrae a Moisés mediante un signo que trasciende la realidad del mundo: un fuego que no se apaga; una energía que desborda cualquier elemento de nuestra realidad. Moisés se acerca, hasta que Dios le dice que se detenga, porque la tierra que está pisando es sagrada. Entonces viene la primera petición: “¡Quítate las sandalias!”. Es decir, el primer rasgo de nuestra conversión ha de ser la reverencia absoluta hacia lo trascendente, hacia Yahvé, hacia Dios. No podemos banalizar lo sagrado; el respeto y la reverencia hacia el misterio han de ser totales.
Y es hasta que Moisés tiene esa actitud, que Dios le puede manifestar su voluntad, su deseo de liberar al pueblo de Israel que ha sido esclavizado por los egipcios. De manera totalmente sorprendente, comienza por manifestarse como un Dios interesado realmente por el dolor y sufrimiento de sus hijos; y de una forma profundamente humana le refiere a Moisés cómo ha visto la opresión de su pueblo; cómo ha oído sus quejas contras los opresores; cómo conoce sus sufrimientos. Yahvé es un Dios cercano, interesado por la suerte que ha venido teniendo Israel.
Ante esa realidad, manifiesta su voluntad: ha descendido para librar a su pueblo de la opresión, para sacarlo y llevarlo a una tierra que mana leche y miel. “Ahora, pues, ve; yo te envío a Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto”.
En la figura de Moisés y en el mandato que le confía Yahvé se concreta la invitación que hoy nos vuelve a hacer Dios para dar fruto: la opresión del pueblo sigue y Él nos envía a liberarlo. “Convertirnos”, entonces, no es sólo “dar buena sombra”, sino dar “frutos”. Y frutos en una dirección muy concreta: colaborar con otros para que esas inmensas mayorías de sus hijos, dejen de ser oprimidos y esclavizados por los “Faraones” de nuestro tiempo, como lo señaló el mismo Papa.
Por supuesto que la misión nos desborda; el mismo Moisés se sintió así, pero Yahvé le ofreció ir con Él con “brazo fuerte y mano poderosa”.
Cuaresma, entonces, no es sólo apartarnos de nuestros pecados, sino comprometernos con aquello que a Dios le interesa: quitar el sufrimiento de sus hijos.

Confiados en Él y en su presencia, preguntémonos cada uno la conversión que tenemos que realizar.

