domingo, 28 de junio de 2015

13 Domingo ordinario; Jun. 28 '15, LA FE DE LA MUJER, J.A. Pagola,

La escena es sorprendente. El evangelista Marcos presenta a una mujer desconocida como modelo de fe para las comunidades cristianas. De ella podrán aprender cómo buscar a Jesús con fe, cómo llegar a un contacto sanador con él y cómo encontrar en él la fuerza para iniciar una vida nueva, llena de paz y salud.
A diferencia de Jairo, identificado como "jefe de la sinagoga" y hombre importante en Cafarnaún, esta mujer no es nadie. Solo sabemos que padece una enfermedad secreta, típicamente femenina, que le impide vivir de manera sana su vida de mujer, esposa y madre.
Sufre mucho física y moralmente. Se ha arruinado buscando ayuda en los médicos, pero nadie la ha podido curar. Sin embargo, se resiste a vivir para siempre como una mujer enferma. Está sola. Nadie le ayuda a acercarse a Jesús, pero ella sabrá encontrarse con él.
No espera pasivamente a que Jesús se le acerque y le imponga sus manos. Ella misma lo buscará. Irá superando todos los obstáculos. Hará todo lo que puede y sabe. Jesús comprenderá su deseo de una vida más sana. Confía plenamente en su fuerza sanadora.
La mujer no se contenta solo con ver a Jesús de lejos. Busca un contacto más directo y personal. Actúa con determinación, pero no de manera alocada. No quiere molestar a nadie. Se acerca por detrás, entre la gente, y le toca el manto. En ese gesto delicado se concreta y expresa su confianza total en Jesús.
Todo ha ocurrido en secreto, pero Jesús quiere que todos conozcan la fe grande de esta mujer. Cuando ella, asustada y temblorosa, confiesa lo que ha hecho, Jesús le dice: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud". Esta mujer, con su capacidad para buscar y acoger la salvación que se nos ofrece en Jesús, es un modelo de fe para todos nosotros.
¿Quién ayuda a las mujeres de nuestros días a encontrarse con Jesús? ¿Quién se esfuerza por comprender los obstáculos que encuentran en la Iglesia actual para vivir su fe en Cristo "en paz y con salud"? ¿Quién valora la fe y los esfuerzos de las teólogas que, sin apenas apoyo alguno y venciendo toda clase de resistencias y rechazos, trabajan sin descanso por abrir caminos que permitan a la mujer vivir con más dignidad en la Iglesia de Jesús?
Las mujeres no encuentran entre nosotros la acogida, la valoración y la comprensión que encontraban en Jesús. No sabemos mirarlas como las miraba él. Sin embargo, con frecuencia, ellas son también hoy las que con su fe en Jesús y su aliento evangélico sostienen la vida de nuestras comunidades cristianas.

José Antonio Pagola

13er domingo Ordinario; Junio 28 del 2015

Sabiduría 113-15; 223-24; Salmo 29; 2ª Cor 87.9. 13-15; Marcos 521-43

“Dios no hizo la muerte –así comienza la primera lectura del Libro de la Sabiduría-; ni se recrea en la destrucción de los vivientes”. La apuesta de Dios por la vida es definitiva. Dios no nos creó para morir, sino para vivir, y para vivir eternamente. Así fue el inicio de la creación y la promesa que Él le hizo al ser humano en el paraíso terrenal; justo “porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo”. Pero su apuesta no es sólo por la raza humana; también añade que “las creaturas del mundo son saludables”.
El dato con el que comienza la creación es la visión positiva sobre todas las cosas: Dios no creó el mal, ni creó mal a sus creaturas; nuestro Dios no es al estilo de los otros dioses que compiten al mismo nivel para la felicidad, como los dioses griegos, o exigen la muerte para mantener el dominio sobre los hombres, como los Aztecas  y otras tantas religiones del mundo. Tanto la visión de lo creado como la visión del Creador parten del dato positivo de que la vida es algo bueno; que la felicidad es la finalidad de la misma creación; y que es tan bueno todo, que debe prologarse hasta la eternidad.
Sin embargo –como continua el libro de la Sabiduría- “por envidia del diablo entró la muerte en el mundo”; y esto destruyó el proyecto de Dios. No que la creación dejara de ser buena; pero sí que apareció la libertad y el hombre optó por lo malo, como fue el caso paradigmático tanto de Adán y Eva, como de Caín. Sin libertad, no podría haber lo más importante del ser humano que es el amor; pero con ella, el riesgo de no decidir correctamente, se abrió para la especie humana. Sin embargo, el mismo autor del libro de la Sabiduría acepta que no todos morirán, sino sólo aquellos que “pertenecen” al diablo.
Es decir, la apuesta de Dios por la vida, por la felicidad, sigue presente para toda la raza humana, a pesar de que la libertad, como condición del ser humano, lo pueda llevar a equivocarse y optar por el mal, que lo conducirá a la muerte.
Justo es lo que viene a refrendar Jesús en el Evangelio, en esa maravillosa escena que narra Marcos en la que describe la resurrección de la hija de Jairo y la curación de la mujer que padecía flujo de sangre. Las dos escenas son profundamente humanas; manifiestan la humanidad real de Jesús integrada perfectamente con su divinidad y los poderes sobrenaturales que tenía.
En la escena de la Hemorroísa, los discípulos lo regañan y, en cierta forma, le dejan ver lo absurdo de su pregunta, pues cómo se va a saber quién le tocó el manto, cuando va entre una multitud que lo empuja de un lado hacia el otro.
Y en la resurrección de la Hija de Jairo, cuando Jesús entra a su casa los deudos, ellos se burlan de Él, pues les dice que la Niña está dormida, que no está muerta. Ellos saben que está bien muerta; lo han constatado.
En ambos casos, la figura de Jesús es como la de cualquier otro ser humano que soporta las burlas, las críticas, los comentarios; pero que no lo amedrentan, sino que sigue adelante en su propósito: dar la vida al ser humano, como fue el deseo de su Padre Dios, al origen de la creación. Esa es la gran intencionalidad de Jesús: mostrarnos que el sentido profundo de su encarnación es volver a mostrarle a la humanidad la voluntad del Padre de que todos sus hijos se salven, de que todos tengan vida y –como dice San Juan- que la tengan en abundancia.
De ahí que el deseo de Dios es claro y el sentido de la venida de Jesús al mundo no es otro: que todos sepamos que Dios defiende la vida, que la quiere para sus hijos, para la creación; que todo es bueno en el mundo; pero que depende de nosotros mismos el abrir esos espacios de vida o cerrarlos. La oferta de Dios está ahí; pero la realización de esa oferta de vida y salvación, depende de la respuesta del ser humano.
¿Cuál es esa respuesta? Marcos lo dice con toda claridad: creer, tener fe en el Hijo de Dios. La Hemorroísa estaba convencida que bastaba tocar el mando de Jesús, para verse libre de la enfermedad; y así le sucedió. Jesús, podemos decir que la increpa de alguna forma, sólo para reafirmar la dimensión de la fe, para decir que esa es la pieza clave para tener esa vida en abundancia que Dios nos ofrece.
Lo mismo acontece con la hija de Jairo: él cree; está convencido, aunque la fe de sus amigos es menor. Le dicen: “Ya no molestes al Maestro; tu hija ya murió”. Sin embargo, la apuesta de Jesús por la vida va más allá de la muerte, sobre la base de la fe de Jairo. Y así sucede. La hija vuelve a la vida gracias a la acción de Jesús.
San Pablo complementa la respuesta humana: no sólo hay que creer que Dios hará todo para lograr nuestra felicidad, sino que también nosotros tenemos que poner de nuestra parte lo necesario para lograrla: si no hay una mayor igualdad entre los seres humanos, frustraremos el proyecto de vida de Dios. Sorprendente ver cómo Pablo habla de las condiciones mínimas del ser humano, como son las de tener lo básico material para vivir. A ejemplo de Jesús, quien siendo rico se hizo pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza, se trata de no vivir tranquilos “mientras otros están sufriendo”. Se trata “de aplicar una medida justa; porque la abundancia de unos remediará las carencias de los otros”.

