sábado, 28 de febrero de 2015

Los niños que dicen la verdad; Lydia Cacho, 24 de febrero del 2015

Hace algunos años llegó a nuestro refugio para mujeres maltratadas la esposa del piloto de uno de los narcotraficantes más poderosos de México; nadie había querido ayudarla a salir del infierno de violencia intrafamiliar con sus hijos pequeños.
Cuando conoció a quien sería su esposo, éste laboraba en una aerolínea comercial, más tarde encontró un trabajo que lo hizo millonario y cómplice de delitos graves al transportar a narcotraficantes armados y cargamentos de dinero entre México y Estados Unidos.
Ella sólo quería rehacer su vida lejos del peligro de muerte, estaba dispuesta a entregar toda la información y evidencia que había recabado para ayudar a las autoridades a detener a su esposo y, por lo tanto, al jefe del cártel.
Años después, ya que ella vivía en otro país con sus pequeños, nos reencontramos. Me confesó que no sabía si la había hecho sufrir más la violencia de su esposo o la violencia de las autoridades que durante cinco años la utilizaron sin detener a nadie, hasta que nosotras logramos ayudarla a salir del país.
Su marido está prófugo y Joaquín El Chapo Guzmán está en prisión; en alguna medida gracias a la valentía de esta mujer que estaba abiertamente dispuesta a ayudar a las autoridades y a su país.
Cuando la entrevisté en el refugio, hace seis años, me aseguró que quería que sus hijos pequeños aprendieran a reconocer la diferencia entre el bien y el mal.
La violencia de su esposo –el padre de sus hijos- era inaceptable, pero sobre todo era indefendible vivir en condiciones de riqueza a costa de miles de asesinatos y de jóvenes adictos a las drogas que El Chapo y su empresa internacional habían sembrado en el país.
Ella sabía que declarar podía costarle la vida, pero estaba dispuesta. En aquel entonces, atestigüé como ella entregó toda la evidencia al entonces fiscal antidrogas José Luis Santiago Vasconcelos.
Hace unos días hablé con ella nuevamente, su hijo más pequeño (de 11 años) quería saludarme. Ha adquirido un acento extraño luego de tantos años de no hablar español. Frente a la pantalla de la computadora, en una de esas llamadas cibernéticas, me pidió que me fuera a vivir con ellos.
“El gobierno de México no quiere a las personas que dicen la verdad”, me dijo con esa voz aún aniñada que inspira una gran ternura.
Intenté convencerlo de que son algunos individuos en el poder los que no quieren que las cosas cambien, que hay personas comprometidas en todas las instituciones, que somos más quienes deseamos que éste se convierta en un país de leyes y solidaridad, que deje de ser una patria de traidores, de asesinos y de políticos miserables. No pude convencerlo.
El pequeño insistió en que en el nuevo país en que viven nadie te castiga ni te encierra por decir la verdad. Recuerda el infierno de escondites que tuvieron que pasar en México luego de denunciar ante las autoridades contra la delincuencia organizada al clan de narcotraficantes.
Su madre quiso darles a él y a sus hermanos una lección de ética y valentía, y las autoridades judiciales se encargaron de demostrarles que en México se castiga a los valientes y se protege a los cobardes. Ninguna palabra puede impactarlos tanto como las lecciones aprendidas en los hechos.
Como reportera he recabado miles de datos sobre vínculos entre políticos y criminales profesionales; como defensora de derechos humanos he atestiguado –en ocasiones en primera fila, y en otras en carne propia– los procedimientos puntuales que los operadores del crimen hacen desde las instancias de administración y procuración de justicia.
Está claro que hay procuradores de justicia, agentes ministeriales y policías judiciales vinculados con el crimen organizado. Lo que es verdaderamente difícil de documentar y contabilizar es el costo social, económico y de salud física y emocional que paga cada víctima, y sus redes de apoyo, por acudir a las instituciones a pedir apoyo, protección, seguridad y justicia.
Sabemos, gracias a la documentación de CIAM Cancún AC, que para una mujer maltratada el costo de acudir a denunciar, testificar, ratificar, llevar testigos, demostrar los delitos y defenderse y mudarse a un lugar seguro lejos del agresor, es de 4 mil pesos mensuales.
El monto incluye todos los gastos de trasportación, llamadas telefónicas, pago de fotocopias de expedientes, acopio de evidencia, horas de trabajo abandonadas por estar en su propia investigación, consumo de alimentos en la calle en espera de ser atendida por las autoridades y abogados (tomando en cuenta una defensa muy barata).
El tiempo promedio en que se resuelve un caso de este tipo es de tres años, por lo tanto el promedio mínimo de inversión de una mujer maltratada para que se le haga justicia es de 144 mil pesos.
A eso habría que sumarle el costo que cada institución invierte en cada víctima y los costos ocultos generados por la compra de autoridades que podrían triplicar la suma en conjunto.
A lo que no podemos ponerle precio es a la migración por la violencia, a la expulsión por corrupción, ni a los ideales de esas miles de niñas y niños que han aprendido en carne propia que decir la verdad es peligroso para las y los mexicanos, no por denunciar el crimen, sino por confiar en las autoridades.

Publicado en EMEEXIS, el 24 d febrero de 2015 y disponible en:


El Descontrol de daños de Peña Nieto: La "Mexicanización", 25 de febrero del 2015