domingo, 21 de febrero de 2016

Visita del Papa; Sergio Aguayo; PROCESO; 24 de enero del 2016

Vivimos una guerra irregular y de larga duración contra el crimen organizado. En ella, las intervenciones u omisiones de múltiples actores dan cadencia y destino a las batallas y etapas del conflicto. Recientemente han aparecido señales de que la Iglesia católica comenzó a confrontar abiertamente a los criminales.
Entre los países del mundo occidental, México posee el primer lugar de religiosos católicos asesinados por el crimen organizado. De 1990 a 2015 han sido ejecutados un cardenal, 39 sacerdotes, un diácono y cuatro frailes. Es una tendencia al alza, pues durante los tres años de gobierno de Enrique Peña Nieto han caído 11 sacerdotes (cifras del Centro Católico Multimedial, CCM). Si a lo anterior añadimos los secuestros, los 500 casos de extorsión denunciados y los robos que padecen, se fortalece la hipótesis de que en esta nación hay una persecución religiosa extendida a todas las Iglesias; es diferente a la observable en el Medio Oriente, África o Asia, pero sus consecuencias son similares.
Al interior de los círculos católicos, la explicación más común sobre las causas de este fenómeno la resume Jorge E. Traslosheros, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM: El crimen organizado agrede como parte de una estrategia de adquisición de poder y dinero. Se trata de intimidaciones o “asesinatos ejemplares” para aterrorizar a las comunidades luego de paralizar a quienes las acompañan. Al eliminar o desterrar al sacerdote o a la monja comprometidos, se anula a figuras clave en la formación de capital social positivo, y se erosiona el orden basado en la legalidad y en los valores de civilidad. Es una agresión que aprovecha la ausencia del Estado, la corrupción y la impunidad.
Ante la gravedad de la situación, sorprende la tibieza de los comunicados difundidos por la jerarquía eclesiástica. Ha habido pronunciamientos, por supuesto, pero es necesaria una condena y acciones más enérgicas por parte del episcopado. Por ejemplo, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) se reunió con el presidente Peña durante 2015, pero frente a él guardó silencio respecto de los actos violentos y los asesinatos de sus miembros. Como si los jerarcas no quisieran importunar a los poderosos con quienes conviven todo el tiempo.
Cuando aparece la violencia extrema, la actitud más común de personas e instituciones es la de refugiarse en las trincheras del silencio y susurrar sus angustias y miedos en los espacios cerrados de los pequeños círculos. La violencia política de la década de 1970 mostró las dos caras de la Iglesia católica: un sector elevó la voz a favor de las víctimas y las acompañó, mientras que otro guardó un silencio servil y cómplice. La violencia criminal que aqueja a buena parte del Continente Americano plantea un reto de enorme complejidad a la Iglesia del siglo XXI.
En el caso mexicano, la Iglesia católica ha cambiado en la medida en que se incrementa el número de bajas y se sienten los efectos de un Papa, Francisco, que pide a sus jerarcas salir a la periferia a escuchar los lamentos de su pueblo. Algunos han respondido a ese llamado, confirmado por el Papa al nombrar cardenal al arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, quien en su trabajo pastoral no ha vacilado en denunciar los estragos causados por el crimen organizado en Michoacán. En noviembre pasado, los obispos de Acapulco emitieron un “Compromiso por Guerrero y con la Paz” que incluyó consideraciones y propuestas bastante refinadas. Ante el abominable asesinato de Gisela Mota, alcaldesa de Temixco, el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, se trasladó a la casa de la asesinada a oficiar una misa de cuerpo presente, donde criticó abiertamente a criminales y a funcionarios.
Me detengo en un hecho muy sintomático y poco conocido fuera de algunos círculos católicos: En mayo de 2014 se instaló en territorio mexicano una oficina de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre. Desde que fue creada en 1947, su misión ha sido auxiliar pastoralmente a la Iglesia necesitada o víctima de la persecución en cualquier parte del mundo. Durante una amplia conversación con motivo de esta columna, la directora de la oficina en México de esta fundación, Julieta Appendini, expresó con claridad su diagnóstico y objetivos: “Las mafias (criminales) están muy bien articuladas, pero el trabajo para hacer el bien en México –y pienso en el trabajo desde la Iglesia– ha tenido muchos problemas (…). No está en el papel, pero uno de los principales objetivos de la oficina de Ayuda a la Iglesia que Sufre en México es articular el trabajo social y humanitario de la Iglesia en [el país], y de los colaboradores de la Iglesia, principalmente los organismos civiles de inspiración cristiana”.
En suma, las instituciones católicas comienzan a entender que deben enfrentar con mayor claridad la violencia criminal. Como eso mismo hacen otras fuerzas y actores, me aventuro a establecer una hipótesis: Se ha iniciado en México una etapa ya recorrida por Italia, Estados Unidos y Colombia, países que lograron acuerdos nacionales contra el crimen organizado. La Iglesia puede jugar un papel importante en ese proceso, siempre y cuando resuelva diversos retos. El principal es trascender su enorme, infinita diversidad para lograr un consenso acerca de cómo debe relacionarse con el Estado, acompañar a las víctimas y atender los problemas de fondo. Es una tarea de enorme complejidad que tiene más posibilidades de cuajar si el Papa Francisco lanza un mensaje claro y directo durante su próxima visita a México.
¿Se pronunciará públicamente sobre esta violencia criminal que asecha a la Iglesia católica y otras aberraciones, o mantendrá un discreto y diplomático silencio? ¿Pedirá a sus obispos que protejan la integridad y la vida de su cuerpo eclesial y de la población? ¿Les recordará que su deber es salir a la periferia que, en el caso de México, se localiza en las trincheras de la guerra irregular? No lo sabemos. Los secretos mejor guardados son el contenido, el lugar y el tono de los discursos que pronunciará Francisco durante su visita. En la Historia, pesan las acciones de actores individuales. El Papa puede ser determinante para que el despertar católico sea una realidad. Las víctimas y México lo necesitan. l

Comentarios: www.sergioaguayo.org
Colaboró con información e ideas Emilio González González. Agradezco las sugerencias de Bernardo Barranco Villafán.


La frustración de Francisco; Raymundo Riva Palacio; 4 de febrero del 2016

 La diplomacia vaticana ha sido menos delicada con el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto de lo que se hubiera pensado. Contra todos los antecedentes de visitas papales, a 9 días de que Francisco llegue a México, los mensajes sobre la insatisfacción que sienten con el gobierno, con su manejo y con las dificultades que hubo para poder fijar una agenda del interés de El Vaticano y no de Los Pinos, ha producido expresiones públicas inusitadas. La última, del Papa mismo, quien en una entrevista colectiva este miércoles denunció la corrupción, la violencia y el narcotráfico en México. No es la primera vez que se refiere a estos temas, pero en vísperas de su arribo, sus palabras traen un cargamento políticamente explosivo.