La gran pregunta es: ¿podemos realizar alguna acción en concreto o cambiar alguna actitud, para responder a la invitación que Dios nos hace?

domingo, 21 de junio de 2015

La encíclica del papa Francisco sobre el medio ambiente que desata la ira de los conservadores en EE.UU.

Redacción BBC Mundo
·         18 junio 2015
En la encíclica el pontífice hace un llamado a proteger a nuestro planeta de la degradación medioambiental.
"Espero que el cura de mi parroquia no me castigue por decir esto, pero no tomo mis políticas económicas de mis obispos, cardenales o de mi Papa".
Con estas palabras, el candidato republicano a la Casa Blanca Jeb Bush -católico y hermano del expresidente estadounidense George W. Bush- se refirió hace unos días a la encíclica sobre el medio ambiente y el cambio climático escrita por el papa Francisco y que fue dada a conocer este jueves por el Vaticano.
En el esperado documento, del que un semanario italiano filtró algunos extractos a principios de esta semana, el pontífice hace un llamado a proteger a nuestro planeta de la degradación medioambiental y carga contra el actual sistema económico que explota los recursos naturales sin consideraciones éticas o morales.
Bush, quien también aseguró que no cree que la religión deba mezclarse con cuestiones "que tengan un efecto en el ámbito político", se unió así al coro de políticos, empresarios y medios conservadores que en los últimos días han atacado al papa Francisco por opinar sobre un tema que creen no le compete.
La encíclica papal, publicada bajo el título Laudato Si (Alabado Seas), es la primera que Jorge Bergoglio ha escrito enteramente ("Lumen fidei" había sido redactada casi íntegramente por Benedicto XVI) y está dirigida no solo a los católicos, sino a todos aquellos que puedan contribuir a detener la degradación de "la casa común que Dios nos ha confiado".
Bush no cree que la religión deba mezclarse con cuestiones "que tengan un efecto en el ámbito político".
En ella el Papa trata asuntos como la conexión entre el cambio climático y la contaminación, la pérdida de la biodiversidad, la mala gestión de los recursos, la desigualdad entre las regiones ricas y pobres del planeta o la tibia respuesta de los líderes políticos y económicos ante el desafío de la actual crisis medioambiental.
Esta encíclica, la primera de un pontífice dedicada enteramente al medio ambiente, ha dado nuevos argumentos a aquellos en EE.UU. que creen que el Papa es "demasiado liberal" o incluso de tendencias "comunistas", por su posición aperturista en cuestiones sociales y por sus críticas al "capitalismo salvaje" y a la "dictadura de la economía".
Al fin y al cabo, los conservadores en EE.UU. son conocidos por negar la conexión entre el cambio climático y las actividades humanas, y por oponerse a la adopción de medidas que limiten, por ejemplo, la emisión de gases con efecto invernadero.
"Dejar la ciencia a los científicos"
Es por eso que el documento de Bergoglio no ha sido bien recibido incluso por muchos cristianos estadounidenses, que en el pasado se alinearon con los postulados del papa Juan Pablo II o de Benedicto XVI, pero que no comulgan en importantes asuntos con el actual pontífice.
Hace unas semanas fue Rick Santorum, candidato republicano de cara a las presidenciales de 2016 y católico devoto, quien dijo en una entrevista de radio que "la iglesia se ha equivocado en cuestiones científicas varias veces" y que debería "dejar la ciencia a los científicos" y centrarse en cuestiones de "teología y moral".
Esta encíclica es la primera de un pontífice dedicada enteramente al medio ambiente.
En el pasado Santorum, quien es padre de familia numerosa, llegó a asegurar que "a veces es difícil escuchar" al papa Francisco por algunas de sus declaraciones, como en las que dijo que "ser un buen católico no implica tener hijos como conejos".
Mientras, el republicano Jim Inhofe, presidente del comité medioambiental del Senado de EE.UU., quien hace unos meses ocupó numerosos titulares de prensa por presentar una bola de nieve como prueba de que el cambio climático es "un fraude", le dijo al Papa "que se preocupe de sus propios asuntos".
Algunos periodistas del conservador canal Fox News también opinaron sobre la cuestión.
Por ejemplo, el controvertido satirista Greg Gutfeld dijo que con sus posicionamientos Francisco "es peligroso" porque "busca el respeto de sus adversarios", dando a entender que el catolicismo es incompatible con los movimientos ambientalistas.
"No quiere ser un Papa abuelo. Quiere ser un Papa moderno. Le faltan unas rastas y un perro con un pañuelo para unirse al movimiento Occupy Wall Street (Ocupa Wall Street)", dijo Gutfeld.
Por su parte, Michael McKenna, un asesor republicano citado por el diario New York Times, que se describe a sí mismo como un "conservador católico", dijo que el Papa está "vendiendo una línea de socialismo de estilo latinoamericano" y que Bergoglio "no está en sintonía con la iglesia católica de EE.UU.".
McKenna también aseguró que Jeb Bush y Marco Rubio -este último el senador cubanoestadounidense que también aspira a la presidencia de EE.UU. y que en el pasado ha negado la conexión entre las actividades humanas y el cambio climático- "están más en línea con la iglesia católica estadounidense" que el actual Papa.
Católicos divididos
Rush Limbaugh ha llegado a tachar de "marxista" al Papa por sus ideas sobre el capitalismo.
Pero las palabras de Santorum o McKenna sobre Bergoglio no parecen reflejar la opinión de muchos católicos en EE.UU.
Según los datos de una reciente encuesta del centro de estudios Pew, un 86% de ellos tiene una visión positiva del Papa y un 71% cree que el planeta se está calentando.
Pese a ello, la encuesta del Pew refleja una división partidista entre los católicos estadounidenses sobre el asunto del cambio climático.
Así, la mitad de los católicos republicanos creen que hay pruebas inequívocas de que la temperatura de la Tierra está aumentando, comparado con un 80% de los católicos demócratas.
De entre los primeros, sólo una cuarta parte cree que el hombre tiene algo que ver con el cambio climático y que este supone un riesgo serio, una cifra que entre los demócratas se sitúa alrededor del 60%.
Pero parece que los que se oponen a que el Papa se pronuncie sobre cuestiones medioambientales no sólo se encuentran entre los conservadores de EE.UU. sino también dentro del propio Vaticano.
La filtración a principios de esta semana a la prensa de extractos de la encíclica papal fue interpretada por algunos como una estrategia de los sectores más conservadores de la iglesia para disminuir el impacto mediático del mensaje del pontífice.
Los analistas creen que con la encíclica publicada este jueves el Papa espera influir en el debate de la próxima Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se celebrará en el mes de diciembre en París.
En este encuentro se debería llegar a un acuerdo vinculante que sustituya el Protocolo de Kioto, fijando nuevos límites a la emisión de gases con efecto invernadero.
Un 86% de los católicos en EE.UU. tiene una visión positiva del Papa.
Además, la publicación de Laudato Si se produce apenas tres meses antes de que el Papa realice su primer viaje oficial a EE.UU., durante el cual se dirigirá a la Asamblea General de Naciones Unidas y a una sesión conjunta de las dos cámaras del Congreso estadounidense.
Habrá que esperar para ver la reacción que tendrán ante esta visita aquellos conservadores que en los últimos meses no han dudado en criticar la "agenda liberal" del Papa, al que figuras como el locutor conservador Rush Limbaugh han llegado a tachar de "marxista" por sus ideas sobre el capitalismo.


Algunas claves de lectura para la Encíclica Ecológica del Papa Francisco, 15 Jun '15

