domingo, 13 de diciembre de 2015

¿Está fracasando el Papa? José M. Castillo, teólogo; Noviembre 1 del 2015

Enviado a la página web de Redes Cristianas
Teología sin censura
Hay gente que se hace esta pregunta. Incluso hay no pocas personas que ni se la hacen. Porque son los que ya tienen la respuesta. Y la tienen clara y segura, en el sentido de que, según piensan ellos, efectivamente es así. No se trata, pues, de que Francisco va a fracasar. Se trata de que Francisco, y el modelo de papado que él representa, ya ha fracasado. O sea, ni este papa ha renovado la Iglesia. Ni la va a renovar. Por la sencilla razón – dicen los defensores del fracaso – de que la teología de Francisco es poca y pobre. A lo que se suma el hecho de que no ha cambiado ni un solo canon de Código de Derecho Canónico. Ni los nombramientos de altos cargos en la Curia han sido determinantes para que las cosas cambien. Ni ha podido acabar con las firmes y sólidas convicciones de los cardenales que están en contra de su forma de ejercer el cargo de Sucesor de Pedro. Entonces, después de casi tres años de papado, ¿a dónde nos lleva este hombre? A una nueva y mayor desilusión en la reforma de la Iglesia, piensan o temen no pocos.
En fin, no sé si estoy exagerando. Ni soy quién para asegurar si tienen o no tienen razón los “profetas de desgracias”, que diría Juan XXIII. Lo que sí creo que puedo (y debo) preguntar es esto: ¿quiénes son los que afirman con seguridad que este papa ha fracaso? Ciertamente no dicen semejante cosa ni los pobres, ni los enfermos, ni los niños, ni los que se han quedado sin trabajo, ni las gentes que viven en barrios marginales, ni los que huyen de las guerras, de las hambrunas, de los países en los que se ven explotados o en situaciones de inseguridad, miedo y desesperanza. ¿Por qué será esto así?
Asegurar que este papa ha fracasado es, más que nada, desear que fracase. Y por tanto, desear que las cosas sigan, en la Iglesia, como estaban en los papados anteriores. O quizá – en el extremo opuesto – lo que algunos desean es que la Iglesia cambie, de la noche al día, a golpe de decisiones doctrinales y legales, que obliguen a infinidad de personas a pensar de manera distinta a como vienen pensando desde que eran niños. Pero, ¿es que un papa puede hacer semejante cosa en dos o tres años?
Pongamos los pies en el suelo. El papa, sea quien sea, no puede ser agente de división, sino modelo de tolerancia, respeto y comunión. Pero eso, en una Iglesia tan dividida y fragmentada como la que tenemos, no se consigue sino desde la bondad y la misericordia. Ejercer el papado no es hacer política, Y, menos aún, imponer decisiones que, en el mejor de los casos, se soportan, pero no se integran en la vida de las personas. La gente integra y hace suya en sus vidas, no lo que se les impone por obligación, sino lo que les atrae por seducción. El día que una notable mayoría vea en el Evangelio un “proyecto de vida”, que alivia penas, fomenta la felicidad y da sentido a nuestras vidas, ese día la Iglesia cumplirá con su tarea en este mundo y será distinta. Pues eso, ni más ni menos que eso, es lo que el papa Francisco está intentando hacer. Y es lo que la que va a hacer, si es que entre todo le dejamos hacerlo.


Termina el Sínodo de los Obispos: grandes expectativas, pequeños cambios; Oct 28 2015

 Enviado a la página web de Redes Cristianas
Observatorio Eclesial 

Este sábado concluyó en Roma la XIV Asamblea General del Sínodo de los Obispos, tras tres semanas de intensos y difíciles trabajos en lo que pudiéramos llamar el acontecimiento más importante de la Iglesia católica en los últimos 50 años, después del Concilio Vaticano II que justo este año (8 de diciembre) cumple medio siglo de haberse concluido.
Esta peculiar importancia no radica tanto en la forma como en el fondo: aunque fue importante el carácter participativo con que se llevó a cabo, con encuestas y reuniones previas cuyo objetivo era tomar en cuenta a toda la comunidad eclesial y todas las comunidades eclesiales, sobresale la recuperación del espíritu de sinodalidad en la iglesia, que no significa otra cosa que hacer valer la voz de los obispos en igualdad de condición con la voz del papa, quien dejará muy claro en algunas de sus intervenciones durante el Sínodo que él está ahí como obispo de Roma y no de todas las diócesis del mundo, abriendo la posibilidad a un diálogo eclesial eficaz que no había ocurrido, decíamos, desde el Concilio Vaticano II.
Pero, hay que reconocerlo también, los resultados de esta asamblea sinodal han sido demasiado pocos y menores en relación a las grandes expectativas que se generaron en torno a él y respecto de un cambio significativo de la doctrina y praxis eclesiales en torno a puntos sensibles del tema de la familia: la comunión a divorciados vueltos a casar, el reconocimiento de la diversidad de familias en la sociedad y la iglesia, y las raíces socio-económicas (y no sólo morales) de la actual crisis de la otrora llamada célula fundamental de la sociedad.
En su discurso al final de los trabajos sinodales el papa Francisco ha dicho que los trabajos no han concluido, y también reconocido que tampoco se han encontrado soluciones exhaustivas a todas las dificultades y dudas que desafían y amenazan a la familia. Falta esperar su exhortación apostólica para medir el alcance real de este acontecimiento, pero es muy probable que los frutos más eficaces se den en las iglesias locales, donde desde hace décadas viene ocurriendo lo que hasta ahora el sínodo ha dejado sólo como una posibilidad: una pastoral de lo familiar que tome en cuenta (sin satanizar) los grandes cambios socio-culturales que en el mundo se estan dando y que afectan a la familia, y actúe en consecuencia no desde una moral casuística, sino contextual y amorosa.
Por lo demás, más allá de posibles o imposibles aplicaciones o avances eclesiales, la realización de la asamblea de los obispos es reveladora por sí misma, ya que arroja un meridiano diagnóstico del estado de saludo de la institución católica desde lo que se ha convertido últimamente su más alto mecanismo de toma de decisiones: el sínodo. Más allá de un papa progresista, abierto al cambio, está una iglesia que se debate entre el pasado y el presente, entre la doctrina y la realidad, entre el anquilosamiento y el ansia de renovación, entre la testarudez y el diálogo.
Podemos, pues, vaticinar que poco cambiará en el discurso oficial católico sobre la familia y la sexualidad después de este Sínodo, con la misma certeza que podemos decir que algo definitivamente profundo está cambiando en las familias católicas, y que no puede ser ignorado por una institución religiosa que asienta sus bases sobre ellas. La Relatio Finalis emitida al final de estas tres semanas (4 al 25 de octubre) de trabajo deja entrever al menos la conciencia que tienen los obispos de que dichos cambios están aconteciendo, aunque no se atrevan a asumirlos y enfrentarlos, más por miedo que por una auténtica certeza o fidelidad cristiana.
@ Observatorio Eclesial
Discurso completo del papa al término de los trabajos del Sínodo de los Obispos sobre la Familia
Relatio Finalis (Documento final) del Sínodo de los Obispos al papa Francisco [en italiano]


3er Domingo de Adviento; diciembre 13 del 2015; José Antonio Pagola.

¿Qué podemos hacer?