El Vaticano está marcando su territorio, ante los intentos para alterar y modificar la agenda del Papa. En diciembre pasado se mencionó en este espacio las peticiones específicas del gobierno a Roma para que excluyera a Guerrero de sus destinos y homilías, y que no se refiriera a los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. El principal negociador de la visita, Roberto Herrera Mena, director de Asuntos Religiosos de la Presidencia, también buscó sustituir Chiapas por Campeche como destino papal, aduciendo que nunca había estado en ese estado y que el gobernador los trataría maravillosamente. Cuando le dijeron que iba a tener una comida con indígenas en Chiapas, Herrera Mena ofreció organizar la comida con todo e indígenas. El rechazo fue inmediato. El Papa hablaría con indígenas verdaderos convocados por la diócesis de San Cristóbal de las Casas.

Herrera Mena, muy cercano a Peña Nieto desde sus tiempos en la gubernatura, estaba acostumbrado a otro tipo de relación. Él llevaba el trato con la Conferencia Episcopal Mexicana, cuya sede está en el Estado de México, y quien llevaba anualmente a Peña Nieto a comer con ellos al final de sus asambleas. Les llevaba regalos, y actuaba como un concierge divino para sus necesidades materiales: camionetas para transportarse, boletos de avión para ir a Roma, y otras canonjías terrenales.

En El Vaticano descubrió otro manejo. Por ejemplo, cuando propuso que el Pontífice, en vez de ir a Ecatepec fuera a Toluca, el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, le respondió ¿por qué no Atlacomulco?, ¿De verdad?, respondió Herrera, según fuentes de la Iglesia. Era una broma. No sabía que el cardenal Parolin había sido el número tres de la Nunciatura en México, hace 25 años, cuando el embajador vaticano era Girolamo Prigione.
El gobierno buscaba llevarlo a territorios alejados de la conflictividad social, que no fueran a convertir una fiesta católica en México, en una angustiante gira para Los Pinos. La información que tenía el Papa no era la que le pintaban los funcionarios mexicanos. Durante muchos meses, por ejemplo, sacerdotes mexicanos peregrinaron a Roma para denunciar la extorsión de los cárteles de las drogas para no atacar sus iglesias, y cómo las autoridades los habían ignorado. De alguna manera a eso obedeció la filtración de un correo electrónico que envió a su amigo Gustavo Vera en Argentina, donde hablaba del peligro que su país se mexicanizara, como consecuencia de la corrupción y violencia que se vivía en México por el narcotráfico.
Directamente por la Nunciatura y por varios cardenales mexicanos se enteró de primera mano de lo sucedido en Guerrero con la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, cuya causa fue tomada por los jesuitas –la orden a la que pertenece–, y que adquirió tintes contestatarios cuando en diciembre de 2014 el embajador vaticano, Christophe Pierre, ofició una misa en la normal rural. La oposición del gobierno mexicano a que Francisco fuera a Guerrero frustró la visita que había negociado la exsubsecretaria de Gobernación para Asuntos Religiosos, Mercedes Guillén, en marzo del año pasado. El activismo jesuita por la causa de los normalistas y los desaparecidos no ceja, y será uno de los temas de homilía del papa Francisco en México.

Muchas reivindicaciones se esperan con Francisco. Una muy notoria es la visita y oración que hará en San Cristóbal de las Casas a la tumba del dominico obispo Samuel Ruiz, que trabajó por los indígenas y estuvo muy cerca del nacimiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Otra, poco publicitada, fue el inicio de proceso de santificación de José Sánchez del Rio, un joven de 14 años que durante la Guerra Cristera fue asesinado por soldados del gobierno de Plutarco Elías Calles, fundador del PRI. El joven fue beatificado en 2005 por Benedicto XVI, pero con el proceso iniciado en vísperas de su viaje a México, Francisco lo hará santo.

El viaje no será como las cinco visitas de Juan Pablo II y la de Benedicto XVI. Esta será altamente contestataria contra el gobierno. Lo anticipó Francisco este miércoles en Roma. Orará en México y con los mexicanos, dijo, para que “los problemas de violencia, corrupción, y de todo lo que ocurre se resuelva, porque el México de la violencia, de la corrupción, del narcotráfico y de los cárteles no es el México que nuestra madre quiere”. Francisco dijo que “no va a tapar nada de eso”, pero que estimulará a todos a combatir cotidianamente esos males. En un contexto diferente y con problemas distintos, Juan Pablo II dijo palabras similares en Polonia, y ya se vio qué sucedió con el cambio de metabolismo en los polacos.


Pronunciamiento del Centro de Derechos Humanos de San Cristobal, Chiapas, ante la visita del Papa Francisco:

Feb. 14 ‘16
  
Desde este Centro de Derechos Humanos, saludamos y damos la bienvenida al Papa Francisco a Chiapas, tierra donde históricamente los Pueblos han emprendido una lucha de resistencia y de emancipación frente a los diversos procesos de colonización que han pretendido truncar la vida y la diversidad de Pueblos que habitan y viven en este territorio.