JUAN VICENTE BOO / CORRESPONSAL EN EL VATICANO
Día 15/06/2015 - 10.37h
Será un documento de gran envergadura social, sin limitarse al cambio climático
Aunque la expectación internacional por la primera encíclica sobre ecología es ya muy alta, el Papa la intensificó el domingo haciendo notar que su documento “está dirigido a todos”, y no sólo a los católicos, pues abordará el cuidado de la “casa común” que es nuestro planeta.
La encíclica lleva por título “Alabado seas” (“Laudato si” en italiano), tomado del “Cántico de las criaturas” de san Francisco,que aporta belleza poética y profundidad teológica.
El punto que provocará mayor impacto cuando se haga pública el próximo jueves, será el fuerte llamamiento del Papa a reducir las emisiones de combustibles fósiles. 
Pero la encíclica es un texto de gran envergadura social, que aborda todos los temas de desarrollo sostenible y los de la justicia social, integrando de modo coherente la “ecología humana” y la “ecología ambiental”.
Durante el rezo del Ángelus, el Papa invitó a recibir el documento“renovando la atención a las situaciones de deterioro ambiental, y también de recuperación, en el propio territorio”. Es el consejo práctico de “piensa globalmente, actúa localmente”.
El Papa ha elogiado muchas veces la enseñanza ecológica de “mi querido hermano Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla”, a quien cita con frecuencia. Es previsible que la primera encíclica sobre ecología tenga un aire ecuménico y, además, interreligioso, pues Francisco ha invitado muchas veces a todas las religiones a trabajar juntas por la paz, el desarrollo social y la defensa del medio ambiente.
Aunque la necesidad de abordar sistemáticamente el desarrollo sostenible y la protección del planeta se nota desde hace tiempo, el Papa ha trabajado a la carrera para publicar su encíclica “con un poco de tiempo antes de la reunión de París, de modo que sea una aportación” al debate de diciembre. La Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático 2015 abordará el modo de frenar y hacer retroceder la subida global de temperaturas y los fenómenos asociados como desertificación, sequías, inundación de zonas costeras por subida del nivel de los océanos, daños por temporales anómalos, etc.
Sensación de urgencia
El Papa tiene sensación de urgencia porque el encuentro preparatorio, celebrado en Lima el pasado mes de diciembre “ha sido flojo”, según comentó a los periodistas el pasado mes de enero, añadiendo que “me ha decepcionado la falta de coraje: se quedaron parados en un punto. ¡Esperemos que en París sean más valientes!”.
El “punto espinoso” del encuentro de París es fijar nuevas reducciones nacionales y mundiales a las emisiones de gases que provocan el “efecto invernadero”, entre los que destacan el anhídrido carbónico resultado de quemar gasolina, gasoil, carbón y otros combustibles.
Siguiendo el consenso de la abrumadora mayoría de los científicos en torno a las conclusiones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPPC), el Papa apoyará la línea de resolver el problema del calentamiento global disminuyendo drásticamente la quema de combustibles fósiles, reforzando las energías renovables, reciclando, mejorando los aislamientos térmicos y, sobre todo, reduciendo consumos inútiles y residuos urbanos e industriales.
En sociedades consumistas, a los gobiernos les cuesta decir a sus empresas y a ciudadanos que no pueden seguir consumiendo combustibles a este ritmo, pero el pasado 8 de junio, en la cumbre presidida por Ángela Merkel, los responsables del Grupo de los Siete países más desarrollados (G-7) concluyeron en su comunicado final que “es necesaria una acción urgente y concreta para hacer frente al cambio climático, como se indica en el Quinto Informe Evaluativo del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPPC)”.
Aunque el problema es urgente y grave, varios colaboradores del Papa han subrayado estos últimos días que “la encíclica del Papa no va a ser un documento de política energética, sino un documento de magisterio, en un contexto moral”.
Y Francisco va a hacerlo con el estilo del santo del que tomó su nombre: mediante un enfoque poético, ecológico, humanitario y místico a la vez.
Manifiesto teológico
El famoso poema escrito por san Francisco de Asís en 1226 hacia el final de su vida es un cántico de alegría y acción de gracias: “Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, /especialmente el Señor hermano sol, / por quien nos das el día y nos iluminas”.
En los versos siguientes se canta a la “hermana luna”, la “hermana agua” y otros elementos hasta llegar a “la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna”.
Es un manifiesto ecológico y teológico de gran envergadura, mas de siete siglos antes del nacimiento de los modernos movimientos ecológicos, aplaudidos por el Papa Benedicto XVI en su discurso de septiembre del 2011 en el Bundestag de Berlín para delicia inesperada de los “Verdes”.
El Papa Francisco renovará ese apoyo pero no de modo genera l, pues los movimientos ecológicos son muy variados y no faltan algunos extremistas como los que consideran al ser humano “el cáncer del planeta” y el mayor culpable de sus desastres.
Francisco, en cambio, recordará las enseñanzas del Génesis y la tradición judeo-cristiana. Dios creó el cosmos, la Tierra, los animales y las plantas, “y vio que era bueno”. Hace unos meses, el Papa adelantaba el eje de su encíclica: “Invito a todos a ver el mundo con los ojos de Dios Creador: la tierra es el ambiente que hay que custodiar y el jardín que hay que cultivar”.
Algunas claves
J. V. B. VATICANO
San Francisco de Asís, fuente de inspiración
El título del documento es «Alabado seas», el primer verso del «Cántico de las criaturas» escrito por san Francisco de Asís en 1226, el primer gran manifiesto ecológico de la historia.
Un enfoque moral a un problema global
Una encíclica no es un documento de políticas energéticas ni medioambientales, sino de magisterio religioso, por lo que propone un enfoque moral, dirigido no solo a los católicos sino a todas las personas de buena voluntad.
«Justicia climática»
El eje del texto será una «mirada divina» sobre la Tierra y las personas. Algunos expertos consideran incluso que será un «documento magisterial sobre justicia climática». La expresión es novedosa pero responde al Catecismo de la Iglesia de 1992, que sitúa el respeto a la naturaleza entre las obligaciones del séptimo mandamiento: «No robarás».
La iglesia, una aliada de la ciencia
Con esta encíclica, la Iglesia se alinea con la ciencia, representada por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y la mayor parte de la comunidad científica, que considera que el calentamiento global existe, es un peligro grave y se debe en buena parte al uso de combustibles fósiles como petróleo y carbón.
Magisterio ecológico de los papas
Como Papa, su visión de la situación del planeta se apoya tanto en el pilar religioso, que va desde el Génesis al magisterio ecológico de Juan Pablo II y Benedicto XVI, como el científico.