La predicación del Bautista sacudió la conciencia de muchos. Aquel profeta del desierto les estaba diciendo en voz alta lo que ellos sentían en su corazón: era necesario cambiar, volver a Dios, prepararse para acoger al Mesías. Algunos se acercaron a él con esta pregunta: ¿Qué podemos hacer?
El Bautista tiene las ideas muy claras. No les propone añadir a su vida nuevas prácticas religiosas. No les pide que se queden en el desierto haciendo penitencia. No les habla de nuevos preceptos. Al Mesías hay que acogerlo mirando atentamente a los necesitados.
No se pierde en teorías sublimes ni en motivaciones profundas. De manera directa, en el más puro estilo profético, lo resume todo en una fórmula genial: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, que haga lo mismo". Y nosotros, ¿qué podemos hacer para acoger a Cristo en medio de esta sociedad en crisis?
Antes que nada, esforzarnos mucho más en conocer lo que está pasando: la falta de información es la primera causa de nuestra pasividad. Por otra parte, no tolerar la mentira o el encubrimiento de la verdad. Tenemos que conocer, en toda su crudeza, el sufrimiento que se está generando de manera injusta entre nosotros.
No basta vivir a golpes de generosidad. Podemos dar pasos hacia una vida más sobria. Atrevernos a hacer la experiencia de "empobrecernos" poco a poco, recortando nuestro actual nivel de bienestar, para compartir con los más necesitados tantas cosas que tenemos y no necesitamos para vivir.
Podemos estar especialmente atentos a quienes han caído en situaciones graves de exclusión social: desahuciados, privados de la debida atención sanitaria, sin ingresos ni recurso social alguno... Hemos de salir instintivamente en defensa de los que se están hundiendo en la impotencia y la falta de motivación para enfrentarse a su futuro.
Desde las comunidades cristianas podemos desarrollar iniciativas diversas para estar cerca de los casos más sangrantes de desamparo social: conocimiento concreto de situaciones, movilización de personas para no dejar solo a nadie, aportación de recursos materiales, gestión de posibles ayudas...
La crisis va a ser larga. En los próximos años se nos va a ofrecer la oportunidad de humanizar nuestro consumismo alocado, hacernos más sensibles al sufrimiento de las víctimas, crecer en solidaridad práctica, contribuir a denunciar la falta de compasión en la gestión de la crisis... Será nuestra manera de acoger con más verdad a Cristo en nuestras vidas.


3er Domingo de Adviento; Diciembre 13 del 2015

Sofonías 314-18; Isaías 12; Filipenses 44-7; Lucas 310-18

Llegamos al 3er domingo de Adviento. La Navidad cada día está más próxima, y esto nos invita a prepararnos para ella. Particularmente este domingo resalta la alegría. En medio de una cierta expectativa de los domingos anteriores que implicó vigilancia, espera, tensión, hoy la liturgia deja salir los sentimientos; quiere que nos alegremos, que salga espontáneamente el gozo que el nacimiento de Jesús y la salvación que llega con Él, nos trae.
Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo, Israel, gózate y regocíjate de todo corazón” –nos dice el profeta Sofonías. Y lo mismo señala San Pablo: “Alégrense siempre en el Señor; se lo repito, ¡Alégrense!... El Señor está cerca. No se inquieten por nada”.
Cierto, la invitación es clara: se trata de alegrarnos; pero, ¿cómo alegrarse? ¿Cómo cantar cuando uno no sólo vive como esclavo, sino realmente lo es?, como le sucedió al pueblo de Israel durante su  exilio. Algo semejante experimentamos. El panorama del país es oscuro: desde hace tiempo los nubarrones están sobre nuestra nación y nada bueno se augura para el próximo año que está por nacer, para el 2016. ¿Cómo pueden alegrarse los padres de hijos desaparecidos, los familiares de las mujeres que han sido asesinadas, las familias cuyos ingresos no pueden satisfacer las necesidades mínimas de sus hogares y se ven obligados a migrar, arriesgando todo, incluso la vida?
Sofonías, en la primera lectura, nos da una clave de inicio: “No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti. Él se goza y se complace en ti; él te ama y se llenará de júbilo por tu causa”. Este es justo el motivo de esperanza que surge de la Navidad. Nuestro Dios se hace “Emanuel”; se hace un “Dios con nosotros”; viene una vez más a nacer en medio de nuestra tierra para reanimar a los de corazón apocado, a los que han perdido la fe, a los que se han cansado de luchar por la justicia, por una nueva sociedad. Por eso se nos pide “no temer” y que “no desfallezcan nuestras manos”. El Dios que nos acompaña es poderoso, es nuestro salvador, está en medio de nosotros. Nos ama y se llena de gozo por nuestra causa.
San Pablo refuerza la esperanza: “Alégrense siempre en el Señor… El Señor está cerca. No se inquieten por nada”.
Esta es la primera manera de prepararnos para la Navidad: abrir la conciencia y el corazón a la presencia de Dios en nuestra historia. Él no se ha olvidado de nosotros, de nuestras luchas y esperanzas; pero hay que hacerlo presente en nuestras vidas; hay que interiorizarlo; hacerlo “compañero de camino”, de día y de noche. Navidad implica, –como una primera actitud- la renovación de la presencia de Dios en nuestros corazones. En Él somos fuertes; Él renueva nuestra esperanza; fortalece nuestros brazos cansados; reanima nuestras piernas vacilantes.
Pero, como siempre, no le podemos dejar todo a Dios; no basta con tener la certeza de que nos acompaña. Él sin duda nos anima y sostiene, pero no hace la tarea por nosotros. Jamás le podremos echar la culpa a Él del desastre que hemos hecho de nuestra tierra. Navidad también implica responder a las invitaciones que nos hace Juan Bautista en el Evangelio de este domingo. Es sorprendente la conciencia social que tenía Juan hace 21 siglos. Y lo más maravilloso es que usando un signo sacramental, como era el Bautismo, no lo sacraliza reduciéndolo exclusivamente a un acto religioso.
Para Juan, el bautismo implicaba necesariamente un “cambio de corazón”, una “metanoia”, una conversión radical de toda la persona. Bautizarse era rehacer las relaciones con Dios y con los seres humanos, con las personas con las que uno tenía que convivir. Y eso lo veía como preparación al bautismo que Jesús estaba ya próximo a realizar: un bautismo “con el Espíritu Santo y con fuego”.
Es decir, prepararnos hoy a la Navidad, a la venida de Jesús, implica revisar qué tanto respondemos a las invitaciones de Juan Bautista. Veamos:
1.     No invita a quedarse en el desierto, sino a la solidaridad: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo
2.     Invita a practicar la justicia: “no cobren más de lo establecido”.
3.     Invita a no caer en la corrupción, a ejercer honestamente el poder: “No extorsionan a nadie ni denuncia a nadie falsamente”.
4.     En pocas palabras, invita a vivir honesta, justa y humanamente la existencia cotidiana con todas las relaciones que esto implica: familiares, sociales, laborales, políticas.
El bautismo es un acto para toda la vida; pero la conversión es una decisión de cada día. Navidad implica un gran gozo, cierto; pero igualmente un cambio de corazón, una revisión profunda de nuestras relaciones para con los demás. La navidad no sólo se prepara con regalos, comidas, brindis, alegría; sino con un nuevo compromiso en favor de la justicia y del amor.



domingo, 29 de noviembre de 2015

Terrorismo en París: "Usted no tendrá mi odio"; Carta del francés Antoine Leiris al EI. Noviembre del 2015.


El viernes por la noche le robaste la vida a un ser excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero usted no tendrá mi odio. No sé quién eres y no quiero saberlo, usted es de las almas muertas.
Si ese Dios, por quien matan ciegamente, nos ha hecho a su imagen, cada bala en el cuerpo de mi mujer habrá sido una herida en su corazón.
Entonces no, no le voy a premiar con odio. Aunque lo tiene bien buscado, pero responder con odio por la ira, sería ceder a la misma ignorancia que ha hecho de usted lo que es.
Quiere que tenga miedo, que mire a mis conciudadanos con un ojo desconfiado, que sacrifique mi libertad por la seguridad; pero está perdido. 
La vi esta mañana luego de varias noches y días de espera. Estaba tan hermosa como la noche de ese viernes, tan hermosa como cuando me enamoré locamente hace más de 12 años.
Por supuesto estoy devastado por el dolor. Le concedo esta pequeña victoria, pero será de corta duración. Sé que ella nos acompañará cada día y que nos encontraremos en el paraíso de las almas libres al que usted nunca tendrá acceso. 
Somos dos, mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo.
No tengo más tiempo para usted.  Tengo que ver a Melvil que se despierta de su siesta. Tiene 17 meses y ya va a comer su merienda como todos los días. Luego iremos a jugar como todos los días. Este niño será feliz y libre por toda la vida, porque usted no tendrá su odio jamás.