A lo largo de siglos los Pueblos en su andar han forjado un horizonte como sujetos históricos, siembran y construyen su libertad, a pesar del temporal de dominación que pretende someterlos a un destino de muerte, tal como lo denunció Fray Bartolomé de Las Casas en 1552, en su texto Brevísima relación de la destrucción de las Indias.

Esta realidad no sólo se circunscribe a la geografía chiapaneca y territorialidades indígenas, sino que el ángel de la muerte ronda en todo el país, infundiendo miedo y terror en cada corazón, en cada habitante, en cada hogar azotado por el torbellino de la impunidad. Las violaciones sistemáticas a los derechos humanos y las acciones del crimen organizado coludido con los gobiernos en todos sus niveles, ha convertido al Estado mexicano en un Estado criminal, en una dictadura institucionalizada.

Los Pueblos organizados, que a fuerza del desprecio y discriminación de los gobiernos y las vejaciones a su dignidad, no creen más que la justicia venga de un gobierno como el de México, ya que éste instrumentaliza las leyes y crea reformas para beneficio e intereses de los poderosos que imponen un sistema de opresión, alienación y despojo que los condena a su desaparición y pauperización como pueblos.

Nosotras y nosotros caminamos con los principios fundamentales de jTatik Samuel Ruiz García, fundador y Presidente de este Centro de Derechos Humanos, para quien la opción por los pobres como ethos de vida fue un principio básico en su caminar, por lo que este Centro es para y de los Pueblos que se organizan y luchan diariamente por su liberación ante el sistema político-económico de destrucción y muerte.

Hemos tenido la oportunidad y el privilegio de caminar como acompañantes de los Pueblos originarios, campesinos y campesinas quienes nos han compartido día a día el sufrimiento y dolor causados por la injusticia estructural, que se expresa en una constante y continua discriminación y represión, privación arbitraria de libertad, privación arbitraria de la vida, desaparición forzada, desplazamiento forzado, tortura, ejecución extrajudicial, feminicidio, violencia sexual y todo tipo de violencia contra las mujeres, agresión a migrantes... siendo esta una guerra contra los Pueblos que no termina, sino que se profundiza.

La política de manipulación que implementa el Estado genera fracturas en los Pueblos de México, que van desde la cooptación de los líderes de organizaciones sociales, hasta la creación de los programas asistenciales, que representan una nueva colonización del pensamiento, que ocasionan la pérdida de la capacidad de autogestión, destruye la convivencia comunitaria, y pulveriza el tejido social.

Hoy en día los Pueblos originarios, campesinos y campesinas enfrentan muros que tienen que romper para gozar sus derechos humanos individuales y colectivos. Su contexto y realidad son surcados por tiempos sombríos. El manto de la injusticia quiere socavar la dignidad de un Pueblo que no claudica ni se deja derrotar.

Pareciera que la llama de la esperanza muere lentamente, pero no así la llama de la resistencia que está viva entre los Pueblos que van construyendo sus alternativas de vida, su libre determinación basada en la autonomía, creando instituciones propias, formas de organización, su propio caminar, su propia vida.

Deseamos de corazón que la presencia y palabra del Papa Francisco entre nosotras y nosotros anime los corazones y fortalezca los trabajos por la justicia, la defensa de la vida y de nuestra madre tierra.

Consejo directivo:
Monseñor José Raúl Vera López
Blanca Isabel Martínez Bustos
Dolores González Saravia
Gonzalo Bernabé Ituarte Verduzco
José Jorge Santiago Santiago
José de Jesús Landín García
Luvia Hernández Castellanos
Pedro Gutiérrez Jiménez
Rosa Estela Rodríguez Barrientos