BRECHA SOCIAL, LA MAYOR EN DÉCADAS-FMI, Junio 16 del 2015

AFP - Publicado en Reforma. 16 junio 2015 Washington DC, Estados Unidos (15 junio 2015).- La brecha entre ricos y pobres está en su nivel más alto en décadas, especialmente en los países ricos, advirtieron expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) en un estudio.
Según el reporte difundido por esta institución defensora de la ortodoxia financiera y la liberalización económica, la flexibilización de las reglamentaciones en el mercado laboral y la decadencia de los sindicatos habrían reforzado las desigualdades de ingresos, al limitar las capacidades de negociación de los asalariados.
"Reglas más flexibles a la hora de contratar y despedir, salarios mínimos más bajos (...) y sindicatos menos poderosos están asociados a mayores desigualdades", señaló este estudio, que no refleja la posición oficial del FMI.
Los progresos tecnológicos también jugaron un papel al penalizar a los asalariados de la escala más baja, según estos expertos del organismo.
Según sus cálculos, el crecimiento económico es menor a mediano plazo (-0.08 puntos) cuando los ingresos del 20 por ciento más rico aumentan un 1 por ciento. En cambio, un alza similar de los ingresos en el 20 por ciento más pobre estimularía el crecimiento en casi 0.4 puntos porcentuales, según el estudio.
"Un periodo prolongado de mayores desigualdades en las economías avanzadas ha estado asociado a la crisis financiera (de 2008-2009) al reforzar el endeudamiento (...) y permitir a los grupos de presión presionar a favor de menor regulación financiera", indicó el estudio, que sostiene que las riquezas serían mejor repartidas basándose más en los impuestos al patrimonio y la propiedad inmobiliaria y fortaleciendo la lucha contra la evasión fiscal.
La organización Oxfam celebró el estudio y que el FMI dé la voz de alarma.

"El FMI prueba que hacer más ricos a los ricos no sirve para el crecimiento", dijo el director de la organización en Washington, Nicolas Mombrial.

El FMI ADVIERTE DE QUE LA DESIGUALDAD SOCIAL FRENA EL CRECIMIENTO

El Fondo se suma a la OCDE y alerta de que el aumento de la brecha lastra el PIB mundial
•       El FMI atribuye al paro y al bajo poder sindical el aumento de la desigualdad
AMANDA MARS MADRID 15 JUN 2015
El País
Cuanto más concentrada está la riqueza en pocas manos, menor es el crecimiento de un país. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha presentado este lunes un informe en el que advierte de que el aumento de la brecha social en un país supone un freno para el crecimiento económico, en línea con lo planteado por la OCDEel pasado mes de mayo. La desigualdad merma expectativas y desincentiva la formación y la productividad.

El Fondo calcula que si el 20% de la población más favorecida aumenta un punto porcentual la cuota de ingresos que acumulan, el aumento del PIB de un país es un 0,08% más bajo en los cinco años siguientes. En cambio, cuando el 20% más bajo de un país gana un punto del pastel de los ingresos de un país, el crecimiento es un 0,38% mayor.
Esta relación entre distribución de la riqueza y dinamismo económico persiste si, en lugar de mirar ese 20%, se lleva a segundos y terceros quintiles de la escala social, lo que sería ya la clase media. La defensa de la clase media como valor en sí y como motor de un país se ha puesto sobre la mesa tras la gran tormenta financiera global. El presidente de EE UU, Barack Obama, lo ha considerado “el reto que caracteriza nuestro tiempo”.
Pobreza y desigualdad no son lo mismo, aunque haya sido la Gran Recesión la que ha elevado las diferencias a niveles récord en los países ricos. Por eso hay quien no ve en la desigualdad un problema en sí mismo. Por ejemplo, Martin Feldstein, de la Universidad de Harvard, siempre advierte de que las políticas públicas debe centrarse en reducir la pobreza, no tanto la brecha social.

El experto plantea un ejercicio de imaginación: si un pájaro mágico entrega a cada persona 1.000 dólares, ello no reduciría ninguna desigualdad, pero no deja de ser una mejora para todos que no recae a expensas de nadie. Es más, señala que esos 1.000 dólares significan más para el pobre que para el rico, con lo que su situación avanza más en términos relativos.

Las organizaciones internacionales muestran cada vez más preocupación por las desigualdades. Lo que FMI y OCDE plantean es que la desigualdad excesiva no solo supone un riesgo para la convivencia sino que es también un problema macroeconómico. Afecta a la productividad de un país y, por tanto, a su progreso: “Por ejemplo, puede llevar a invertir menos en educación, ya que los niños pobres tienen menos capacidad de ir a la universidad”, así que acumulan menos capital físico y humano. Además, “cuanta más disparidad de ingresos, menos movilidad social hay entre generaciones y menores incentivos para la formación”.
Incremento del coeficinte Gini
En el caso de la OCDE, los cálculos de la organización señalaban que el incremento del coeficiente Gini (el más común para medir la desigualdad) fue entre 1985 y 2005 de dos puntos en 19 países de la OCDE y esto supuso un lastre de 4,7 puntos porcentuales el crecimiento acumulado entre 1990 y 2010.
Hay más argumentos para tratar la desigualdad como un problema en sí mismo, más allá de la pobreza, desde el punto de vista social. Por ejemplo, Michael J. Sandel, profesor de Política y Justicia también en Harvard, advierte en cambio de que “si la brecha entre ricos y pobres se vuelve muy grande, aunque nadie pase hambre, las personas empiezan a vivir vidas cada vez más separadas, en distintos barrios, distintos medios de transporte, distintos médicos, dejan de convivir en los espacios públicos... No es bueno para la democracia. La democracia no requiere igualdad perfecta, pero si la gente vive en esferas cada vez más separadas, el sentido de ciudadanía y de bien común es más difícil de sostener”, explicaba en una entrevista en este periódico en 2013.