Por Jenaro Villamil |
Regeneración, 25 de febrero de 2015.-Que se calle el Papa, que se calle Obama, que se calle Clinton, que enmudezca González Iñárritu, que dejen de indagar los reporteros extranjeros, que se vayan los forenses argentinos, que la ONU deje de juzgar y que dejen en paz a este gran gobierno que ha decidido responder “golpe por golpe” la ola de críticas y animadversión que genera su actitud ante cada expediente conflictivo.
Esta parece ser “la línea” de Los Pinos. No lo dicen así, por supuesto, pero las respuestas y las correcciones tienen el tufo regañón de quien no sabe cómo salir de una para entrar a otra crisis.
Los magos de la comunicación presidencial han decidido no sólo controlar hasta la última línea ágata de los medios impresos y cada segundo en los medios electrónicos financiados con dinero público (no con el de Peña Nieto) sino también responder con singular torpeza a quienes cuestionan, documentan, denuncian o simplemente exponen un punto de vista crítico. Confunden al país con el presidente. Y creen que las críticas a su gobierno son una afrenta a la soberanía.
En comunicación política uno de los elementos fundamentales de las crisis es el llamado “control de daños”. Se trata de tomar una serie de medidas para aminorar, amortiguar y aislar el efecto causado por un escándalo, un imprevisto, un accidente, una tragedia o una ruptura en el aparato político.
El control de daños, por supuesto, incluye que alguien se haga responsable, se le sancione y se adopten medidas correctivas. Algo que no ha pasado en ninguno de los casos mexicanos recientes: ni en Ayotzinapa, ni en los escándalos de las casas, ni en el descarrilamiento del tren de alta velocidad México-Querétaro ni en la reiterada violencia en Guerrero, Michoacán y Tamaulipas y menos en la pésima conducción de la política económica mexicana. Todos los responsables siguen inmóviles, como estatuas de sal. Paralizados como si nada hubiera sucedido. Como la orquesta del Titanic, siguen tocando aunque el barco se hunda.
Para operar el “control de daños” primero debe asumirse que se está frente a una crisis. Peña Nieto, ya lo dijo éste en su célebre discurso del #YaSeQueNoAplauden: su gobierno no vive una crisis de corrupción sino un problema de “mala percepción” de sus acciones. Nada de lo que han hecho es ilegal y menos cuestionable éticamente. El problema es que los demás no entienden. Tener bienes raíces patrocinados, financiados o regalados por los grandes contratistas de obra pública no es un conflicto de interés. Es un conflicto de percepción.
Para Peña Nieto no hay crisis en el escándalo internacional que se ha convertido el expediente Ayotzinapa y las compuertas que se abrieron sobre los expedientes de miles de desaparecidos (todavía hay columnistas financiados desde Los Pinos que niegan lo evidente: hay miles de desaparecidos). No hay crisis en la falta de crecimiento económico (son las variables externas las que cambiaron). No hay crisis en el desplome de las promesas de la reforma energética que se abarataron más que el barril de petróleo. No hay crisis cuando la primera dama se convierte en el Meme más criticado en la historia reciente.
Todo esto no es crisis. La crisis es producto de una mala opinión orquestada, quizá, por alguien que se ve afectado en sus intereses (ahí han filtrado que todo se debe a Carlos Slim que resultó ser un “genio” para maniobrar en la prensa anglosajona), por adversarios que quieren derrocar al Grupo Atlacomulco, por resentidos como el ex jefe de Gobierno capitalino Marcelo Ebrard o que simplemente por quienes le tiene mala fe al “Salvador de México”.
Desde ahí, el error de diagnóstico convierte al control de daños en un descontrol. En lugar de aislar, aminorar y corregir el origen de la crisis lo agradan, lo expanden y reiteran con su discurso y su actitud el enojo de los ciudadanos.
En cada uno de los casos mencionados, los geniecillos de Los Pinos potencian el daño al querer “controlar” lo que no pueden: la indignación generalizada, la decepción frente a las promesas, el enojo empresarial con una reforma fiscal recesiva, a los medios internacionales que, en efecto, creyeron en Peña Nieto y ahora lo cuestionan con singular desengaño.
Quieren controlar hasta las opiniones del Papa Francisco en su correspondencia privada. Quieren maniobrar al estilo priista para transformar las palabras de González Iñárritu en el evento con mayor rating en la televisión global (la entrega de los premios Oscar) para convencernos que su crítica fue hacia Estados Unidos. Quieren que las expresiones de Obama, Clinton y los medios no se divulguen en sus medios-espejo.
Transforman a los embajadores en correctores de estilo de los corresponsales extranjeros. Convierten a los secretarios de Estado en pugilistas en rounds de sombra. Y transforman cada crisis en una debacle.
Ahí está el error de creer que todo es percepción pública. También los hechos cuentan. Y cuando éstos son reiteradamente autoritarios y cínicos, reiteradamente generan una reacción de sentido inverso y de mayor intensidad en su contra.



La mexicanización: El Papa Francisco en el Vaticano. 25 de febrero del 2015.

MÉXICO, D.F. (apro). La violencia que vive nuestro país, producto del crimen organizado y sus cómplices en los tres niveles de gobierno, ha dado lugar al enunciado “mexicanización”, como en otro tiempo se usó el de “colombianización” para describir el crecimiento del narcotráfico en distintas naciones.

Ahora, cuando el Papa Francisco utilizó el término para advertir sobre el peligro de un fenómeno similar en Argentina, quien levantó las cejas y reaccionó con enojo no fue la sociedad mexicana, sino el gobierno de Enrique Peña Nieto, que se sitió perjudicado en su imagen e implícitamente asumió su culpa en esta imparable barbarie.
Quizá muchos piensen que Jorge Bergoglio no tiene mucha autoridad para hablar del narcotráfico y la violencia en México, porque el Estado Vaticano, a lo largo de su historia, ha sido culpable de miles de muertes y recientemente algunos de sus miembros han estado involucrados en tráfico de cocaína, lavado de dinero y corrupción.
Pero en lo que no se puede estar en desacuerdo es en el uso del término “mexicanización” para referirse a la espiral de violencia producto del crimen organizado y el fracaso del gobierno para combatirlo desde sus raíces.
Tampoco estarán en desacuerdo que al utilizar ese enunciado, lo que el Papa refleja es que así se ve México en el escenario internacional.
Corrupción, impunidad e injusticia son tres de los principales elementos que los gobiernos del PAN, PRI y PRD, esencialmente, han dejado que aceiten la maquinaria política mexicana, con lo que han permitido el crecimiento y evolución del narcotráfico hasta convertirse en crimen organizado, y gobierno en algunas regiones del país.
Los indicadores internacionales no pueden ocultarse: México está entre los países con mayor atraso educativo y los más corruptos; entre los más pobres y con mayor violencia; entre los de mayor índice de desempleo y más inseguros. En fin, ocupa los primeros niveles entre las naciones más peligrosas para visitar y también para ejercer el periodismo.
Y de ninguna manera se puede ocultar la muerte de más de 100 mil personas en los últimos ocho años, la desaparición de más de 20 mil y los enfrentamientos en distintos lugares del país como expresión de una guerra no convencional que no se acaba, a pesar de la intención oficial de maquillar el rostro ensangrentado con la ayuda de las televisoras y medios a modo.
Detrás de la expresión “mexicanizar” está la muerte, violencia, terror, crimen organizado, corrupción, ejecuciones, desapariciones y desplazamiento que sufren miles de familias mexicanas por esta guerra absurda que el gobierno de Peña Nieto heredó del panista Felipe Calderón y que continúa sin tener una estrategia humanista o social.
Pero también está la irresponsabilidad de gobiernos como el de Estados Unidos, que desde Washington dicta la estrategia militar en los países productores y comercializadores de enervantes, mientras su población aumenta el consumo de drogas y los dueños de los bancos y el sistema financiero se enriquecen con el lavado de millones de dólares ensangrentados con los miles de muertos de México, Colombia, Perú, Bolivia, Honduras, Brasil, Argentina, El Salvador y los países de Oriente y Medio Oriente.
“Mexicanizar” no es entonces una ofensa, sino la descripción de una realidad de la que sí deberían avergonzarse todos los gobernantes, empresarios, banqueros, comerciantes y representantes de todas las autoridades políticas, judiciales, legislativas y militares que participan atizando el fuego de la violencia con su falta de compromiso social y su avidez de poder y dinero.