1er domingo de Adviento; noviembre 29 del 2015. J.A. Pagola

ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS
Los discursos apocalípticos recogidos en los evangelios reflejan los miedos y la incertidumbre de aquellas primeras comunidades cristianas, frágiles y vulnerables, que vivían en medio del vasto Imperio romano, entre conflictos y persecuciones, con un futuro incierto, sin saber cuándo llegaría Jesús, su amado Señor.
También las exhortaciones de esos discursos representan, en buena parte, las exhortaciones que se hacían unos a otros aquellos cristianos recordando el mensaje de Jesús. Esa llamada a vivir despiertos  cuidando la oración y la confianza son un rasgo original y característico de su Evangelio y de su oración.
Por eso, las palabras que escuchamos hoy, después de muchos siglos, no están dirigidas a otros destinatarios. Son llamadas que hemos de escuchar los que vivimos ahora en la Iglesia de Jesús en medio de las dificultades e incertidumbres de estos tiempos.
La Iglesia actual marcha a veces como una anciana "encorvada" por el peso de los siglos, las luchas y trabajos del pasado. "Con la cabeza baja", consciente de sus errores y pecados, sin poder mostrar con orgullo la gloria y el poder de otros tiempos.
Es el momento de escuchar la llamada que Jesús nos hace a todos.
«Levantaos», animaos unos a otros. «Alzad la cabeza» con confianza. No miréis al futuro solo desde vuestros cálculos y previsiones. « Se acerca vuestra liberación». Un día ya no viviréis encorvados, oprimidos ni tentados por el desaliento. Jesucristo es vuestro Liberador.
Pero hay maneras de vivir que impiden a muchos caminar con la cabeza levantada  confiando en esa liberación definitiva. Por eso, «tened cuidado de que no se os embote la mente». No os acostumbréis a vivir con un corazón insensible y endurecido, buscando llenar vuestra vida de bienestar y placer, de espaldas al Padre del Cielo y a sus hijos  que sufren en la tierra. Ese estilo de vida os hará cada vez menos humanos.
«Estad siempre despiertos». Despertad la fe en vuestras comunidades. Estad más atentos a mi Evangelio. Cuidad mejor mi presencia en medio de vosotros. No seáis comunidades dormidas. Vivid «pidiendo fuerza». ¿Cómo seguiremos los pasos de Jesús si el Padre no nos sostiene? ¿Cómo podremos «mantenernos en pie ante el Hijo del Hombre»?

José Antonio Pagola


1er Domingo de Adviento; Noviembre 29 del 2015

Jeremías 3314-16; Salmo 24; 1ª Tesalonicences 312-42; Lucas 2125-28. 34-36

Comenzamos el tiempo de adviento; tiempo de esperanza, de espera, de ilusión, de alegría; pero, ciertamente, enmarcado en la realidad histórica y concreta en la que vivimos. No podemos soltar las campanas al vuelo y cegarnos ante lo que pasa a nuestro alrededor. Es la postura que tienen tanto Jeremías en la Primera Lectura, como Lucas en el Evangelio.
La esperanza la ubican justo en medio de las crisis sociales que vivía el pueblo de Israel o de la lucha que tendrá que darse para que llegue el Hijo del Hombre a instaurar la paz y la esperanza en el mundo por el que dio la vida. En realidad lo que nos están diciendo es que, nos guste o no nos guste, siempre estarán mezclados lo bueno y lo malo, la esperanza y el fracaso. Jesús lo decía ya en sus parábolas: siempre habrá trigo y cizaña.
Y ese es el reto más difícil que nos pone este “tiempo de espera” de lo que ha de venir, del “Adviento”. Es muy fácil vivir la esperanza cuando todo son resultados y éxitos; cuando en la vida siempre nos va bien, cuando se nos dan las cosas. Pero cuando los problemas se nos cruzan en el camino, como puede ser pérdida del empleo, quiebras económicas, problemas con los hijos, enfermedades, muertes, etc., etc., entonces esa actitud de fondo a la que nos invita este tiempo litúrgico, se nos esfuma, y aparece una actitud negativa de rechazo, frustración, coraje, porque las cosas no salen como queremos; o, como muchas veces lo vivimos, porque pensamos que siempre nos tiene que ir bien; que la vida nos debe la felicidad siempre y en todo momento. Partimos de una falsa hipótesis de que “nos merecemos” que todo vaya bien en nuestras vidas; que alguien –puede ser Dios, la sociedad, los demás, etc.- nos tienen que ofrecer el camino del éxito.
Pero como bien lo señalan ambas lecturas, nuestro mundo no es de blancos o negros, sino de “claroscuros”; y para esta realidad es para la que debemos estar preparados, con un fundamento inconmovible de esperanza. San Ignacio, en sus Ejercicios lo señala: debemos tener paz, aun cuando perdamos la riqueza, la salud, la buena fama o incluso la vida.
Pero esto no se consigue nada más con voluntarismo. La Escritura nos señala constantemente que debemos estar preparados con las lámparas encendidas, con el aceite suficiente, rebosantes de amor mutuo –como señala San Pablo- y de amor “hacia todos los demás”. “Vivan como conviene” –nos dice-. Y Jesús invita a “estar alertas, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan la mente” y cuando llegue la crisis no “nos sorprenda desprevenidos”. Y para ello nos invita a “velar y orar”, a fin de que cuando las realidades oscuras de la vida aparezcan, no nos quiten ni la paz ni la esperanza.
Ahora bien, ¿quién puede soportar las grandes crisis de la vida sin perder la paz? ¿Quién puede tener esperanza después de los fracasos, de las enfermedades, de la muerte? La respuesta del Evangelio es: el que está abierto al don de Dios, a su gracia; quien mira la vida como un regalo; quien se deja tomar por las manos del Padre; quien vive la vida desde la gratuidad y no desde la tarea y el esfuerzo. No nos ganamos ni la vida, ni la salvación, ni la salud…; todo es gracia; todo es regalo de Dios. Por eso la fe está implicada en esta actitud; por eso se nos pide orar y velar; amar a los demás; confiar, experimentar la bondad y amor de Dios mismo.
En la vida tenemos muchas tareas que realizar, y por eso esperamos que las cosas nos salgan bien. La “espera” es lo concreto, muchas veces fruto de nuestro propio esfuerzo. Pero la “esperanza” es otra cosa. Ésta es una dimensión teologal; es la actitud básica del cristiano que está abierto a la trascendencia; que ha experimentado a Dios; que sabe que lo acompaña, como el Buen Pastor, por valles y cañadas; de día o de noche; en las buenas o en las malas.
Tal “esperanza” es la que ahora alimenta este primer domingo de Adviento. “Dios hará nacer –afirma Jeremías- del tronco de David un vástago santo, que ejercerá la justicia y el derecho en la tierra”. Entonces dirán “el Señor es nuestra justicia”. Lo mismo que se anuncia en el Evangelio: el Hijo del Hombre vendrá “con gran poder y majestad”. E incluso parece decirnos que cuando las cosas estén realmente mal, cuando se acerca lo más profundo de la noche, es cuando el día ya va a despuntar; es cuando “se acerca la hora de la liberación”.
Adviento, pues, implica una actitud radical de apertura al misterio, de confianza absoluta en Dios; de recrear de nuevo la “esperanza” en que de arriba nos viene la salvación; es una invitación radical a vivir la vida como “don” y no como “tarea”, aunque ésta también esté presente.
Cultivemos esta actitud, como la mejor manera de prepararnos para la Navidad.