El 1% tiene el 50%
Si se pone toda la riqueza del mundo en una misma tarta, el 1% de la población más pudiente concentrará la mitad de todo ese pastel. En EE UU, un tercio de todo ese patrimonio lo tiene el 1%. Movimientos de protesta contra las heridas de la crisis se identifican con lemas como “Somos el 99%”.
Este proceso de concentración de riqueza, según el Fondo Monetario Internacional, se ha dado en paralelo a un incremento de los niveles de pobreza relativa (población que vive con ingresos por debajo del umbral de la pobreza) en los países desarrollados.
Hay varios factores que han contribuido al incremento de la brecha entre ricos y pobres. Uno de ellos es el progreso tecnológico, ya que ha incrementado las ganancias de los trabajadores más cualificados al tiempo que ha destruido puestos de baja formación y por tanto han perdido demanda.


¿Por qué sois tan cobardes?; José Antonio Pagola; Junio 21 del 2015

«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Estas dos preguntas que Jesús dirige a sus discípulos no son, para el evangelista Marcos, una anécdota del pasado. Son las preguntas que han de escuchar los seguidores de Jesús en medio de sus crisis. Las preguntas que nos hemos de hacer también hoy: ¿Dónde está la raíz de nuestra cobardía? ¿Por qué tenemos miedo ante el futuro? ¿Es porque nos falta fe en Jesucristo?
El relato es breve. Todo comienza con una orden de Jesús: «Vamos a la otra orilla». Los discípulos saben que en la otra orilla del lago Tiberíades está el territorio pagano de la Decápolis. Un país diferente y extraño. Una cultura hostil a su religión y creencias.
De pronto se levanta una fuerte tempestad, metáfora gráfica de lo que sucede en el grupo de discípulos. El viento huracanado, las olas que rompen contra la barca, el agua que comienza a invadirlo todo, expresan bien la situación: ¿Qué podrán los seguidores de Jesús ante la hostilidad del mundo pagano? No sólo está en peligro su misión, sino incluso la supervivencia misma del grupo.
Despertado por sus discípulos, Jesús interviene, el viento cesa y sobre el lago viene una gran calma. Lo sorprendente es que los discípulos «se quedan espantados».
Antes tenían miedo a la tempestad. Ahora parecen temer a Jesús. Sin embargo, algo decisivo se ha producido en ellos: han recurrido a Jesús; han podido experimentar en él una fuerza salvadora que no conocían; comienzan a preguntarse por su identidad. Comienzan a intuir que con él todo es posible.
El cristianismo se encuentra hoy en medio de una «fuerte tempestad» y el miedo comienza a apoderarse de nosotros. No nos atrevemos a pasar a «la otra orilla».
La cultura moderna nos resulta un país extraño y hostil. El futuro os da miedo. La creatividad parece prohibida. Algunos creen más seguro mirar hacia atrás para mejor ir adelante.
Jesús nos puede sorprender a todos. El Resucitado tiene fuerza para inaugurar una fase nueva en la historia del cristianismo. Solo se nos pide fe. Una fe que nos libere de tanto miedo y cobardía, y nos comprometa a caminar tras las huellas de Jesús.