domingo, 22 de febrero de 2015

1er domingo de Cuaresma; Febrero 22 del 2015.

Génesis 98-15; Salmo 24; 1ª Pedro 318-22; Marcos 112-15

Comienza la Cuaresma: tiempo hondo de reflexión, de transformación, de conversión. La liturgia nos invita a detener nuestra marcha de cada día, para preguntarnos cómo vamos; qué va pasando con nuestra vida. Los tiempos no son fáciles, pero en ellos es donde tenemos que vivir y manifestar que somos cristianos, seguidores de Jesús.
La primera lectura tomada del Génesis pone un marco muy interesante en el que va a suceder la salvación y la lucha para no caer en las tentaciones. Después del Diluvio, ocasionado por el desvarío de la humanidad, Dios hace una alianza con Noé en la que vuelve a apostar por la raza humana: “No volveré a exterminar la vida”. Y el símbolo, ante la amenaza de la tormenta es el arcoíris. Cuando éste aparezca en medio de las nubes, Dios recordará su apuesta por protegernos. Más allá del comportamiento bueno, malo o regular del ser humano, Él defenderá la vida y hará todo lo posible para que ésta nunca se extinga sobre la faz de la tierra.
En medio de todas las crisis de la humanidad, tenemos a un Dios aliado de nosotros. Esa es la gran noticia que nos da el episodio de Noé; es verdaderamente un marco de esperanza y optimismo en el que nuestro Dios quiere que se desarrolle la historia humana.
Pero eso no significa que nosotros sólo seamos espectadores pasivos de una acción que realiza Dios. Y aquí es donde se enclava el evangelio de este día, el de las tentaciones. Marcos comienza con una afirmación no poco misteriosa: es el mismo Espíritu el que “impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde fue tentado por Satanás”.
No es iniciativa de Jesús; es el Espíritu de Dios quien lo desplaza hasta colocarlo en el desierto. Es decir, el Espíritu confronta a Jesús con la realidad que le tocará vivir y lo acompañará a lo largo de toda su vida. Antes de iniciar esa primera parte de su misión, en la que los milagros y –podríamos decir- los triunfos le sucedían uno a uno, Jesús es “obligado” a sumergirse en la realidad dolorosa que está detrás del éxito fácil o aparente. Eso significa el “desierto”. Jesús no puede ir engañado; no puede pensar que como Dios está de su lado, Él ya no tendría que luchar o todo le sería fácil a partir de los poderes que tenía. En el “desierto” se evidenciará la lucha a muerte que tendrá que combatir día a día contra el espíritu del mal: ahí estarán las pruebas, las inseguridades, las amenazas.
La salvación y la buena noticia del Reino, no pueden darse fuera del mundo conflictivo en el que la vida humana está en peligro de desaparecer. ¿Para qué querríamos entonces la salvación? Y, sin duda, lo mismo nos pasa a los cristianos. No podemos seguir a Jesús fuera o más allá de donde se está dando el conflicto y la lucha por el Reino. Mantenernos en las burbujas de confort, aislados del resto del mundo, y diciendo que ahí estamos siendo seguidores de Jesús, es una mentira. También a nosotros el Espíritu de Dios nos “desplaza” para meternos a ese mundo oscuro y peligroso en el que el proyecto de vida prometido a Noé, está realmente en peligro.
Pero simultáneamente, el “desierto” también se convierte en el espacio en donde escuchamos la voz de Dios. Jesús fue ahí para descubrir la forma como su Padre quería que Él realizara la misión. Y simplemente, las tentaciones que sufre Jesús, por contraste, le hablan de la forma como no tiene que hacer su misión: no es el poder, la riqueza, el confort, la soberbia, etc., las que podrán sostener su anuncio del Reino. En esa lucha, en esa cercanía con las contradicciones de la sociedad, con el dolor e injusticias de su pueblo, Él podrá descubrir lo que Dios quiere y espera de Él.
El cristianismo está viviendo tiempos de crisis: ¿no será que nos hemos salido del “desierto” donde Dios habla a su pueblo? El desierto está en medio de nosotros; el Desierto está justo donde esa vida por la que Dios apostó, está amenazada. Vayamos ahí y escuchemos la voz de Dios.
Cierto; las cosas nunca será claras; las tentaciones estarán presentes; la ambigüedad no podrá ser extirpada de nuestras opciones; el “Tentador” hará todo lo posible por destruir el proyecto de vida que Dios quiere para su pueblo, haciendo que equivoquemos el camino; pero también es verdad que el Espíritu nos dará la lucidez suficiente para descubrir su voluntad y la fuerza necesaria para no huir del Desierto y realizar el proyecto del Reino.