domingo, 11 de octubre de 2015

CON JESÚS EN MEDIO DE LA CRISIS; José Antonio Pagola; 11 de octubre de 2015

Antes de que se ponga en camino, un desconocido se acerca a Jesús corriendo. Al parecer, tiene prisa para resolver su problema: "¿Qué haré para heredar la vida eterna?". No le preocupan los problemas de esta vida. Es rico. Todo lo tiene resuelto.
Jesús lo pone ante la Ley de Moisés. Curiosamente, no le recuerda los diez mandamientos, sino solo los que prohíben actuar contra el prójimo. El joven es un hombre bueno, observante fiel de la religión judía: "Todo eso lo he cumplido desde pequeño".
Jesús se le queda mirando con cariño. Es admirable la vida de una persona que no ha hecho daño a nadie. Jesús lo quiere atraer ahora para que colabore con él en su proyecto de hacer un mundo más humano, y le hace una propuesta sorprendente: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres... y luego sígueme".
El rico posee muchas cosas, pero le falta lo único que permite seguir a Jesús de verdad. Es bueno, pero vive apegado a su dinero. Jesús le pide que renuncie a su riqueza y la ponga al servicio de los pobres. Solo compartiendo lo suyo con los necesitados, podrá seguir a Jesús colaborando en su proyecto.
El joven se siente incapaz. Necesita bienestar. No tiene fuerzas para vivir sin su riqueza. Su dinero está por encima de todo. Renuncia a seguir a Jesús. Había venido corriendo entusiasmado hacia él. Ahora se aleja triste. No conocerá nunca la alegría de colaborar con Jesús.
La crisis económica nos está invitando a los seguidores de Jesús a dar pasos hacia una vida más sobria, para compartir con los necesitados lo que tenemos y sencillamente no necesitamos para vivir con dignidad. Hemos de hacernos preguntas muy concretas si queremos seguir a Jesús en estos momentos.
Lo primero es revisar nuestra relación con el dinero: ¿Qué hacer con nuestro dinero? ¿Para qué ahorrar? ¿En qué invertir? ¿Con quiénes compartir lo que no necesitamos? Luego revisar nuestro consumo para hacerlo más responsable y menos compulsivo y superfluo: ¿Qué compramos? ¿Dónde compramos? ¿Para qué compramos?. ¿A quiénes podemos ayudar a comprar lo que necesitan?
Son preguntas que nos hemos de hacer en el fondo de nuestra conciencia y también en nuestras familias, comunidades cristianas e instituciones de Iglesia. No haremos gestos heroicos, pero si damos pequeños pasos en esta dirección, conoceremos la alegría de seguir a Jesús contribuyendo a hacer la crisis de algunos un poco más humana y llevadera. Si no es así, nos sentiremos buenos cristianos, pero a nuestra religión le faltará alegría.


Una propuesta pastoral para el Sínodo; José M. Castillo, teólogo; Oct 03 2015

Cuando faltan solo unas horas para el comienzo del Sínodo de la Familia, crecen y suben de tono, en la Iglesia, las voces de alarma que hablan de “cisma blanco”, “cisma rojo” (Jorge Costadoat). O de quienes, como es el caso del cardenal Kasper, llegan a insinuar que estamos entrando en un “cisma práctico”, o sea (si me he enterado bien) un cisma que nadie formula en teoría, pero que en la práctica diaria de la vida funciona dividiendo a los católicos y fracturando a la Iglesia.
Por eso, ahora más que nunca, es el momento de preguntarse: ¿qué puede hacer el papa en este asunto, tal como están las cosas?
Como es lógico, habrá que esperar a ver cómo se desarrolla el Sínodo y, sobre todo, tendremos que saber lo que, después del Sínodo, dice y decide el papa. Pero es precisamente para eso, para indicar lo que, según mi modesta opinión, considero que es lo más acertado que el papa podría – y quizá tendría que – hacer en la situación que estamos viviendo en la Iglesia ahora mismo. Por eso me atrevo a presentar la propuesta siguiente.
Ante todo, considero que es fundamental tener muy claro que, en el tema de la familia, no estamos ante una cuestión de Fe. Por la sencilla razón de que, si pensamos y hablamos de la familia desde la Fe dogmática, que profesa la Iglesia, no existe definición dogmática alguna, en el Magisterio de la Iglesia, sobre este asunto. Y si alguien encuentra un documento magisterial definitorio sobre el modelo de familia o incluso sobre la indisolubilidad del matrimonio, que lo diga. Más aún, los textos bíblicos de Mt 19, 1-9 y Mc 10, 1-12, ampliamente estudiados y discutidos por la exégesis mejor documentada, han demostrado sobradamente que no se refieren a la problemática actual sobre si el matrimonio es o no es indisoluble.
En esos textos, Jesús se opone al derecho unilateral que, según Deut 24, 1, tenía el hombre para repudiar a la mujer, sobre todo si hacía tal cosa “por cualquier causa” (Mt 19, 3). Lo que indica claramente que Jesús no se refiere a la indisolubilidad del matrimonio, sino al derecho unilateral del hombre frente a la mujer que, según la ley de Moisés, carecía de ese derecho. Una desprotección de la mujer, que se agravaba por causa de las enseñanzas de la escuela de Hillel, que llegaba a permitir el repudio de la esposa ”por cualquier motivo” (Mt 19, 3).
Por otra parte, el hecho de que, durante siglos, se hayan mantenido, entre los cristianos, unas práctica y unas costumbres determinadas sobre esta cuestión, no es (ni puede ser) un argumento determinante para obligar al papa a mantener, de forma irrevocable, unos determinados usos o prácticas por más inamovibles que se consideren esas prácticas y esas costumbres.
Y por más respetables que sean las personas que pretenden mantener un determinado modelo de familia. Quienes afirman que la Iglesia no puede en ningún caso admitir el divorcio, demuestran una ignorancia incomprensible, ya que, al decir eso, desconocen que la Iglesia, durante siglos, admitió el divorcio en determinados casos. Por ejemplo, en la respuesta que el papa Gregorio II, en el año 726, envió al obispo san Bonifacio (PL 89, 525). Lo mismo que en la respuesta del papa Inocencio I a Probo (PL 20, 602-603). Doctrina que quedó recogida en el Decreto de Graciano, en el siglo XI (R. Metz – J. Schlick, “Matrimonio y divorcio”, Salamanca 1974, 102-103; M. Sotomayor, “Tradición de la Iglesia con respecto al divorcio. Notas históricas”: Proyección 28 (1981) 55).
Estando así las cosas, lo más razonable, que se puede sugerir en este momento, es que el papa debe sentirse libre para tomar una decisión pastoral, que ayude a la Iglesia entera y en su conjunto a ir madurando la doctrina teológica a seguir. Y, sobre todo, la práctica pastoral que se debe adoptar, al menos mientras las cosas no se vean con más claridad y precisión.
Esto supuesto, y dada la confrontación que de hecho existe en la Iglesia sobre este problema, parece lo más razonable sugerir al papa que – de momento, al menos – lo mejor sería dejar, a los pastores y a los fieles en la Iglesia, en la libertad de proceder según la propia conciencia. De forma que nadie se sienta, ni se pueda sentir, con el derecho y el deber de imponer su propio punto de vista, en un asunto sobre el que no existe ni una enseñanza bíblica, ni una doctrina magisterial que lo pueda imponer desde la Fe. Como tampoco existe, en la historia de la Iglesia, una enseñanza o una práctica uniforme, clara y firme en cuanto se refiere a la defensa de la indisolubilidad del matrimonio, como ahora pretenden imponer algunos obispos y otras dignidades eclesiásticas.
Estamos, pues, ante un asunto sobre el que sabemos que existe un notable pluralismo entre los creyentes en Jesucristo, de forma que, existiendo tal pluralismo, ni el papa podría tomar la decisión de pronunciar una definición dogmática sobre un tema en el que la “Fe de la Iglesia” no es uniforme ni posee las condiciones necesarias para el pronunciamiento de una definición dogmática, como quedó dicho en la definición de la infalibilidad pontificia del concilio Vaticano I (DH 3074) y en la precisión que, sobre este punto capital, hizo el Vaticano II (LG n. 25).