2° Dom. de Cuaresma; Escuchar sólo a Jesús; José Antonio Pagola; Feb. 21 '16

Génesis 15, 5-12. 17-18; Salmo 26; Filipenses 3, 17 - 4, 1; Lucas 9, 28-36
ESCUCHAR SOLO A JESÚS
Escuchadlo.
La escena es considerada tradicionalmente como "la transfiguración de Jesús". No es posible reconstruir con certeza la experiencia que dio origen a este sorprendente relato. Sólo sabemos que los evangelistas le dan gran importancia pues, según su relato, es una experiencia que deja entrever algo de la verdadera identidad de Jesús.
En un primer momento, el relato destaca la transformación de su rostro y, aunque vienen a conversar con él Moisés y Elías, tal vez como representantes de la ley y los profetas respectivamente, sólo el rostro de Jesús permanece transfigurado y resplandeciente en el centro de la escena.
Al parecer, los discípulos no captan el contenido profundo de lo que están viviendo, pues Pedro dice a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Coloca a Jesús en el mismo plano y al mismo nivel que  a los dos grandes personajes bíblicos. A cada uno su tienda. Jesús no ocupa todavía un lugar central y absoluto en su corazón.
La voz de Dios le va a corregir, revelando la verdadera identidad de Jesús: «Éste es mi Hijo, el escogido», el que tiene el rostro transfigurado. No ha de ser confundido con los de Moisés o Elías, que están apagados. «Escuchadle a él». A nadie más. Su Palabra es la única decisiva. Las demás nos han de llevar hasta él.
Es urgente recuperar en la Iglesia actual la importancia decisiva que tuvo en sus comienzos la experiencia de escuchar en el seno de las comunidades cristianas el relato de Jesús recogido en los evangelios. Estos cuatro escritos constituyen para los cristianos una obra única que no hemos de equiparar al resto de los libros bíblicos.
Hay algo que sólo en ellos podemos encontrar: el impacto causado por Jesús a los primeros que se sintieron atraídos por él y le siguieron. Los evangelios no son libros didácticos que exponen doctrina académica sobre Jesús. Tampoco biografías redactadas para informar con detalle sobre su trayectoria histórica. Son "relatos de conversión" que invitan al cambio, al seguimiento a Jesús y a la identificación con su proyecto.
Por eso piden ser escuchados en actitud de conversión. Y en esa actitud han de ser leídos, predicados, meditados y guardados en el corazón de cada creyente y de cada comunidad. Una comunidad cristiana que sabe escuchar cada domingo el relato evangélico de Jesús en actitud de conversión, comienza a transformarse. No tiene la Iglesia un potencial más vigoroso de renovación que el que se encierra en estos cuatro pequeños libros.


domingo, 14 de febrero de 2016

La Iglesia no necesita de príncipes; Bernardo Barranco V. La Jornada, 14 de febrero del 2016

Francisco ya está en México. Después de su escala en La Habana, llega a nuestro país haciendo válida su promesa expresada en el avión: voy hablar claro. Llegó al aeropuerto Benito Juárez, después de ejecutar una delicada misión, haberse acercado a la Iglesia ortodoxa rusa.
Para Francisco, el encuentro con Kiril, patriarca de Moscú, ha sido un rotundo éxito. Las perspectivas de unidad del cristianismo se abren con expectativas gigantescas. La Iglesia ortodoxa rusa será una poderosa vía para que un Papa visite Rusia; ahí Francisco también tenderá puentes entre el gobierno de Putin y el estadunidense, relaciones que se han erosionado en años recientes.
El patriarca ortodoxo ruso trae una agenda propia. Así lo afirmó en su mensaje, que las iglesias cristianas cierren filas ante el asecho del fundamentalismo islámico en Medio Oriente y África del norte.
Francisco se enfrenta en el país a diversas realidades y expectativas. Ante la clase política mexicana, en Palacio Nacional, Bergoglio fue claro y contundente al preguntar ¿qué México queremos y qué México le vamos heredar a los jóvenes? Reprocha a la élite mexicana que el bien común “no goza de buen mercado… El beneficio de unos pocos en detrimento de las mayorías se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión, la violencia, el tráfico de personas, secuestro y muerte”. El reclamo parece que no hizo mella, pues se le aplaudía con entusiasmo y todos querían estrecharle la mano y tomarse una foto con el ilustre visitante.
El siguiente mensaje de Francisco a la Conferencia del Episcopado Mexicano es una pieza que merece ser analizada con detenimiento y profundidad. Es un discurso largo, de más de 4 mil 500 palabras, denso en referencias doctrinales, teológicas y pastorales. Sin embargo, tiene duras pinceladas y reconvenciones a los obispos mexicanos. Reconoce que el Episcopado está dividido y les pide que se peleen como hombres, entiendo con lealtad y no como machos. Advierte: “sean por lo tanto obispos de mirada limpia, de alma transparente, de rostro luminoso. No le tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa; no pongan su confianza en los ‘carros y caballos’ de los faraones actuales, porque nuestra fuerza es la columna de fuego”.
Dentro de la imponente Catedral Metropolitana de la arquidiócesis primada de la Ciudad de México, Francisco invita a los obispos a una conversión pastoral y al Episcopado a ser un factor profético frente a temas como narcotráfico, migrantes, exclusión y sobre todo ser referente de esperanza para los jóvenes. El Papa les pide a los obispos no refugiarse en condenas genéricas, tener coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir, gradualmente, a entretejer aquella delicada red humana, sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados por tal insidiosa amenaza. Sólo comenzando por las familias; acercándonos y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando a las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, las comunidades políticas, las estructuras de seguridad; sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas, sea la vida de quien muere como víctima, sea la de quien delante de Dios tendrá siempre las manos manchadas de sangre, aunque tenga los bolsillos llenos de dinero sórdido y la conciencia anestesiada.
Francisco recupera el repertorio de su teología pastoral, tratando de cimbrar la modorra y confort de los obispos mexicanos al sentenciarles: ¡ay de ustedes si se duermen en los laureles! Por tanto, les suplica que es necesario superar la tentación de la distancia, catálogo dijo, presente en esta Conferencia episcopal: la distancia del clericalismo, de la frialdad y de la indiferencia, del comportamiento triunfal y de la autorreferencialidad. Más de un alto prelado debió sentirse incómodo con el discurso espeso e intenso de un Papa que efectivamente quiere sacudir una jerarquía conservadora y demasiado complaciente con los poderes y los poderosos. El jerarca de manera irónica recurre a una de sus metáforas favoritas: la Iglesia no necesita de príncipes. Recomienda una comunidad humilde de testigos del señor. Una Iglesia con mayor comunión, con un proyecto pastoral compartido, pastores en comunión y unidad.
México, y su vasta y multiforme Iglesia, tienen necesidad de obispos servidores y custodios de la unidad edificada sobre la palabra del Señor, alimentada con su cuerpo y guiada por su espíritu, que es el aliento vital de la Iglesia.
Francisco es penetrante y suave sobre la actitud estancada de los prelados mexicanos. Intenso y sobre las condiciones de una pastoral profética de cercanía al sufrimiento del pueblo y de denuncia ante las injusticias y factores negativos de la sociedad, como lo definiera Parolín en una entrevista en Roma. Francisco es incisivo y crítico ante los defectos y deficiencias clericales, les advierte que no sean exiliados de sí mismos. Finalmente Francisco recomienda dos tareas no menores; primero, fortalecer una intelectualidad propia y profunda, por eso llama vigorizar la Universidad Pontificia como alta aspiración de búsqueda de la verdad. Y segundo, cuidar la formación y la preparación de los laicos, superando toda forma de clericalismo e involucrándolos activamente en la misión de la Iglesia, sobre todo en el hacer presente, con el testimonio de la propia vida, el evangelio de Cristo en el mundo.
Francisco ha dibujado a los obispos mexicanos todo un programa de renovación y diría hasta depuración. Me pregunto sobre la recepción de los prelados, ¿tendrán la humildad para reconocer los cuestionamientos que abordó Francisco? O actuará como a la clase política que en minutos se les resbalaron las críticas del pontífice, y sólo les ocupaba tomarse una foto con él. Los obispos mexicanos después de esta sacudida ¿podrán llevar a cabo estas grandes pautas renovadoras que el argentino les ha mandatado?