“Conviértanse –termina diciendo Marcos-, y crean en el Evangelio”, “porque el Reino de Dios ya está cerca”.

lunes, 16 de febrero de 2015

Horarios de imposición de Ceniza en la Capilla de la Ibero, Puebla; Miércoles 18 de febrero

Horario
Actividad
Lugar
Dirige
Todo el día
Imposición personal de Ceniza.
Capilla

8:45-9:00
Reflexión comunitaria sobre el Miércoles de Ceniza
Capilla
Mtra. Graciela Aguilar Chacón
10:45-11:00
Reflexión comunitaria sobre el Miércoles de Ceniza
Capilla
Mtra. Ma. del Rocío Rodríguez Chávez
13:00-13:45
Celebración eucarística
Capilla
Dr. Carlos Escandón S.J.
14:45-15:00
Reflexión comunitaria sobre el Miércoles de Ceniza
Capilla
L.E. Daniel Garza Torres
16:45-17:00
Reflexión comunitaria sobre el Miércoles de Ceniza
Capilla
L.E. Daniel Garza Torres

domingo, 15 de febrero de 2015

Nadie puede detener la primavera, Papa Francisco, Feb 2 '15

 El Papa avanza en su proyecto de convertir la Iglesia en un 'hospital de campaña'
·         Hace una semana recibió a un transexual español
JOSÉ MANUEL VIDAL Especial para EL MUNDO Madrid
Nunca un Papa se había atrevido a tanto. Pero Francisco ya nos tiene acostumbrados a gestos inéditos y llamativos. Aun así, la noticia dio la vuelta al mundo. El pasado sábado, 24 de enero, recibía a un transexual españolDiego Neria, de 48 años, y a su novia, Macarena. Le abrazaba y le decía: "Dios quiere a todos sus hijos, estén como estén, y tú eres hijo de Dios y por eso la Iglesia te quiere y te acepta como eres. ¡Claro que eres hijo de la Iglesia!". Y los tres se fundieron en un abrazo, sin que Diego pudiese reprimir las lágrimas. Y las dejó correr a gusto, sabiendo que, en su reciente viaje a Filipinas, el Papa había proclamado la teología de las lágrimas: "Hay que saber llorar".
Emocionado, Diego, católico practicante, sentía, vivía y experimentaba otra Iglesia, la Iglesia "casa abierta para todos" del Papa Francisco. Esa misma Iglesia samaritana con la que se había topado en la persona de su obispo, el titular de PlasenciaAmadeo Rodríguez, que hizo llegar su carta al Papa y le ayudó, incluso económicamente, a realizar el sueño de visitarlo.
No se sabe mucho de la conversación que Diego y su futura mujer mantuvieron con el Papa. Eso permanece en el secreto del fuero interno. Lo que sí se sabe es que Francisco actuó, una vez más, de suministrador del bálsamo de la aceptación y del consuelo.
Una transformación
El Papa quiere transformar la Iglesia. Hacerla pasar de "aduana" a "hospital de campaña". De roca fuerte y poderosa a madre de manos humildes y acogedoras. Para que se convierta en el asilo y en el refugio de todos los heridos del mundo. De todos los machacados por la sociedad y por la propia institución eclesial. La Iglesia "no es de las élites" eclesiásticas, repetía anteayer. Los preferidos en ella son los últimos, los que menos cuentan. Diego, el transexual, es un caso clamoroso. Pero lo mismo podría decirse de los gays o de los divorciados vueltos a casar o de las madres solteras.
Porque este Papa consolador, que siempre predica con el ejemplo, ha mantenido ya gestos especiales con personas pertenecientes a todos estos colectivos marginados en la propia Iglesia. Llamó a un homosexual francés para animarle a sentirse querido por Dios, y, en el vuelo de regreso de Brasil, cuando le preguntaron por la cuestión gay, contestó aquello ya famoso de "¿quién soy yo para juzgarlos?". Y añadía: "Las personas homosexuales tienen que ser respetadas, independientemente de su tendencia sexual".
En el mes de abril de 2014, Francisco llamó por teléfono a Jaquelina Lisbona, una divorciada argentina casada en segundas nupcias con un hombre también divorciado, que le había escrito porque su párroco se negaba a darle la comunión. "El divorciado que comulga no está haciendo nada malo", le dijo el Papa. En agosto llamó a un joven de Granada que le había relatado por carta los abusos que sufrió por parte de varios curas del clan de los Romanes y le pidió perdón.
Otras veces no son llamadas, sino hechos. Por ejemplo, el pasado 13 de enero el Papa bautizó en la Capilla Sixtina a 32 niños, entre ellos a Giulia, de siete meses e hija de una pareja italiana casada sólo por lo civil, y al hijo de una madre soltera.
La pastoral de los 'irregulares'
Es la pastoral de los irregulares, de los que, oficialmente, hasta ahora la doctrina y la praxis de la Iglesia condenaba y marginaba: transexuales, homosexuales, divorciados, madres solteras o parejas de hecho.
Es una pastoral realizada por el Papa en primera persona. Una pastoral de la que se da a conocer el hecho (la acogida a las ovejas descarriadas), pero sin fotos comprometedoras y sin las palabras del Papa. Una forma sutil, fina y típicamente jesuítica de lanzar mensajes sin comprometer la autoridad papal ni la doctrina de la Iglesia.
Lógicamente, estos gestos osados del Papa preocupan y hasta indignan a los sectores más conservadores de la Curia romana y de la Iglesia, especialmente preocupados por la doctrina. Les duele en el alma que el Papa les cambie el paradigma. Porque, para Francisco, primero es el Evangelio de la misericordia y, después, sólo después, la doctrina. Pero no pueden protestar, porque los gestos no menoscaban la doctrina.
Eso sí, gestos y llamadas mandan potentes señales hacia la sociedad en general, y hacia la mayoría del pueblo de Dios, en particular. Con ellos, el Papa está diciendo a la gente, incluso a los más alejados, que la Iglesia está cambiando. Que, en su primavera, lo primordial es la misericordia. Que la suya es una revolución de la ternura. De ahí que, en menos de dos años, se haya ganado el favor y el fervor popular, incluso de los no creyentes.
Cisma silencioso
Y lo que para él es más urgente, despertar al pueblo de Dios. Sumar a su causa a los millones de creyentes sumidos, desde hace años, en el llamado cisma silencioso: no viven en sus vidas la doctrina eclesial, sobre todo en lo que se refiere a la moral sexual. Francisco quiere que el pueblo le ayude a pasar de la moral del semáforo (del no, del todo es pecado), a la de la brújula o el faro. Hay un ideal moral, que se puede alcanzar o no, pero siempre en proceso, en camino y sin dejar en la cuneta a los que, por imposibilidad o debilidad, no lo consiguen.
Francisco sabe que, sin un cambio radical en la moral sexual, la Iglesia se desconecta con sus bases y, lo que es peor, no sintoniza con las nuevas generaciones. Y sin jóvenes, no hay futuro posible. ¿Cómo exigir castidad perfecta a una pareja que tiene un proyecto de vida en común estable, pero que por las circunstancias económicas no puede casarse hasta pasados los 30? ¿Cómo decir en África que, para prevenir el Sida, no se puede usar preservativo? ¿Cómo explicar a un matrimonio católico que no puede utilizar medios anticonceptivos artificiales? ¿Cómo vivir la paternidad responsable para no "traer hijos al mundo como conejos"?
En este camino de abrir grietas, el Vaticano de Francisco ha pasado de los principios innegociables (que eran todos) a la misericordia como referente fundamental, a lo que se supedita todo lo que no sea dogmático, es decir, las verdades del Credo. Sólo así, la Iglesia podrá dar respuestas a las preguntas que se hace la gente. Y sólo así, con el apoyo del pueblo, Francisco podrá vencer las resistencias de sus halcones.
Consciente de que tiene una misión providencial que cumplir en pocos años, en muy pocos años. El tiempo le apremia y los cambios en la Iglesia cuestan. Pero Francisco sabe también que la barca de Pedro la conduce el Espíritu y que >nadie puede detener la primavera en primavera.