Nace "Pro Francisco", una campaña mundial para apoyar al Papa y a sus reformas; 2 de octubre de 2015.

Una propuesta "plural y pluralista" en la que "caben todas las sensibilidades y posiciones ideológicas"
El eje progresistas-conservadores no responde a lo que busca Francisco. Porque unos y otros (progresistas y conservadores) queremos y buscamos, junto al Papa, una Iglesia cada vez más evangélica
A pocas horas de que arranque la segunda -y definitiva- fase del Sínodo de Obispos sobre la Familia, surge la web "Pro Francisco". Una iniciativa a través de la red que busca, según sus convocantes, "aglutinar a personas, asociaciones, medios de comunicación, colectivos e instituciones del ámbito hispano" con dos claros objetivos: "apoyar al Papa Francisco y visibilizar dicho apoyo en una plataforma digital propositiva y plural. Una iniciativa para sumar".
La web, que nace con un carácter abierto, ha sido promovida en sus inicios por Religión Digital, la Revista Encrucillada, Atrio.org y Amerindia (uno de los principales portales web de Latinoamérica), así como Mensajeros de la Paz, y que en los próximos días contará con nuevos apoyos. Una campaña de apoyo al Papa que "no va contra nadie, ni siquiera contra los que están descontentos o descolocados con el Papa Bergoglio".
"Queremos aglutinar, en una iniciativa absolutamente plural y pluralista, a todas las personas de buena voluntad, que ven en el Papa Francisco un revulsivo humano-divino y divino-humano", asegura la web, que reconoce que "aquí caben creyentes de todas las sensibilidades y posiciones ideológicas", pues "el eje izquierda-derecha se ha quedado viejo. El eje progresistas-conservadores no responde a lo que busca Francisco. Porque unos y otros (progresistas y conservadores) queremos y buscamos, junto al Papa, una Iglesia cada vez más evangélica".
La mecánica de la adhesión es muy fácil. Consiste en rellenar un pequeño formulario, haciendo público y explícito el apoyo al Papa Francisco. A su vez, se han habilitado una página en Facebook, un perfil en Twitter, una página de imágenes en Flickr y un canal en Youtube. De hecho, el objetivo es que todos aquellos que quieran apoyar al Papa puedan hacerlo enviado tweets, imágenes, vídeos, dibujos, pensamientos o artículos, que se irán recogiendo en la plataforma.
La iniciativa irá contando, progresivamente, con las aportaciones de expertos, miembros de la jerarquía o simples fieles de a pie. "Queremos acompañar y "repicar" en todos los ambientes en los que nos movemos la frescura y la riqueza de este pontificado de la misericordia", asumen sus organizadores.
"Se trata de que nos subamos a la oleada de ilusión que, de la mano de Francisco, recorre la Iglesia e, incluso, el mundo. Remar con el Papa. Ayudarle, para que la barca de Pedro se dirija, decidida y alentada por el Espíritu, por la fuerza del Concilio y por el proceso sinodal y colegial, hacia una reforma profunda de la Iglesia y de sus relaciones con el mundo.
"Estamos dispuestos a "hacer lío" y "andar adelante", como nos pide continuamente el Papa Francisco. Estamos preparados para apoyarlo y seguirlo por el camino del 'aggiornamento' eclesial. Por la senda de la conversión, que nace en los corazones y se contagia a personas e instituciones, para transformar el mundo y luchar por el Reino", se puede leer en ProPapaFrancisco.com


José A. Pagola, ante el Sínodo: "El Papa Francisco, amigo de pecadores"; 1 de octubre de 2015.

El sufrimiento de la gente penetra hasta el fondo de su ser"; "Francisco, como Jesús, rompe el círculo diabólico de la discriminación".
La misericordia no es una ley más. Es la gran herencia de Jesús. ¿No ha llegado el momento de revisar la disciplina eclesiástica y el contenido del Derecho Canónico, tan ajeno a veces al espíritu de Jesús?
En la mesa de Francisco caben los impuros.
Las tradiciones evangélicas subrayan una y otra vez que la actuación de Jesús está siempre inspirada, motivada e impulsada por la misericordia hacia todo ser humano. Es la misericordia lo que explica y define su manera de ser y de actuar. El verbo que emplean de ordinario los evangelistas (splanchnizomai) sugiere que el sufrimiento de las gentes conmueve sus entrañas, penetra hasta el fondo de su ser y se convierte en su principio de acción.
Lo importante es captar que esta misericordia no es un sentimiento más, sino la reacción básica de Jesús que dirige y configura toda su actuación. No viene motivada por interés alguno. Es amor gratuito que brota en Jesús desde el misterio insondable de Dios. Desde esta misericordia se entiende toda su acción salvadora.
Los evangelios destacan de manera especial la dedicación de Jesús a curar la vida enferma de las gentes erradicando o aliviando su sufrimiento. Nada ni nadie podrá detener su libertad para actuar con misericordia, ni siquiera la ley sagrada del descanso sabático: "El precepto del sábado ha sido instituido para el ser humano y no el ser humano para el sábado" (Marcos 2, 27).
Además, los evangelios destacan la actuación escandalosa de Jesús ofreciendo el perdón de Dios de manera gratuita a los "pecadores". Nada ni nadie podrá detenerle, ni el rechazo ni los insultos. Jesús explicará así su actuación: "No necesitan de médico los sanos sino los que están mal, no he venido a llamar a justos sino a pecadores" (Marcos 2,15).
Lo que resultaba especialmente escandaloso era su costumbre de sentarse a la mesa con pecadores y gentes que, por diversas razones, los sectores más observantes consideraban excluidos de la Alianza y, por tanto, apartados de la convivencia (banquetes, bodas, sábado...). Jesús se acerca a comer con ellos, no como un maestro de la ley, preocupado de examinar su vida moral, sino como profeta de la misericordia que les ofrece su amistad y comunión.
El significado profundo de estas comidas con pecadores consiste en que Jesús crea comunidad con ellos ante Dios. Comparte el mismo pan y el mismo vino; pronuncia con ellos la "bendición a Dios" y celebra anticipadamente el banquete final que el Padre está ya preparando para sus hijos e hijas. Su gesto de misericordia les anuncia la Buena Noticia de Dios: "Esta discriminación que estáis sufriendo no refleja el misterio último de Dios. También para vosotros el Padre es misericordia y perdón".
La mesa de Jesús es una mesa abierta para todos. No es la "mesa santa" de los fariseos, ni la "mesa pura" de los miembros de la comunidad de Qumrán. Es la mesa acogedora de Dios. Con su actuación misericordiosa, Jesús no justifica la corrupción de los publicanos ni la vida de las prostitutas. Sencillamente, rompe el círculo diabólico de la discriminación y abre un espacio nuevo donde todos son acogidos e invitados al encuentro con el Padre de la misericordia. Jesús pone a todos, justos y pecadores, ante el misterio insondable del perdón de Dios. Para él, ya no hay justos con derechos y pecadores sin derechos. A todos se les ofrece la misericordia. Solo quedan excluidos los que no la acogen.
La Iglesia lleva muchos siglos sin escuchar en toda su radicalidad la llamada de Jesús: "Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso" (Lucas 6,36). Jesús no tiene nada mejor que ofrecer a sus seguidores, como motivación e impulso de la misericordia, que a su Padre Bueno: "Reproducid en la tierra la misericordia de vuestro Padre del cielo". La misericordia no es una ley más. Es la gran herencia de Jesús. Por eso, todo aquello que impide, oscurece o dificulta captar el misterio de Dios como misericordia, perdón o alivio del sufrimiento, ha de desaparecer de su Iglesia pues no encierra la Buena Noticia de Dios proclamada por Jesús.
Sus seguidores hemos de trabajar hoy para que su Iglesia sea, cada vez más, un espacio sensible y comprometido ante todas las heridas físicas, morales y espirituales de los hombres y mujeres de hoy. ¿No ha llegado el momento de revisar la disciplina eclesiástica y el contenido del Derecho Canónico (sanciones, castigos de los delitos, penas, procesos, tribunales...), tan ajeno a veces al espíritu de Jesús y tan condicionado por doctrinas inspiradas en el derecho romano más que en el Evangelio?
En este contexto, no es un hecho de importancia menor la decisión que se tome en el próximo Sínodo sobre el acceso o no a la comunión sacramental, de los matrimonios en situación irregular (divorciados vueltos a casar). Será signo de que la Iglesia se decide a seguir a Jesús por los caminos de la misericordia, o que todavía no se siente con fuerzas para liberarse de ataduras que le están impidiendo anunciar con la audacia y radicalidad de Jesús la misericordia de Dios hacia todo ser humano.
Los sectores fariseos, al ver que Jesús admitía a todos a su propia mesa, lo acusaron de "amigo de pecadores". Jesús nunca se defendió de esta acusación ni la desmintió pues era cierto que se sentía su amigo. Es triste observar cómo, después de veinte siglos, toman fuerza en la Iglesia algunas corrientes de resistencia al papa Francisco, en cuyo trasfondo parece que subyace la misma preocupación pues, en definitiva, le están pidiendo que no caiga en la tentación de ser tan amigo de pecadores. No logro entender su escándalo. ¿A quién excluiría hoy Jesús de la comunión eucarística? Cuanto más contemplo al profeta de la misericordia y trato de interiorizar su Espíritu, más me reafirmo en la convicción de que solo la misericordia puede hacer a la Iglesia de hoy más humana y más creíble. Francisco, ¡Que Dios te bendiga!