José Antonio Pagola

12° domingo Ordinario; Junio 21 del 2015

Job 381.8-11; Salmo 106; 2ª Cor 514-17; Marcos 435-41
Las lecturas pretenden resaltar el poder del Hijo de Dios, de Jesús, al contraponerlo con la casi omnipotencia del mar y de sus fuerzas. Tanto en la primera lectura de Job como en el Evangelio de Marcos el contraste es sorprendente; como si se tratara de una lucha de gigantes que se disputan el poder de la tierra. En el fondo, la invitación nítida es a confiar, a creer, a tener fe en Jesús por encima de todas las fuerzas que en algún determinado momento se pueden desatar contra nosotros, y nos llevan a tener miedo, a pensar que hemos sido abandonados por Dios; que mientras nos ahogamos, Él duerme.
La lectura de Job describe la fuerza del mar; pero que, sin embargo, toda ella ha sido acotada por Dios. Él le ha puesto límites, la ha creado como si fuera una creatura recién nacida que ha de ser cuidada por su madre: “Yo hice de la niebla sus mantillas y de las nubes sus pañales; yo le impuse límites con puertas y cerrojos y le dije: <hasta aquí llegarás, no más allá. Aquí se romperá la arrogancia de tus olas>”. El autor del libro compara la mayor fuerza que puede haber en la naturaleza, como es un mar embravecido, con el poder de Dios, para resaltar cómo ninguna fuerza de la naturaleza, por más terrible que pueda ser, es comparable con el poder de Dios. Él es el creador de todo y, por ello, todo se somete a su voluntad.
Con este contexto, el evangelio de Marcos hace una paráfrasis con el libro de Job. Los discípulos atraviesan el mar con Jesús; van a la otra orilla después de que el Maestro ha estado narrando las parábolas del Reino a la multitud. El Reino es una utopía casi imposible de alcanzar; pero Jesús lo expone bucólicamente; como algo maravilloso que casi solo se va a realizar. Sin embargo, para los 12, las cosas no son tan sencillas. Ellos saben que el proyecto del Reino implica grandes conflictos y luchas contra los poderes que a ellos los han sometido: el religioso, el político y el militar. ¿Cómo sucederá, entonces, el Reino? ¿Con qué cuentan para esa lucha y esa conquista más allá de esas descripciones poéticas?
Por la narración de Marcos, uno puede figurar que Jesús había maquinado todo para mostrar de dónde les vendría la fuerza para vencer el poder de las tinieblas. Se embarcan, comienzan a navegar, el Maestro cae rendido por el cansancio en un profundo sueño, justo en el momento en que cambian las condiciones del mar. Éste se embravece y amenaza con hundirlos. Y en ese momento, en el que ellos no ven la acción de Dios, en el que sólo creen en ellos mismos, se olvidan de todos los signos que Jesús había puesto y caen en un pavor profundo. Su fe ha sido puesta a prueba. ¿Es posible creer aún sin ver los signos de salvación? ¿Es posible creer cuando Dios parece ignorar las penalidades del pueblo, de las personas, de sus hijos? ¿Despertar o no al Señor Jesús? ¿Qué asegura que Dios está presente cuando “no vemos” ni “experimentamos” su acción, cuando los procesos de la vida están arrastrados por la maldad y por ningún lado aparece el Reino? ¿Dios actúa o no en favor de sus hijos? ¿Es más fuerte el mal de la injustica y de la opresión,  que el poder liberador de Dios, que su bondad y cariño hacia su pueblo?
Llevados por el pánico, los discípulos despiertan a Jesús, porque sin Él, se hundirán. Antes que otra cosa, el Maestro controla las fuerzas del mar y del viento, pacifica todo, y hasta entonces les recrimina con toda dureza su miedo. “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?”