El Papa Francisco: ¿Es un peligro o está en peligro?, Feb '15

Tras tocar la estructura del papado y de la Curia, está iniciando también reformas doctrinales.

 "Bergoglio se atreverá a cambiar, si no lo matan antes; Ratzinger se ha retirado por miedo"
José Manuel Vidal

En menos de 5 meses, Francisco se ha ganado la simpatía del mundo, se ha convertido en un líder planetario de prestigio y ha vuelto a dotar a la Iglesia de la credibilidad y de la confianza social que había perdido
 
"Es un peligro para los poderes del mundo y de la Iglesia y, por eso mismo, está en peligro".
Así de claro lo tiene el jesuita navarro José Enrique Ruiz de Galarreta, amigo del Papa Bergoglio desde que coincidió con él, hace 33 años, en el noviciado en Alcalá de Henares. En la misma línea se pronuncia el teólogo brasileño Leonardo Boff, uno de los máximos exponentes de la Teología de la Liberación: "Francisco está en peligro, porque, en el Vaticano, hay una historia de muchos asesinatos desde hace mucho tiempo".
Tanto el jesuita como el ex franciscano conocen al Papa desde hace tiempo, están encantados con los nuevos aires que está imprimiendo a la Iglesia y, por eso, le advierten. "Bergoglio se atreverá a cambiar, si no lo matan antes; Ratzinger se ha retirado por miedo", señala el compañero navarro del Papa. Y le da un consejo: "Que renueve la plantilla sin suscitar demasiado odio; que se lo tome con calma, para ir colocando a un equipo de su confianza".

El teólogo de la Liberación, al que Ratzinger obligó a guardar silencio, recuerda el caso del "Papa meteorito". "Juan Pablo I reunió a los cardenales y les anunció que se iría a vivir fuera del Vaticano. Dos días después, apareció muerto". Quizás por eso, Boff invita a Francisco a "tener cuidado, porque donde hay lucha por el poder no hay amor, y el poder siempre busca más poder".
Ruiz de Galarreta y Boff no son los únicos en temer por la vida del Papa. Obispos y fieles católicos de todo el mundo piensan lo mismo, aunque unos se lo callen por pudor y otros por no tentar a la mala suerte. El caso es que se extiende, entre el pueblo católico, la sensación de que el Papa está en peligro.

¿Para quién y por qué es un peligro el Papa Francisco?
Hace poco más de 120 días que Francisco llegó al papado. Por sorpresa. Y es que, tras la etapa reformista de Juan XXIII y Pablo VI (los dos papas del Concilio) y el leve 'apunte' de Juan Pablo I, que sólo duró 33 días en el solio pontificio, llegó la involución, que, de la mano de Wojtyla y Ratzinger duró 35 años.
La Curia romana, que se hizo con las llaves de la maquinaria vaticana tras dos Papas como Juan Pablo II y Benedicto XVI que no gobernaron, quería ampliar el ciclo conservador en la Iglesia. Por su propio interés.
Pero, Benedicto XVI, el Papa anciano y sabio, le rompió el espinazo al poder curial. Hastiado de los "lobos" de su Curia y sin fuerzas para limarles los dientes, ideó la "santa venganza": Renunciar para poner fecha de caducidad al papado y, por lo tanto, a cualquier otro cargo eclesiástico. Al hacerlo, arrastró en su caída a todos los grandes líderes de los lobbies vaticanos, que cesaron automáticamente en sus puestos hasta que el nuevo Papa provea.

La maquinaria romana se pone en marcha con el precónclave y el cónclave.
En ellos, los cardenales "peones", hartos del mangoneo y de la mala imagen que la Curia proyectaba sobre toda la Iglesia (con sus intrigas, luchas de poder, cuervos, Vatileaks y mayordomos infieles) decidieron apostar por un cardenal jesuita latinoamericano, austero, carismático y con dotes de mando y gobierno.
Y eligieron al arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, por una mayoría abrumadora: se habla de 90 votos sobre 115, superando los 84 con los que fuera elegido su predecesor.
Y "desde el fin del mundo" llegó a Roma un ciclón, una especie de tsunami de Dios. Lleva poco más de 120 días al frente de la Iglesia y ya le ha cambiado la cara a la institución.
Me lo confesaba en Rio el cardenal Hummes, el que le susurró "no te olvides de los pobres" inmediatamente antes de que fuese elegido: "El pueblo católico está de nuevo feliz, está de nuevo con la cabeza levantada. Antes, andaba medio triste y preocupado, debido a todas las crisis que se estaban descubriendo en el seno de la Iglesia. Y hoy el pueblo ha recobrado la esperanza".
En menos de 5 meses, Francisco se ha ganado la simpatía del mundo, se ha convertido en un líder planetario de prestigio y ha vuelto a dotar a la Iglesia de la credibilidad y de la confianza social que había perdido. Llegó diciendo que quiere "una Iglesia pobre y para los pobres" y lo está cumpliendo.
Ha vuelto a colocar a los pobres en el centro de atención de la institución y, para defenderlos, ataca sin piedad (desde la peana de su autoridad moral) a todos los poderes que atentan contra los "vip de Dios". Tanto de fuera como de dentro de la Iglesia.