28° domingo Ordinario; Octubre 11 del 2015;

Sabiduría 77-11; Salmo 89; Hebreos 412-13; Marcos 1017-37
El conjunto de las lecturas de este domingo tocan dos temas íntimamente relacionados, aunque para una visión más laica pudieran estar separados. Se trata, en primer lugar, del seguimiento de Jesús; pero, también, de “poseer vida eterna”; es decir, de encontrar la verdadera felicidad, la plenitud, la vida sea temporal o eterna.
El tema radical que se maneja de fondo es el de la relación del ser humano con los bienes de la tierra: ¿son ellos los que nos dan la felicidad u otra cosa? El problema es que tampoco podemos vivir sin tenerlos, sin usarlos. Nadie puede vivir sólo de aire. Y ahí, a esa aporía o aparente contradicción es a donde se dirige el evangelio. Se pueden tener las cosas, se pueden usar, se necesitan para la vida, pero jamás se puede estar apegado a ellas, no se pueden cambiar por Dios, como si ellas fueran la fuente de la felicidad humana. ¿Poseemos las cosas o las cosas nos poseen? ¿Ellas nos dan la felicidad o sólo son condición para ir más allá de ellas? ¿Las cosas son bienes o fines? Es el tema permanente que se debate entre el amor y el egoísmo.
El problema es que toda la sociedad está manipulada desde el consumo, como fuente exclusiva de felicidad. Desde los medios de comunicación hasta la vivencia familiar, la paz, la tranquilidad, la satisfacción, etc., se nos afirma que sólo surgen cuando uno “tiene cosas”, cuando uno ya puede descansar porque ha ido haciendo su patrimonio. Y la dinámica es clara: primero busco lo indispensable para vivir; lo busco para mi familia; luego voy estableciendo metas: tenemos que tener casa, coche, aparatos eléctricos, escuela, seguro médico, etc., etc. Luego, viajes, diversiones, algunos lujos; y, finalmente, si las condiciones económicas nos lo permiten, seguir acumulando, para gozar aún más: se pasa de lo modesto a lo opulento, se llega incluso a “cambiar de código postal”.
Interesante que en todo este proceso –por el que igual somos manipulados sin darnos cuenta- el resorte que nos funciona no es el pensar en los demás, en los que menos tienen, en los que quizá no tienen ni lo más básico para vivir; sino que el que todo nuestro esfuerzo consiste en mejorar yo y mi familia, en tener más, en acaparar bienes mayores y mejores…
El Evangelio señala que el hecho de tener como tal no está mal. Es el caso de este joven rico: ha cumplido con la ley desde chico; pero para el seguidor de Jesús, eso no basta. Ahí hay una felicidad a medias; ahí hay una trampa en la que uno está sin darse cuenta; la moneda está aún en el aire. Por eso Jesús, al ver que el joven tenía buen corazón y había cumplido con lo más esencial de los mandamientos, espontáneamente lo invita a dar el paso definitivo de la vida: el soltar, el no vivir apegado, el confiar no en las cosas mismas sino en Dios; lo invita a entregarse totalmente al “Seguimiento”, dedicado no a pensar en él sino en los demás; entregado a buscar los bienes no para él, sino para los otros. La invitación que hace Jesús es a dar un giro de 180°: si hasta ahora has vivido para ti, ahora te invito a vivir para los demás; pero la condición para que puedas responder a estar invitación es que “sueltes”, que “lo dejes todo”; que dejes de pensar sólo en ti mismo y te lances a pensar en los demás; que dejes de trabajar sólo para ti y ahora pongas tu empeño en trabajar para los otros, para los que menos tienen, para que ellos sean beneficiados y puedan vivir con la dignidad de hijos e hijas de Dios.
Seguir a Jesús, entonces, supone una condición radical: soltar, no vivir apegado a nada ni a nadie; no vivir para uno mismo al margen de los demás; pues sólo entonces tendremos “vida eterna”. Sin embargo, hay que acotar lo siguiente: hoy en día, seguir a Jesús no puede implicar para el cristiano “vender todo y darlo a los pobres”; sería irresponsable; pero lo que sí puede implicar es entender que los bienes no son la felicidad; que hay otras cosas que son las que nos dan eso más profundo que buscamos; y que habiendo pobres, no podemos dejarnos llevar por la dinámica individualista del poseer y el acumular. Quien construye su vida pensando en los pobres y buscando comprometerse con ellos para seguir a Jesús, realmente vivirá modestamente y sus aspiraciones e ideales irán por otro rumbo.
Es justo lo que nos ofrece la primera lectura del libro de la Sabiduría: cuando uno es verdaderamente sabio, de acuerdo al Evangelio como dice la 2ª lectura de la carta a los Hebreos, entonces “en nada se tiene la riqueza”. “No se puede comparar con la piedra más preciosa, porque todo el oro, junto a ella, es un poco de arena y la plata es como lodo en su presencia”.
En sus Ejercicios Espirituales, San Ignacio nos invita a ser libres, a no apegarnos ni siquiera a 4 elementos que aparentemente son indispensables para la felicidad: la salud, la riqueza, el honor y la vida. Sólo quien no vive atado a estos bienes, podrá ser capaz de seguir a Jesús y de encontrar la auténtica felicidad. Sin duda tenemos que contar con ellos; pero sin apego, a fin de que no nos impidan vivir nuestra vida desde los que menos tienen y podamos colaborar en la construcción del reino de justicia y de paz por el que Jesús dio la vida.


domingo, 4 de octubre de 2015

Reseña del libro: "El Pensamiento Crítico frente a la Hydra Capitalista" (El Zapatismo); Spt 22 '15

22 de septiembre de 2015.
Universidad Iberoamericana Puebla.
Presentación del Libro.
Eduardo Almeida Acosta.