José A. Pagola; IDENTIFICAR LAS TENTACIONES; 14 de febrero de 2016

14 de febrero de 2016

Era tentado por el diablo.
Según los evangelios, las tentaciones experimentadas por Jesús no son propiamente de orden moral. Son planteamientos en los que se le proponen maneras falsas de entender y vivir su misión. Por eso, su reacción nos sirve de modelo para nuestro comportamiento moral, pero, sobre todo, nos alerta para no desviarnos de la misión que Jesús ha confiado a sus seguidores.
Antes que nada, sus tentaciones nos ayudan a identificar con más lucidez y responsabilidad las que puede experimentar hoy su Iglesia y quienes la formamos. ¿Cómo seremos una Iglesia fiel a Jesús si no somos conscientes de las tentaciones más peligrosas que nos pueden desviar hoy de su proyecto y estilo de vida?
En la primera tentación, Jesús renuncia a utilizar a Dios para «convertir» las piedras en panes y saciar así su hambre. No seguirá ese camino. No vivirá buscando su propio interés. No utilizará al Padre de manera egoísta. Se alimentará de la Palabra viva de Dios, solo «multiplicará» los panes para alimentar el hambre de la gente.
Esta es probablemente la tentación más grave de los cristianos de los países ricos: utilizar la religión para completar nuestro bienestar material, tranquilizar nuestras conciencias y vaciar nuestro cristianismo de compasión, viviendo sordos a la voz de Dios que nos sigue gritando ¿dónde están vuestros hermanos?
En la segunda tentación, Jesús renuncia a obtener «poder y gloria» a condición de someterse como todos los poderosos a los abusos, mentiras e injusticias en que se apoya el poder inspirado por el «diablo». El reino de Dios no se impone, se ofrece con amor, solo adorará al Dios de los pobres, débiles e indefensos.
En estos tiempos de pérdida de poder social es tentador para la Iglesia tratar de recuperar el «poder y la gloria» de otros tiempos pretendiendo incluso un poder absoluto sobre la sociedad. Estamos perdiendo una oportunidad histórica para entrar por un camino nuevo de servicio humilde y de acompañamiento fraterno al hombre y a la mujer de hoy, tan necesitados de amor y de esperanza.
En la tercera tentación, Jesús renuncia a cumplir su misión recurriendo al éxito fácil y la ostentación. No será un Mesías triunfalista. Nunca pondrá a Dios al servicio de su vanagloria. Estará entre los suyos como el que sirve.
Siempre será tentador para algunos utilizar el espacio religioso para buscar reputación, renombre y prestigio. Pocas cosas son más ridículas en el seguimiento a Jesús que la ostentación y la búsqueda de honores. Hacen daño a la Iglesia y la vacían de verdad.