¿Alguien podría tener interés en matarlo?
Francisco señala con el dedo al capitalismo salvaje y a los poderes económicos y financieros que no redistribuyen la riqueza. Fustiga a los políticos de todo pelaje y condición por utilizar sus cargos para su lucro personal, en vez de ponerlos al servicio del bien común.
Como un profeta del Antiguo Testamento denuncia con palabras y con gestos e imágenes que calan hondo y llegan directos al corazón del pueblo.
Su primer viaje fuera de Italia fue a Lampedusa, la isla donde está recluidos en medio del mar, los emigrantes sin papeles que se juegan la vida (y 20.000 la perdieron) para cruzar desde África en busca del paraíso europeo. Allí los abrazó, los bendijo con un báculo formado por dos palos de la madera de un cayuco naufragado, rindió homenaje a los muertos y pidió a Europa que los trate con justicia y dignidad y que los deje entrar en suelo europeo. Al día siguiente, las huestes de Berlusconi le contestaron: "Que los acoja el Papa en el Vaticano".
Y si con los poderes del mundo es duro, contra los de la Iglesia utiliza el látigo, como Cristo en el templo. No hay cosa que más le duela y más fustigue que los "eclesiásticos príncipes", "enclaustrados en sus puestos", que "no salen a la calle" ni a las "periferias existenciales" y que huelen a Armani en vez de "oler a oveja". No quiere eclesiásticos aferrados al poder, porque, en la Iglesia, el poder es servicio. O debe serlo.

Y el Papa sabe que, hoy, para que la predicación de la Iglesia vuelva a ser creíble tiene que dar primero el trigo del ejemplo.
Él sí predica con el ejemplo. Deja el palacio, vive en una residencia de curas, renuncia a los capisayos y a los oropeles, prescinde del papamóvil blindado, viaja en utilitario, lleva su propio maletín y, en definitiva, se comporta como una persona normal.
Vive con suma sencillez y austeridad y toda su acción está dirigida a predicar la esperanza de un Dios de ternura y de misericordia. Y pasar de una Iglesia malencarada y del no a otra alegre y del sí.
Pero, con su vida y con sus palabras, el Papa deja en evidencia a la jerarquía, que sigue viviendo en palacios y desplazándose en coches de alta gama. Con sus reformas, les está tirando abajo el "chiringuito" y eso la descoloca. Empezó por reformar el propio papado. Pasó de un papado imperial a otro colegial. Por eso nombra comisiones de cardenales y de expertos, para que le ayuden a reformar la Curia.
El próximo otoño jubilará a los máximos jerarcas curiales, empezando por el Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, y convertirá el banco vaticano (conocido por las siglas IOR) en una banca ética. Sin acceso al dinero y sin el control del poder, la Curia volverá a ser un aparato burocrático al servicio del Papa y de las iglesias locales.
Pero aún hay más. Tras tocar la estructura del papado y de la Curia, Francisco está iniciando también reformas doctrinales.
En dos pasos:
El primero, ya en marcha, es cambiar la tendencia respecto a temas "delicados" de moral sexual, como los matrimonios gays, el preservativo o las relaciones prematrimoniales. Francisco sabe que no puede reconquistar a los jóvenes, si les obliga a llegar vírgenes al matrimonio o a mantener relacione sexuales siempre abiertas a la procreación.

El segundo paso serán los cambios en algunos temas doctrinales concretos. Con prudencia y de uno en uno.
El primero puede ser el permitir el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar. Y, si hay algo que pone de los nervios a los sectores más conservadores y talibanizados de la Iglesia son las cuestiones sociales y sexuales. En lo social, está ya muy claro que Francisco está de parte de los pobres y contra los poderosos. En lo sexual, ha cambiado la tendencia y ha pasado de la condena a la comprensión: "¿Quién soy yo para juzgar a un gay?", acaba de decir.

¿Cómo evitar el peligro?
Como es lógico, el Papa cuenta con medidas de seguridad. Las externas, que le ponen los gobiernos de los diversos países, cuando viaja. Y las internas, su propio cuerpo de seguridad, dirigido por el capitán Domenico Giani. Su 'ángel de la guarda' tiene 46 años y es el jefe de seguridad del Vaticano desde 2006.
Trabajó ya con Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero ninguno le dio tantos quebraderos de cabeza como el Papa Francisco. Pura y simplemente, porque no quiere seguridad. Está convencido de que el pastor tiene que estar entre las ovejas.
Y, aunque no tiene más remedio que plegarse a ciertos protocolos, los rompe continuamente y se expone sin parar. Ha jubilado el papamóvil blindado y se desplaza en un pequeño Fiat. Y con la ventanilla bajada, blanco perfecto de cualquier mira telescópica. Se mete entre la gente, incluso en las favelas de Rio, y toma mate de un vaso que alguien le ofrece al pasar en el papamóvil. Sin miedo a que lo envenenen.
Francisco sin miedo lo explica así: "Con menos seguridad, he podido ir con la gente, abrazarles, saludarles, sin coches blindados. La seguridad es fiarse de un pueblo. Siempre hay el peligro de que un loco haga algo. Pero también está el Señor. Crear un espacio blindado entre el obispo y el pueblo es una locura".
El riesgo existe y Francisco lo asume. De entrada y por convicciones pastorales y teológicas. Sabe bien cuál fue el final de todos los profetas, empezando por el de Nazaret.