            Este libro es el primer volumen de tres del Seminario “El Pensamiento Crítico frente a la Hydra Capitalista” convocado por el EZLN para los días del 2 al 9 de mayo de 2015; primero en Oventic el día 2 para hacer un homenaje a dos luchadores sociales, el maestro Galeano y el filósofo Villoro, que aportaron muchas luces al propósito del Seminario y durante muchos años a la lucha por la justicia, la libertad y la democracia; y luego en San Cristóbal de las Casas para reflexionar sobre la catástrofe que se cierne sobre la humanidad y pautas de qué hacer frente a ella.
            En este primer volumen se ofrece la participación de la Comisión Sexta del EZLN y se presentan las aproximaciones de Pensamiento Crítico de los zapatistas, fruto de su resistencia y rebeldía, mirando primero a lo que han vivido y hecho para sobrevivir y enfrentar a la hydra capitalista; y en segundo término compartiendo su mirada del gran responsable de la guerra mundial en la que estamos inmersos, el capitalismo, y de lo que se manifiesta como la gran tormenta que ya padecemos y que se incrementa día con día presagiando la extinción de la especie humana.
            Este primer volumen es muy importante, y el propósito de estas presentaciones que estamos haciendo por todo el país durante este segundo semestre de 2015, tiene como finalidad explicar y dar a conocer las visiones y experiencias de resistencia de los zapatistas a la gran mayoría de la población mexicana, tan desinformada, tan mantenida en la apatía, el conformismo y el miedo por la plutocracia que monopoliza el poder y la riqueza en el país.
            Son muchos los logros y capacidad del zapatismo en cuanto a solidaridad, resistencia y convivencia tan necesarias para confrontar la codicia, la agresividad y la arrogancia del sistema político y económico que nos abruma a los mexicanos. Tengo la fuerte impresión de que hay aportes que son más conocidos, valorados y aprovechados fuera del país que al interior del mismo. Aprendizajes y actitudes tan relevantes como la organización y la disposición del trabajo, la delegación del poder, la rotación de figuras de autoridad por ciclos cortos de tiempo, la habilidad de romper bloques, de contar con la capacidad de dirigencia de las mujeres, la comprensión práctica de cómo funciona la economía. Ignoramos casi por completo cómo el zapatismo coincide en sus luchas con las que se llevan a cabo contra el “apartheid” de los israelíes, contra el Ejército Islámico por parte del Confederalismo Democrático Kurdo. Sólo de vez en cuando nos enteramos de esas luchas, de su relevancia para la humanidad y para enfrentar a la hydra capitalista.
            El mensaje de los Zapatistas es que esta casa capitalista está por caerse, que hay que ir construyendo otra, y ofrecen pautas para ello. Para esto convocaron al Seminario de Mayo en Chiapas. Para recordarnos que es importante no seguir solos, que tener buena compañía es el fruto de un gran esfuerzo y que ya no podemos esperar para crearla. El dolor, la indignación y la rabia que los zapatistas han vivido frente a las diferentes cabezas de la hydra y que les han enseñado a reorientar, a canalizar y a energetizar sus potencialidades y sus recursos ya han sido fuente de inspiración de muchas luchas, pero de lo que se trata ahora es de expandir esos aprendizajes, y como ellos han expresado, de crear otros semilleros de pensamiento crítico y de organización comunitaria; de crear nuevos conceptos para entender la hydra, de cómo se fue conformando, de entender cómo se ha ido luchando contra sus cabezas y contra toda ella y de cómo habrá que ir no solo entendiendo la realidad sino de cómo habrá que irla transformando.
            Entonces lo que este primer volumen ofrece en una primera parte es la mirada hacia adentro, que hacen los zapatistas, de su caminar. Para captar esta interioridad el texto ofrece de entrada dos pistas encarnadas en dos luchadores sociales: Del primero, Don Luis Villoro, no se sabía que era de adentro, aunque por sus diálogos publicados en la revista Rebeldía se podría haber sospechado. Del segundo, que se supo que fue de adentro desde antes del 1° de enero de 1994, el maestro Galeano, y que fue protagonista fundamental en el alzamiento y durante 20 años de rebeldía hasta ser maestro (votán) en “la escuelita”, y finalmente secuestrado, torturado y asesinado por la CIOAC-Histórica, esa agrupación de traidores.
            Para la mirada hacia adentro el Subcomandante Moisés expuso en varias sesiones del Seminario los conceptos y la práctica de la Economía Política que han construido los zapatistas recuperando tierras, defendiéndolas, cultivándolas, sin aceptar migajas del mal gobierno, con trabajo colectivo, aprendiendo desde las dificultades y contando con la participación de las mujeres. Expuso también cómo se van organizando, desde lo que se les va ocurriendo en el cerebro, desde lo que su lengua va poniendo en palabras, desde lo que sus cuerpos van ensayando en la práctica, aprendiendo de las dificultades, acerca de cómo hay que organizarse, de cómo atender a las quejas poniéndose de acuerdo para trabajar, de cómo hacer funcionar “bancos autónomos”.
            Para captar cómo fueron conformándose las luchas zapatistas varias comandantas comunicaron cómo han ido cambiando las relaciones de género y cómo han construido nuevas relaciones sociales. La comandanta Miriam describió el largo proceso que han seguido las mujeres zapatistas para superar primero el maltrato de los finqueros y luego ya en las comunidades zapatistas el de los varones en sus hogares. Concluye su exposición diciendo: “Nunca tuvimos la oportunidad de decir lo que sentimos por muchos años”. La Comandanta Rosalinda comunicó el proceso de cómo fueron perdiendo el miedo y la vergüenza de participar en todas las áreas de trabajo. Participaron en el levantamiento y fueron siendo responsables de instancias locales y luego regionales. Dijo: “Para hacer una revolución tiene que ser entre hombres y mujeres”. La Comandanta Dalia relató que las mujeres han organizado trabajos colectivos, visitando pueblos y haciendo reuniones, todo ello para sostener la resistencia. Lizbeth, una base de apoyo afirmó: “Nosotras ya tenemos la libertad y el derecho como mujeres de opinar, discutir, analizar, no como antes; el modo de luchar y de gobernar lo practicamos todos los días hombres y mujeres, lo vemos como nuestra cultura”. Las mujeres fueron rompiendo moldes y esquemas del papel que el sistema patriarcal y que los hombres zapatistas también les habían impuesto.
            Para la mirada hacia adentro el Subcomandante Moisés detalló durante varias sesiones del Seminario cómo los zapatistas han resistido y se han rebelado para no caer en provocaciones a pesar de ataques durísimos que han soportado por parte del gobierno y de los paramilitares; de mercenarios enviados para destruir sus cosechas, invadir tierras y asesinar. Han acatado la orden de replegarse en la lucha violenta, de no recibir lo que ofrece el gobierno, de encajar las amenazas, de tragarse las burlas de muchas gentes, de soportar las mentiras de académicos y de medios de comunicación que propagan la debilidad y la extinción progresiva de los zapatistas.
            El Subcomandante Moisés expuso también los problemas que tuvieron para construir las Juntas de Buen Gobierno, porque tuvieron que transitar de una lógica militar a una lógica civil, de un control de combatientes a una organización de sujetos autónomos, de gobernar a base de órdenes a mantenerse coordinados a base de acuerdos. Lo cual no significó dejar de lado la resistencia y la rebeldía, una de las fuentes de vida de los zapatistas, de lo que les ha motivado a practicar formas nuevas de ejercer la justicia, de atender a la salud y de procurar la educación para todas y todos. La resistencia y la rebeldía les permite vigilar permanentemente a sus autoridades, practicar el diálogo y la consulta cada vez que sea necesario. La resistencia y la rebeldía son así condiciones permanentes de evitar las rigideces en las utopías de cambio y de propiciar la apertura mental y la flexibilidad necesaria para favorecer el pensamiento crítico.