José Antonio Pagola

Renacidos: Francisco en México; Gustavo Gordillo; La Jornada. 13 de febrero del 2016

Muchas escenas de esa extraordinaria película de Iñarritu me impresionaron. Veo la película no sólo en su lógica interna, su sofisticada estética de medios tonos y un sonido majestuoso y delirante. La veo también como una parábola del momento que vive el mundo actual movido más por arrebatos y tics autoritarios, sin más ley aparentemente que la propia ni mejor visión que la búsqueda incesante de venganza que está en la mano de Dios. Si una escena y una frase resume El renacidocomo parábola contemporánea es la escena del indio colgado por una partida de cazadores francófonos con un rótulo que dice: Todos somos salvajes.
Francisco llega al país en medio de tres crisis de gobernabilidad que le pegan tanto a su magisterio como a su papel como líder mundial.
En primer lugar están las crisis de gobernabilidad mundial. Por un lado es claro que el nuevo secretario general de Naciones Unidas tendrá que realmente hacer una reforma profunda y una severa reducción y focalización de sus objetivos. Los organismos de Bretton Woods son lo más disfuncional que existe en la gobernanza mundial. Y mientras tanto, se apilan los nuevos retos cuyo hilo conductor es la búsqueda de un nuevo sentido compartido sobre el mundo que habitamos, donde los millones de refugiados y desplazados son testimonio vivo de la erosión de reglas de convivencia.
Hay otra profunda crisis que podríamos denominar de las creencias religiosas pero en realidad es sobre la laicidad del Estado o, dicho de otra manera, de la frontera entre las creencias personales, espirituales y/o religiosas y el poder público. La distorsión que nos acompaña por siglos sobre el uso pernicioso de la religión como instrumento de poder público, nos interpela a un permanente debate acerca de lo que es del César y lo que es de Dios. Pero también resentimos el uso de la religión como instrumento del terrorismo internacional. Las comunidades religiosas –y no sólo las islámicas– requieren condenar el uso terrorista de la fe. Pero también discernir con los pueblos creyentes los profundos malestares que conducen sobre todo a jóvenes por esos terribles caminos.
Además está la crisis de la gobernabilidad interna de la Iglesia católica con dilemas existenciales que se expresan en las condenas constantes de Francisco a la pedofilia, a la vida disipada de altos jerarcas y a la pérdida frecuente del sentido mismo de la misión evangélica. Las drogas, el aborto, los matrimonios igualitarios, el desempleo juvenil y la vida misma convertida en mercancía, son temas de una agenda propositiva frente a la dramática coyuntura mundial.
Finalmente están las crisis de gobernabilidad de las sociedades, la creciente erosión de aquello que cohesionaba y daba sentido a una sociedad nacional como consecuencia de la desigualdad, la corrupción y la impunidad. México es con la terrible cauda de desaparecidos, muertes, desplazados y desempleados, paradigmático. Hay millones de afectados, pero los 43 desaparecidos de Iguala expresan de manera concreta la crisis de derechos humanos en México.
Posdata: Conforme me acerco a las siete décadas de vida cada vez es más frecuente y más doloroso dar cuenta a mis lectores de la muerte de un ser querido y gran amigo. Lo hice respecto a las muertes de Arturo Warman o Carlos Monsiváis, a quienes tanto respeté y con quienes compartí extraordinarias conversaciones. Hoy lo hago con gran pesar respecto a Adolfo Sánchez Rebolledo. No tengo palabras para trasmitir mi dolor. Podría recordar, como lo han hecho tantos queridos amigos, momentos inolvidables por iluminadores en convivencia con él. Nada llena el hueco que me deja. Cada vez estas muertes me consumen poco a poco. A Carmen mi solidaridad y para el amigo que nos deja, pero nunca en los pensamientos, y para los que aún quedamos, una frase que me conmovió de El renacido: Mientras arranques un respiro, sigues peleando. Respira, sigue respirando.


El Papa y la ciudad, Bernardo Bátiz V. La Jornada. 13 de febrero del 2016.