¿Qué ocurriría en la Iglesia, si se produjese un magnicidio?
Tiene enemigos dentro y fuera. Y muchos. Y, encima, no quiere protegerse. El blanco es fácil. Tanto para un loco aislado, como para un complot teledirigido. Desde fuera, al estilo del turco Ali Agca. O desde dentro, como en el caso del malogrado Juan Pablo I, de cuya muerte siempre habrá dudas, porque el Vaticano se negó a hacerle una autopsia.
Si ocurriese algo así (Dios no lo quiera), ¿qué pasaría en la Iglesia?...
En primer lugar, Francisco se convertiría en un santo por aclamación popular y en el Papa mártir de los pobres. Pero, si las sospechas recayesen en los hombres de Iglesia, ésta quedaría tocada y, posiblemente, hundida. Poca gente volvería a poner su confianza en una institución que elimina a sus mejores 'jefes'.
Y, por mucho que lo escondiese, no podría acallar las sospechas que, en el universo mediático global actual, pronto se tornarían en acusaciones y deserciones masivas de fieles. El descrédito de la institución sería absoluto.
Si las sospechas sobre el magnicidio señalasen a los poderes del mundo, la Iglesia saldría reforzada, buscaría un nuevo Papa que siguiese la línea marcada por Francisco y ganaría fieles para su causa. Pero, al mismo tiempo, cundiría la desesperanza, sobre todo entre los pobres y la protesta.
Y hasta puede que los católicos hiciesen causa común con los indignados o se tornasen indignados que, siguiendo el ejemplo de su mártir, saliesen a las calles "pacíficamente y sin violencia, a proponer alternativas sociales a la luz del Evangelio".
Una revolución cristiana mundial, que se extendería por los cuatro puntos cardinales, excepto, quizás, en Asia y en el mundo árabe. Vivo o muerto Francisco es un peligro y está en peligro. Sólo Dios lo puede salvar.





El papa Francisco hablará ante el Congreso de EE.UU. en septiembre

El papa Francisco hablará ante el Congreso de EE.UU. en septiembre

El presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el republicano John Boehner, confirmó que el papa Francisco visitará el Capitolio el 24 de septiembre como parte de su visita a Estados Unidos.
"Ese día, él se convertirá en el primer líder en la historia de la Santa Sede que se dirige a una sesión conjunta del Congreso", dijo Boehner en un comunicado.
"Será una visita histórica y estamos verdaderamente agradecidos de que el Pontífice haya aceptado nuestra invitación".
Según explica el corresponsal de BBC Mundo en Washington, Thomas Sparrow, el Papa también estará en Nueva York, donde hablará en Naciones Unidas, así como en Filadelfia para el Encuentro Mundial de las Familias.
Durante su viaje a Estados Unidos, el primero que realiza a este país desde que fue nombrado Papa en marzo de 2013, Francisco canonizará al franciscano español Junípero Serra, considerado el "fundador" de California.

Los conservadores de EE.UU., en guerra contra "el papa marxista"

Francisco no cuenta entre los miembros de la derecha en EE.UU. con la buena imagen de la que disfrutaban sus antecesores.
Primero fueron sus críticas a la "obsesión" de la Iglesia católica con el aborto y los gays. Luego su condena al "capitalismo salvaje" y a la "dictadura de la economía". Y por último, sus palabras sobre la responsabilidad del hombre en el cambio climático.
Pese a que todavía no se han cumplido dos años desde que el argentino Jorge Mario Bergoglio se convirtió en el papa Francisco, ya han sido muchos los políticos, comentaristas y periodistas conservadores en Estados Unidos que han mostrado sus reservas sobre el pontífice.
Su decisión recién anunciada de elevar a los altares al arzobispo salvadoreño Óscar Romero -tachado de "comunista" por algunos- tampoco habría sentado bien entre los sectores más reaccionarios del catolicismo estadounidense, de acuerdo con un artículo publicado esta semana en la revista Time.
Según algunos analistas, en estos momentos Francisco no cuenta entre los miembros de la derecha en EE.UU. con la buena imagen de la que disfrutaban sus antecesores -Juan Pablo II y Benedicto XVI- con los que coincidían plenamente en cuestiones de moral y quienes realizaban unas criticas más veladas del capitalismo y los mercados.
Estrellas del ultraconservador Tea Party como Sarah Palin o Rick Santorum no han dudado en mostrar sus reparos hacia la "agenda liberal" del Papa.
Santorum, quien es padre de familia numerosa, llegó a asegurar que "a veces es difícil escuchar" al papa Francisco, por las declaraciones en las que el pontífice dijo que "ser un buen católico no implica tener hijos como conejos".

"Puro marxismo"

Hace unos días, el Papa reiteró en una entrevista ofrecida al diario italiano La Stampa que su visión sobre la redistribución de la riqueza, las injusticias del sistema capitalista y la necesidad de ayudar a los más pobres proviene de los evangelios y nada tiene que ver con el marxismo o el comunismo.
El locutor conservador Rush Limbaugh tachó de "marxistas" las ideas del papa sobre el capitalismo.
El pontífice volvió a responder así a sus críticos en EE.UU., que encabezados por el locutor Rush Limbaugh se le echaron encima cuando publicó la exhortación apostólica "Evangelii Gaudium", en la que, entre otras cosas, rechazaba las teorías que sostienen que el libre mercado hace que la riqueza tarde o temprano llegue a todo el mundo.
"Eso es puro marxismo saliendo de la boca del papa", dijo Limbaugh en su programa diario de radio que cuenta con millones de seguidores , unos días después de publicarse el documento, a finales de 2013.
Las críticas a Bergoglio también llegaron de medios como la cadena conservadora Fox News, en la que el periodista Adam Shaw comparó la popularidad del Papa con la que disfrutó en sus primeros días como presidente de EE.UU., Barack Obama.
"Igual que el presidente Obama ha sido una decepción para EE.UU., el papa Francisco demostrará ser un desastre para la Iglesia católica", escribió Shaw.
El papa Francisco no sólo ha sido cuestionado por sus posturas sobre temas de moral o economía. Hace unos días el senador republicano de Florida Marco Rubio, hablando sobre el papel del papa en la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EE.UU., aseguró que le gustaría que el pontífice "tomara la causa de la libertad y la democracia".
Además, en las últimas semanas, el anuncio de que el Papa piensa publicar una encíclica sobre ecología y cambio climático, que podría estar lista para los meses de junio o julio antes de la reunión sobre el tema convocada por Naciones Unidas en París, ha hecho que algunos medios conservadores hayan asegurado que Bergoglio "tiene una agenda ambientalista radical".
"Creo que al Papa lo han tachado de marxista porque utiliza un lenguaje más propio de la izquierda que de la Iglesia católica y eso ha sido una sorpresa para muchos en EE.UU.", asegura James Pethokoukis, periodista y analista del Instituto de Empresa Estadounidense (AEI, por sus siglas en inglés), un centro de estudios conservador con base en Washington.
"Sus comentarios sobre el capitalismo son sorprendentes porque con ellos parece no dar valor al hecho de que el capitalismo ha sido una fuerza increíble en los últimos 200 años para aumentar los niveles de vida de millones de personas en todo el mundo y continúa siéndolo", señala Pethokoukis en conversación con BBC Mundo.
Pethokoukis cree que "muchos conservadores en EE.UU. sienten que Juan Pablo II y Benedicto XVI estaban de su lado porque parecían apreciar que el libre mercado es algo bueno para crear" riqueza y oportunidades.
"Los conservadores en EE.UU. que no son católicos y que no están muy familiarizados con la Iglesia católica y su doctrina, creen que se ha pasado de un papa conservador y de derechas a uno de izquierdas, radical e incluso marxista", apunta el experto del AEI.