Esta es la pregunta radical de este domingo: ¿aún no tenemos fe? No deja de ser interesante que a pesar de su miedo y de estar seguros que morirían, sin embargo sí “creen” que Jesús los puede salvar, que Él tiene poder para controlar las fuerzas de la naturaleza. Sin embargo, la recriminación es contundente. El miedo que tienen es signo de su falta de fe. Algo de fe ciertamente tenían; pero no toda la que se necesita para construir el Reino, para luchar hasta la muerte por él. El Maestro los obliga a creer aunque no vean los signos y su vida esté al borde de la muerte. Creer…; creer con todas las circunstancias adversas; creer cuando el mal y el poder de las tinieblas siguen dominando al mundo desde la impunidad, la corrupción, la pobreza, la injusticia, la desigualdad; creer que algo va a cambiar, que vendrán tiempos mejores, que vale la pena todo el esfuerzo que hacemos, aunque no veamos resultados… Quizá esa es la fe que no tenemos todavía y a la que nos invita el Señor Jesús. Él está con nosotros, como solemos decir, “en las buenas y en las malas”; en “la salud y en la enfermedad”, “en la muerte y en la vida”, en la “pobreza y en la riqueza”, “en el éxito y en el fracaso”, como lo sostiene Ignacio de Loyola en el Principio y Fundamento de sus Ejercicios Espirituales. Creer sin ver, esa fue la recriminación que el Resucitado le hizo a Tomás en la octava de la Resurrección.
En la 2ª Lectura, Pablo nos exhorta de una manera maravillosa a caer en la cuenta que “el amor de Cristo nos apremia”. Si Él murió por todos, evidencia del mayor amor que pudo haber existido en el mundo, es hora de que ya no vivamos para nosotros mismos, “sino para Aquél que murió y resucitó por todos”. Y el que así vive, es entonces una “creatura nueva; para él todo lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo”.

A esto estamos invitados como cristianos: a que desde la fe absoluta en Dios, nos convirtamos en creaturas nuevas que sólo viven para Jesús y su Reino.

domingo, 14 de junio de 2015

PEQUEÑAS SEMILLAS, José Antonio Pagola

2014-2015 -
14 de junio de 2015
Es la semilla más pequeña.
Vivimos ahogados por las malas noticias. Emisoras de radio y televisión, noticiarios y reportajes que descargan sobre nosotros una avalancha de noticias de odios, guerras, hambres y violencias, escándalos grandes y pequeños. Los «vendedores de sensacionalismo» no parecen encontrar otra cosa más notable en nuestro planeta.
La increíble velocidad con que se extienden las noticias y los problemas nos deja aturdidos y desconcertados. ¿Qué puede hacer uno ante tanto sufrimiento? Cada vez estamos mejor informados del mal que asola a la humanidad entera, y cada vez nos sentimos más impotentes para afrontarlo.
La ciencia nos ha querido convencer de que los problemas se pueden resolver con más poder tecnológico. Y nos ha lanzado a todos a una gigantesca organización y racionalización de la vida. Pero este poder organizado no está ya en manos de las personas, sino en las estructuras. Se ha convertido en «un poder invisible» que se sitúa más allá del alcance de cada individuo.
Entonces, la tentación de inhibirnos es grande. ¿Qué puedo hacer yo para mejorar esta sociedad? ¿No son los dirigentes políticos y religiosos quienes han de promover los cambios que se necesitan para avanzar hacia una convivencia más digna, más humana y dichosa?
No es así. Hay en el evangelio una llamada dirigida a todos, y que consiste en sembrar pequeñas semillas de una nueva humanidad. Jesús no habla de cosas grandes. El reino de Dios es algo muy humilde y modesto en sus orígenes. Algo que puede pasar tan desapercibido como la semilla más pequeña, pero que está llamado a crecer y fructificar de manera insospechada.
Quizás necesitamos aprender de nuevo a valorar las cosas pequeñas y los pequeños gestos. No nos sentimos llamados a ser héroes ni mártires cada día, pero a todos se nos invita a vivir poniendo un poco de dignidad en cada rincón de nuestro pequeño mundo. Un gesto amistoso al que vive desconcertado, una sonrisa acogedora a quien está solo, una señal de cercanía a quien comienza a desesperar, un rayo de pequeña alegría en un corazón agobiado... no son cosas grandes. Son pequeñas semillas del reino de Dios que todos podemos sembrar en una sociedad complicada y triste, que ha olvidado el encanto de las cosas sencillas y buenas.