            En una segunda parte, este primer volumen (de tres que serán publicados) ofrece la mirada que dirigen los zapatistas hacia afuera, hacia el mundo dominado por la hydra capitalista. Se plantean algunos supuestos fundamentales del análisis de la realidad. Se procura enfocar la mirada hacia las formas que adopta el capitalismo en la actualidad, hacia los rasgos que lo distinguen en sus estrategias para proseguir en el proceso de acumulación de riqueza para unos cuantos y de empobrecimiento y hasta de extinción para la mayor parte de la humanidad. Es un afán destructivo que no tiene comparación con las formas como el capitalismo se ha manifestado en los otros períodos de la historia.
            En un discurso dirigido a los padres de los estudiantes desaparecidos de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Gro. el Subcomandante Galeano presentó apuntes sobre el método zapatista para enfrentar a la hydra. Hay luchas que van socavando el sistema capitalista, como la de los familiares de los desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa. Para incrementar y ensanchar ese trabajo de zapa es necesaria una lucha común “que transforme el dolor en rabia, la rabia en rebeldía, y la rebeldía en mañana”. La noche de terror, el 26-27 de septiembre de 2014 fue un punto de quiebre que extendió y profundizó la lucha de los normalistas hasta los lugares más apartados del planeta y eso se debió al empeño, a la sencillez, a la grandeza, a la entrega incondicional de los familiares de esos estudiantes. Como les dijo el Subcomandante Galeano: “No crean en quienes les dicen que la sensibilidad y la simpatía, el apoyo, se mide en calles abarrotadas, en plazas colmadas, en grandes templetes, en el número de cámaras, micrófonos, encabezando los periódicos, tendencias en redes sociales... La inmensa mayoría en el mundo, no sólo en nuestro país, es como ustedes, hermanas y hermanos familiares de los ausentes de Ayotzinapa. Son personas que tienen que pelearle al día y a la noche un pedazo de vida. Es gente que debe luchar para arrancarle a la realidad algo para sostenerse”.
            En otro texto el subcomandante Galeano ofrece elementos para el análisis de la complejidad de la hydra capitalista en la situación actual. Según el Subcomandante el Seminario pretende ser un semillero de ideas, provocar pensamientos, discusión, diálogos, debates, polémicas. Se trata de responder a la pregunta que todos terminamos por hacernos: ¿qué sigue? El Subcomandante Galeano propone que se escuche y se lea al Subcomandante Moisés (ver párrafos anteriores). “Dice el Sup Galeano: “A través de sus palabras (del Sup Moisés) podrán asomarse a una historia terrible y maravillosa. Entenderán que es como un informante (drone) subterráneo y tendrán el privilegio de una mirada desde las profundidades de la resistencia zapatista”.
            Siguiendo con la mirada desde las profundidades de la resistencia zapatista se puede apreciar que muerte y destrucción hacen vivir a la hydra. Su credo se llama guerra. Su sistema es impunidad hecha gobierno, medio de comunicación, aparato judicial, cuerpo legislativo, ejército, etc. Su sistema es el del patriarca contra lo femenino. Sus víctimas predilectas: la verdad y la justicia. Eso lo estamos viendo en el paradigma Ayotzinapa, “dar vuelta a la hoja”, “mirar para adelante”.
            Frente a la hydra es necesario hacer de la exigencia de verdad y de justicia una demanda universal, asumir el dolor y la rabia de esos padres, que no se rinden, no se venden, no claudican. La lucha se da con todo, teatro, diarios, internet… para derribar “la casa capitalista” desde los cimientos y para atacar a la hydra desde todos los frentes.
            Aquí es donde entran los avistamientos críticos para repensar las teorías, enfocar a “los procesos electorales”, a “la oligarquía del capital privado”, a “los representantes del pueblo”. Desde una ciencia de la historia que no sólo explique sino transforme. Desde una “economía política”, desde “rebeldía y resistencia”, como lo ha explicado el Subcomandante Moisés, que permitan entender que afuera “los  medios  de producción” son también “los medios del despojo”. Entender las formas complejas de la hydra de ahora.
            Los zapatistas nos advierten sobre la tormenta que se nos viene encima, sobre su historia, qué la alimenta, cuál ha sido su trayectoria. Es la hydra que todo lo vuelve mercancía, invade territorios, despoja pueblos, decreta que hay humanos de los que hay que deshacerse.
            Los sistemas jurídicos, leyes, ejércitos de abogados, son medios de despojo. Se recurre a todo tipo de violencias para despojar.
            Mientras tanto las ciencias sociales están determinadas por un pensamiento haragán, incapaz de detectar las señales de la tormenta, de que el sistema-mundo está cambiando y se orienta hacia una crisis terminal. Lo que ven los zapatistas es una cuestión de supervivencia no sólo de los pueblos originarios sino de toda la humanidad. Todo se vuelve mercancía, el trabajo, la naturaleza, el conocimiento. Campesinos e indígenas son ahora migrantes sin salir de su tierra de origen. El zapatismo ha captado el problema y afirma es la guerra contra la humanidad. Guerra siempre, Guerra Mundial. Destrucción Universal. En todas partes, de todas las formas, todo el tiempo.
            Para esta guerra la hydra ha invadido todo el sistema social. Para esta destrucción propositiva están los gobernantes torpes e imbéciles proponiendo “Reformas”, realizando “obras de urbanización” (véase lo que sucede en México D.F., en Puebla y lo que dicen los zapatistas acerca de Tuxtla Gutiérrez). El Estado se va degenerando, la academia se vuelve haragana. Es una guerra que hará que países enteros quiebren, que se empecinará en acabar con la población sobrante para el capitalismo.
            La hydra ha mutado, ¿en qué no ha cambiado? ¿cuál es la cabeza primaria de la hydra? La codicia de la hydra es infinita. Termina esta sección del libro, de la que hemos comentado la voz de los zapatistas expresada por el Subcomandante Galeano, con lo que él expresa: “Es aquí donde el pensamiento crítico nos abofetea y nos pregunta: ¿y tú qué?”.
En la tercera parte de este primer volumen de las Memorias del Seminario de mayo de 2015 convocado por los zapatistas, y que ofrece los textos de la “Participación de la Comisión Sexta del EZLN” con las voces del Sup Galeano, del Sup Moisés, de las Comandantas Miriam, Rosalinda y Dalia, de la Base de Apoyo Lizbeth y de Escucha Selena, esta última sección se dedica a responder a la pregunta ¿Qué hacer?
La respuesta se condensa en dos aspectos:
1.     Organizarse. Dice el Subcomandante Moisés: “Por eso, nosotras, nosotros las y los zapatistas, no nos cansamos de decir, organícense, organicémonos, cada quien en su lugar, luchamos por organizarse, trabajemos por organizarse, pensemos por empezar a organizar y concentrémonos por unir nuestras organizaciones por un Mundo donde los pueblos mandan y gobierno obedece”.
2.     Crear más semilleros. El Seminario al que fuimos convocados fue para reconocer la importancia de los conceptos teóricos, de saber contra quien estamos luchando, de conocer otras luchas. Están cambiando las formas de lucha. “Estamos frente a un problema y a un reto que lo vemos como lo ha definido claramente, dice el Sup Galeano, el Subcomandante Insurgente Moisés: está cabrón”. Se necesita hacer semilleros en todas partes porque lo que importa es saber: ¿qué sigue? El Subcomandante Moisés afirma: “Se nos están juntando los dolores. No nos dejan que se cierre la herida, falta que cierre la herida de padres y madres de Ayotzinapa, y nos harán otra sino no nos organizamos. Por eso tenemos que ver qué tenemos que hacer, compañeros y compañeras de La Sexta, hermanos y hermanas del mundo”.

     Al final del libro, en una cuarta parte titulada “Signos y Señales” aparecen dos poemas, uno de Oscar Chávez que se titula “LIBERTAD es una palabra Zapatista” y otro de Guillermo Velázquez B. “Juglar de fiesta y quebranto” que expresan lo que vivimos y lo que nos inquieta: ¿qué sigue? ¿qué hacer? Aparecen también 31 pinturas, una que es la portada del libro y que es una representación de la hydra capitalista y una que es la cuarta de forros, una foto de participantes, sobre todo mujeres, en medio de la neblina de Oventic.