Otra conversación

William Doyle, profesor de economía de la Universidad de Dallas, en Texas, se muestra sorprendido de que los conservadores crean que el papa es marxista, ya que considera que "muchas de sus ideas se encuentran implícita o explícitamente en los evangelios".
"La razón por la que los conservadores veían con mejores ojos a Juan Pablo II y a Benedicto XVI es que estos pasaron mucho más tiempo hablando de los dogmas del catolicismo, sobretodo de lo relacionado con la moral sexual".
"En cambio, el papa Francisco ha desviado la conversación hacia el sufrimiento que causa la pobreza y la indiferencia ante esta, lo que creo hace sentir incómodos a algunos de los que tienen mucho dinero", señala el preofesor de la Universidad de Dallas, una institución de enseñanza católica.
Pese a las duras críticas que ha recibido el papa por parte de la derecha estadounidense, Doyle considera que "los liberales en EE.UU. siguen siendo más hostiles hacia la iglesia católica", especialmente por los escándalos de abusos en los que se ha visto envuelta y por sus posturas en cuestiones de moral.
El periodista británico Austen Ivereigh, autor de la recién publicada biografía del pontífice, "El gran reformador", cree que muchos en EE.UU. no están entendiendo el mensaje del papa.
"Cuando habla de la economía y de los mercados, lo hace siguiendo la tradición de la enseñanza social de la Iglesia católica. No está hablando desde un punto de vista ideológico".
"Sus críticas a los mercados están relacionadas con lo que ha llamado 'la cultura del descarte', que cree da lugar a gran número de personas desempleadas o que viven por debajo del nivel de la pobreza", apunta Ivereigh en conversación con BBC Mundo.
El papa Francisco ha desviado la conversación hacia el sufrimiento que causa la pobreza y la indiferencia ante esta, según algunos analistas.
"Creo que los conservadores en EE.UU. se sienten amenazados por el papa Francisco y sospechan de él porque proviene de una tradición latinoamericana que pone el énfasis en el estado y que no entiende los beneficios y las virtudes de la libertad de mercado".
Pese a la controversia que está generando Bergoglio entre algunos sectores, los analistas consultados por BBC Mundo creen que cuando visite EE.UU. el próximo septiembre, tendrá una gran bienvenida.
"A la gente le interesa este papa porque tiene un discurso diferente en muchos asuntos y una personalidad muy atrayente", señala James Pethokoukis. "Seguro que tanto demócratas y como republicanos querrán tomarse una foto con él".


6° Domingo Ordinario, Feb. 15 '15, Pagola

De forma inesperada, un leproso «se acerca a Jesús». Según la ley, no puede entrar en contacto con nadie. Es un «impuro» y ha de vivir aislado. Tampoco puede entrar en el templo. ¿Cómo va a acoger Dios en su presencia a un ser tan repugnante? Su destino es vivir excluido. Así lo establece la ley.
A pesar de todo, este leproso desesperado se atreve a desafiar todas las normas. Sabe que está obrando mal. Por eso se pone de rodillas. No se arriesga a hablar con Jesús de frente. Desde el suelo, le hace esta súplica: «Si quieres, puedes limpiarme». Sabe que Jesús lo puede curar, pero ¿querrá limpiarlo?, ¿se atreverá a sacarlo de la exclusión a la que está sometido en nombre de Dios?
Sorprende la emoción que le produce a Jesús la cercanía del leproso. No se horroriza ni se echa atrás. Ante la situación de aquel pobre hombre, «se conmueve hasta las entrañas». La ternura lo desborda. ¿Cómo no va a querer limpiarlo él, que sólo vive movido por la compasión de Dios hacia sus hijos e hijas más indefensos y despreciados?
Sin dudarlo, «extiende la mano» hacia aquel hombre y «toca» su piel despreciada por los puros. Sabe que está prohibido por la ley y que, con este gesto, está reafirmando la trasgresión iniciada por el leproso. Sólo lo mueve la compasión: «Quiero: queda limpio».
Esto es lo que quiere el Dios encarnado en Jesús: limpiar el mundo de exclusiones que van contra su compasión de Padre. No es Dios quien excluye, sino nuestras leyes e instituciones. No es Dios quien margina, sino nosotros. En adelante, todos han de tener claro que a nadie se ha de excluir en nombre de Jesús.
Seguirle a él significa no horrorizarnos ante ningún impuro ni impura. No retirar a ningún «excluido» nuestra acogida. Para Jesús, lo primero es la persona que sufre y no la norma. Poner siempre por delante la norma es la mejor manera de ir perdiendo la sensibilidad de Jesús ante los despreciados y rechazados. La mejor manera de vivir sin compasión.
En pocos lugares es más reconocible el Espíritu de Jesús que en esas personas que ofrecen apoyo y amistad gratuita a prostitutas indefensas, que acompañan a sicóticos olvidados por todos, que defienden a homosexuales que no pueden vivir dignamente su condición… Ellos nos recuerdan que en el corazón de Dios caben todos.  

José Antonio Pagola