José Antonio Pagola

11° domingo Ordinario; Junio 14 del 2015

Ezequiel 1722-24; Salmo 91; 2ª Cor 56-10; Marcos 426-34

El mensaje de este domingo se desliza suavemente sobre los corazones de los campesinos que escuchan a Jesús. Quiere hablarles a su interior, quiere proponerles el centro de su mensaje, pero de forma que lo entiendan. ¿Cómo explicar el Reino a gente sencilla, pero al mismo tiempo personas para quienes la gracia de la revelación está principalmente destinada?
Jesús, usando un lenguaje coloquial, campesino, se dirige a ellos. El corazón de su mensaje es el “Reino”; su propuesta implica todo: religión, educación, trabajo, relaciones políticas, familia; pero con un dinamismo totalmente contrario a los reinos injustos que hasta ahora han dominado y explotado a las gentes sencillas que lo conforman.
No es fácil entenderlo, pues su dinámica es contraria a los dinamismos sociales que esas personas han vivido. Jesús utiliza parábolas (metáforas o comparaciones) para describir el mensaje que ha recibido del Padre. Un sembrador (no se sabe quién; pero sin duda es Jesús mismo) siembra una semilla. Es el primer dato: la semilla del Reino, el Reino mismo, no es algo que se compra, no es fruto de una transacción; es algo gratuito; es el regalo de Dios. Nosotros somos la tierra: podemos acogerla o rechazar la semilla; podemos asfixiarla u ofrecerle las mejores condiciones para que dé su fruto. El Reino combina a Dios, un modo de vida que implica todo, y al ser humano que acoge la semilla y colabora para que dé su fruto.
Sin embargo, aparece otro elemento. La fuerza de la gracia. Nadie sabe cómo –nos dice el Evangelio-, pero “la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto”. La tierra tiene los nutrientes necesarios para que la semilla germine y crezca; pero la fuerza para que eso suceda, nadie la conoce. Interesante: la gracia y la fuerza de Dios actúa en nosotros, pero si la tierra no tiene la calidad suficiente –como nos dirá en la parábola del Sembrador- entonces muere. Hombre y Dios en una acción conjunta son las condiciones necesarias para que el Reino aparezca en nuestra historia. De Dios viene la invitación, la iniciativa, el regalo; pero si la persona no lo acoge, entonces el Reino muere.
Sin embargo, como continúa el Evangelio, ese Reino que Jesús desea que se implante entre los humanos, no es el reino del poder, de la grandeza, de la opulencia, de los poderosos que explotan y dominan. No, la propuesta de Dios es de lo pequeño, de lo que pasa desapercibido, de las relaciones que se dan en libertad, en el compartir como en el Sermón del Monte; en el cuidar al otro desde la misericordia, como en la parábola del Samaritano. “Los jefes los dominan y los explotan…; que no sea así entre Ustedes”, les advierte Jesús a los 12.
Por eso el Reino es de lo pequeño, no de las grandes fortunas amasadas a base de explotaciones e injusticias. No es estruendoso; sensacionalista; poderoso. Es débil, si se ve desde la fuerza del anti-reino; pero es poderoso si se le ve desde la fuerza de Dios, desde la gracia que va actuando en el corazón de cada uno de sus hijos. Pero, también, como la semilla de mostaza que es la más pequeña, cuando crece tendrá capacidad para acoger la vida y hacer que dé frutos: “Los pájaros anidan a su sombra”. Es decir, eso pequeño y desapercibido que pasa a los ojos de los poderosos, es capaz de albergar la vida; de tener nidos, hogares, familias, sociedades que se constituyen, no desde el poder opresor, sino desde el poder sencillo del compartir, de la solidaridad, de la verdad y la justicia.
Iluminador completar este mensaje de Jesús con el del profeta Ezequiel, en la primera lectura. Dios pondrá un retoño de un gran cedro en la cima de un monte, y ese pequeño árbol, por la fuerza de Dios, humillará a los que hasta ahora se habían considerado los más grandes. Lo pequeño, por la fuerza de Dios, va a desplazar la presunción y vanidad de los poderosos. En el Reino no cabe el poder de unos, la fortaleza de unos cuantos a costa de la humillación y dominio de las mayorías.
El Reino no juega con las reglas de este mundo. Su dinámica es inversa. Y en el fondo, porque sabe y vive que este mundo es pasajero, como dice la 2ª Lectura de San Pablo: “estamos desterrados”, pero vamos a la Patria verdadera. Y el que vive con esta conciencia, entonces se ancla en los verdaderos valores, los que sabe que “brincarán hasta la vida eterna”, como le dijo Jesús a la Samaritana. El que ha entrado en la dinámica del Reino, no se entretiene ni pierde el tiempo con el poder, el poseer, el aparentar… Es decir, no vive para él mismo, sino para el otro, al modo de Jesús que entregó su vida para que los otros también la tuvieran.

Sin embargo, el Reino nunca dejará de ser un misterio, pues estamos tocando y participando de la vida de Dios. Como dice Pablo, “siempre tenemos confianza”, pero “caminamos guiados por la fe, sin ver todavía”. Que nuestra tierra dé el fruto de paz, justicia y equidad, que la semilla puesta en nuestro corazón por el Padre, trae consigo.