El papa Francisco no necesita de publicidad ni de todo el aparato policiaco-burocrático-mediático que se armó alrededor de su visita a México. Tiene méritos personales, es una figura mundial, jefe de un Estado minúsculo, pero dirigente de una Iglesia universal, organizada y coherente; en México cuenta en sus filas, todavía, con la mayoría de los habitantes.
El obispo de Roma, el primado entre los obispos del orbe, no requiere cajas de resonancia para que su voz se escuche; la Iglesia católica que encabeza y representa, a pesar de errores y tropiezos de algunos de sus jerarcas, a pesar de la pederastia, la más baja expresión de la lujuria, conserva autoridad moral por su historia, su obra universal, su doctrina, la misma de su fundador, por la presencia de sus sacerdotes en todo el país y por el testimonio de sus santos y la sabiduría de sus maestros y doctores.
El humanismo católico choca frontalmente con los principios egoístas del neoliberalismo y el Papa peregrino contrasta con la pequeñez de quienes oficialmente lo reciben, preocupados por el escenario en que se moverán, las fotos, la publicidad a los lugares que visitará, por demostrar la eficacia de los operativos implementados para recibir a quien llega sin boato, sin más que su mensaje de buena nueva.
Para el pueblo creyente de la capital, la visita de un Papa, sus recorridos por las calles de la ciudad, significa la posibilidad de verlo aunque sea unos segundos, de oír su mensaje; la gente acudirá como ya lo ha hecho con otro pontífice, a recibir su saludo, a escucharlo; le aplaudirán y pedirán su bendición, esto aun cuando su visita no fuera oficial y los medios del sistema no exaltaran su viaje para provecho de su tarea permanente de aturdir y distraer. Para los creyentes, los espontáneos seguidores de Francisco, lo que hacen las autoridades federales y locales no es bien visto o les tiene sin cuidado, ellos, el pueblo, seguirán el ve- hículo del Papa sin estorbar, sin dañar a nadie, con su fe firme y sencilla y con profundo entusiasmo.
Lo que oficialmente se ha hecho, presentar el viaje como algo banalespectacular, chillón, con actos y actores acartonados, pretende restar grandeza a la visita e interfiere con la espontaneidad popular. Creen los que mandan que algo se les contagiará de popularidad, de respeto, cariño de los fieles si participan en ceremonias o salen en la foto; es muestra de miopía e inmadurez, pero así está nuestro mundo político. Debe dejarse al pueblo de la ciudad y del país entero, que exprese sin estorbos su fe espontánea y sincera.
Entre el mar de datos con los que se satura el mundo de las noticias, encuentro algunas observaciones que contrastan. Es un exceso que varios días antes de la llegada del visitante se cierren calles, se haga ostentación de fuerza y de dispendio; el Papa llegó el viernes en la noche y desde el jueves se dificultó (más) el tránsito citadino y el espectáculo de vallas y policías mostrando sus armas se multiplicó.
Pero no todo es chabacano y errático; abundan los datos positivos: un amigo me comentó que los cultivadores de flores de Xochimilco, organizados y animados por su jefe delegacional se encargaron de adornar la Catedral y de arreglar los jardines de los alrededores, sin ostentación, sin reflectores, contribuyeron con lo que es tan valioso, su patrimonio tangible e intangible de flores y tradición en su cultivo y arreglo.
Otra buena nota fue el comunicado del Sistema Universitario de los Jesuitas, cuya orden religiosa se ha distinguido desde el virreinato por participar en la educación de los jóvenes, hoy les alienta y anima la visita de un Papa integrante de la Compañía de Jesús, además hispanoamericano. Comparto la frase del rector de la Universidad Iberoamericana, David Fernández Dávalos SJ: No dará soluciones a nuestros problemas, pero nos puede cambiar el ánimo. Eso espero, lo necesitamos.


2 COMENTARIOS SOBRE EL PAPA EN SU VISITA A MÉXICO. Febrero 12-17 del 2016



El Universal | Nación | 16 | EFE | Periódico.
Ciudad del Vaticano. El secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin, cree que uno de los retos de la Iglesia mexicana es "denunciar el mal" y "alzar la voz" ante fenómenos como la corrupción, el narcotráfico o la violencia.

~ El papa Francisco, signo de contradicción ~ 
El Universal | Opinión | Gonzalo Balderas Vega;
Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco se ha convertido en "signo de contradicción" como Jesús. Le ha tocado presidir a la Iglesia en uno de los momentos más críticos de su historia. Ha renunciado a ser un papa sacralizado, y este hecho ha escandalizado a más de uno en la Iglesia. Su calidad humana y cristiana ha traído aire fresco a un Iglesia milenaria necesitada de una genuina reforma evangélica.